El último elefante en cautiverio en Argentina, que vivía en el Ecoparque de Mendoza, llegó este miércoles a su nuevo hogar, el Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), en el estado de Mato Grosso, centro-oeste del país, tras cinco días de viaje por ruta.
Se trata de Kenya, una elefanta africana de 44 años que, antes de cumplir un lustro, fue separada de su madre y vivió gran parte de su vida en soledad por ser considerada “agresiva”, según información del SEB.
Llegó desde un zoológico alemán a la provincia de Mendoza con cuatro años, donde vivió toda su vida aislada en un recinto del exzoológico de la ciudad, creado en 1903 y luego devenido en un parque destinado a la protección de la flora y la fauna autóctona de la región Cuyo.
Un proceso de siete años
El proceso de preparación para el traslado de más de 3.600 kilómetros de Kenya hasta el Santuario comenzó hace siete años, con un entrenamiento paulatino para que colabore en sus revisiones veterinarias y se familiarice con el contenedor en el que pasó sus últimos cinco días.
La paquiderma ingresó el lunes a Brasil a través del Paso Internacional Puerto Iguazú-Foz de Iguaçu.
Allí, los camiones tuvieron que descartar el alimento que provenía de Argentina por cuestiones de legislación sanitaria y se volvieron a abastecer de frutas y verduras para alimentar al animal durante el trayecto restante, según relató en redes sociales Daniel Moura, biólogo y director del SEB.
Monitoreo constante del traslado
El contenedor donde fue trasladada Kenya estaba equipado con una cámara de video que le permitió a los cuidadores mantener un monitoreo constante del animal, que al principio se mostró desconfiado de entrar a la caja de transporte sobre el camión.
Tras una cuarentena para ver cómo se adapta a su nuevo entorno en libertad, la nueva huésped del Santuario pasará a compartir espacio con otra paquiderma de origen africano, Pupy, que también llegó desde Argentina en abril, aunque del Ecoparque de Buenos Aires.
Ambas estarán separadas de los mamíferos de origen asiático, de los cuales el Santuario cuenta con cinco, entre ellas Pocha, de 65 años, y Guillermina, de 23, madre e hija, también originarias de la provincia argentina de Mendoza, que viven en el santuario brasileño hace tres años.
Tamy, de 55 años, padre de Guillermina, murió a fines de junio mientras se preparaba para encarar su viaje al Santuario.
Un hogar para elefantes rescatados
El Santuario, creado en 2015, cuenta con más de 1.500 hectáreas para acoger a elefantes recogidos de circos y zoológicos, y le ofrece a sus huéspedes una amplia área con vegetación natural cercada por tubos de acero, sin sistemas eléctricos o alambres de púas que pudieran herir a los animales, en la que conviven con otras especies en el mismo ecosistema.