El herpes zóster, popularmente conocido como "culebrilla", es una enfermedad causada por la reactivación del virus de la varicela. Afecta al menos al 20% de la población y hasta al 50% de adultos mayores de 85 años. Su aparición, vinculada a una disminución de la inmunidad, revela los desafíos importantes en la práctica clínica que implican su manejo, diagnóstico y prevención.
Herpes zóster
La infección se manifiesta con mayor frecuencia como una erupción dolorosa en forma de “cinturón” sobre la piel, siguiendo trayectos nerviosos específicos llamados dermatomas. La enfermedad puede generar complicaciones como la neuralgia posherpética, un dolor persistente que impacta severamente en la calidad de vida.
Además, suele confundirse con otras patologías, lo que retrasa muchas veces el tratamiento. Por otra parte, la vacunación no se encuentra aplicada uniformemente en todos los sistemas sanitarios, y resulta clave para prevenir casos graves así como reducir su incidencia.
Personas inmunocomprometidas, embarazadas y adultos mayores son los grupos más afectados. A pesar de la disponibilidad de antivirales y vacunas, persisten las dudas sobre su uso, especialmente en pacientes con enfermedades crónicas o bajo tratamiento inmunosupresor.
Especialistas recomiendan iniciar el tratamiento antiviral dentro de las 72 horas de la aparición de la erupción y completar esquemas de vacunación según edad y condiciones clínicas. Además, advierten sobre la necesidad de actualizar protocolos hospitalarios para evitar contagios y proteger a los grupos de riesgo.
Fuente: NA.