Son escasas las personas que reúnen el consenso mayoritario de la gente, a través del tiempo, por más genuina que sea su obra y destacados sus logros. René Favaloro, médico cardiocirujano (nacido en La Plata, en 1923) es uno de los pocos referentes que gozan de ese reconocimiento masivo tanto por su trayectoria profesional, como por sus valores humanos y su decisión de traer a la Argentina lo aprendido en Estados Unidos, en vez de radicarse definitivamente en el exterior, donde tenía posibilidades de trabajo aseguradas. El 29 de julio se cumplieron 25 años de su muerte. Una muerte temprana, autoinflingida y cargada de simbología que puso en evidencia no sólo su estado emocional, ante la crisis financiera extrema de la institución que presidía, sino también la indiferencia y el desprecio del gobierno nacional de entonces, encabezado por Fernando De la Rúa, del interventor del Pami, Horacio Rodríguez Larreta y de su asesora María Eugenia Vidal.

La compleja realidad que atraviesa hoy el servicio de salud en el país, a causa de recortes, ajustes, salarios pauperizados y maltrato verbal y económico ejercido desde el Ejecutivo nacional, lleva a preguntarse qué tan distinta sería la situación del prestigioso creador del bypass coronario, en tiempos de motosierra, insultos y difamaciones.

La cirugía de bypass aortocoronario o de revascularización miocárdica, fue un hito en la historia de la enfermedad coronaria.

La historia reciente, desconocida por muchos y olvidada por otros


Desde pacientes que fueron atendidos en la Fundación que aún lleva su nombre, hasta colegas y discípulos. Multitudes lo respetan y no es casual. El multipremiado René Favaloro creó esa afamada institución en 1975, cuatro años después de regresar de Estados Unidos, donde había trabajado en la Cleveland Clinic de Ohio. Allí desarrolló la contribución fundamental de su carrera: la cirugía del bypass aortocoronario o de revascularización miocárdica, un hito en la historia de la enfermedad coronaria.

No nació en una familia acomodada. Su padre era carpintero, su madre, modista y estudió Medicina en la Universidad Nacional de La Plata. A poco de recibido, se mudó a Jacinto Arauz, provincia de La Pampa, para reemplazar por un tiempo al médico del pueblo, que tenía problemas de salud. Se capacitó profesionalmente en el Hospital Policlínico, donde prácticamente vivió durante los dos años de residencia.

En 1971, regresó a la Argentina y empezó a operar en el sanatorio Güemes, junto a su amigo, el cardiólogo Luis de la Fuente, quien se encargaba de los diagnósticos y los cateterismos, previos a las cirugías que él realizaba.

Más adelante, el mismo De la Fuente fue el pionero internacional de otro invento que sigue salvando vidas: la angioplastia con stent y medicamento (Buenos Aires, 1999) que en la actualidad ocupa un lugar protagónico en el tratamiento de la enfermedad coronaria.

“Tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico”

 

En 1992 se inauguró en Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro. Con el lema “Tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico”, algo que muchos expacientes y familiares de pacientes remarcan en sus testimonios. No sólo la excelencia en la prestación de los servicios, sino también, la calidad en el trato hacia las personas.

En una de las cartas que dejó, manifestaba su cansancio de “ser un mendigo en su propio país”.

Durante la crisis económica, social y política del año 2000, en Argentina, el Pami (la obra social de jubilados y pensionados con mayor cantidad de afiliados del país), tenía una descomunal deuda con su fundación. La crisis financiera resultante llevó a Favaloro al estado de desesperación y a gestionar en reiteradas ocasiones apoyo al gobierno nacional, y en especial, a la persona de Fernando De la Rúa, que nunca respondió a sus reclamos. El 29 de julio de 2000 se quitó la vida de un disparo al corazón y dejó varias cartas. En una de ellas, manifestaba su cansancio de “ser un mendigo en su propio país”.

El bypass en el sistema de salud actual

 

Hace 25 años, la cirugía cardíaca era lo más prevalente en el modo de revascularización miocárdica; pero con el paso de los años, la angioplastia (procedimiento endovascular que consiste en dilatar una arteria estrecha u ocluida con el fin de restaurar el flujo sanguíneo obstruido) fue ocupando ese lugar prevalente.

Esto significó que la cirugía de revascularización miocárdica de bypass se haya reducido “entre un 70% y 80%”, en comparación con el año 2000, señaló en diálogo con Rosario3, el médico cardiólogo Mario Ciafardoni, integrante de la comisión directiva de la Sociedad de Cardiología de Rosario.

“En Rosario –describió– hay diez centros médicos con capacidad de implementar la técnica del bypass y realizan, en conjunto, una cifra que ronda las 400 prácticas de este tipo al año; aunque, con la evolución de la hemodinamia, actualmente se operan sólo los casos más severos que no pueden ser resueltos mediante angioplastias”.

Del mismo modo, los procedimientos endovasculares están supliendo las intervenciones valvulares que antes tenían resolución quirúrgica. “Hoy –explicó el profesional– los cambios de válvula aórtica, mitral y tricúspide también se realizan por vía hemodinámica. Es decir que sólo se reservan para la cirugía los casos más complejos”.

Argentina y salud, 2025

 

En tiempos de cuestionamiento a las instituciones democráticas y hasta a la Constitución Nacional que garantiza derechos esenciales –entre ellos, el de acceso a la salud, al trabajo digno y a la retribución justa– tanto los hospitales, como los médicos, los residentes, los organismos de investigación, los estudiantes y las facultades de Medicina (en especial las públicas) se convirtieron en "carne de motosierra".

Traccionadas por el ejército de trolls y odiadores seriales que trabajan orgánicamente en las redes sociales, y amparadas por las facultades extraordinarias que el Congreso le facilitó al presidente Milei, una seguidilla de decisiones políticas y vetos apuntaron (y lo siguen haciendo) a desguazar, desfinanciar y desprestigiar a la salud pública, lo cual impacta, además, de manera directa en pacientes, enfermos terminales y personas con discapacidad, entre otros, que perdieron prestaciones y dejaron de recibir medicamentos y atención adecuada y continua para tratar sus enfermedades.

En este contexto, ¿cuál habría sido la suerte del célebre René Favaloro? ¿Qué respuesta habría recibido de quienes hoy ocupan los lugares de poder, muchos de los cuales suelen recordarlo con admiración? ¿Habrían intercedido para que el salvador de tantas vidas pudiera continuar trabajando por la salud de la población o le habrían respondido a su reclamo con la frase de la diputada oficialista Lilia Lemoine, a los médicos del Garrahan: “Nadie tiene por qué pagar por tus sueños"?

En otro marco y en otras circunstancias, la pregunta sería contrafáctica y su contestación, aventurada, por intentar responder a un planteo extemporáneo, 25 años después; pero hoy, ante una realidad social angustiante, variable de ajuste de un déficit cero selectivo, la respuesta es tan clara y manifiesta, como dolorosa.