Cuando uno va guiado por la emoción del momento, acelera. Si no piensa en las consecuencias, acelera y se mete en esa especie de tubo en el que la luz actúa en forma rara, doblándose hasta que todo alrededor se transforma en franjas luminosas.

Ahí entra la sorpresa de seguir vivo, desafiando toda indicación, toda precaución. La euforia envolvente de seguir con los ojos abiertos, sintiendo la sangre correr a miles de kilómetros por hora dentro de las venas, la respiración agitada, consciente de que el mundo se sigue moviendo y que momentáneamente, todo se reduce a esto: el acelerador a fondo y la distorsión de la realidad. Algo parecido ocurre cuando el entorno se convierte equivocadamente en decorado y lo que guía es el impulso de avanzar, no importa cómo. O lo que no es menos grave, sin saber cómo.

Esta semana, De 12 a 14 mostró al aire secuencias de grabación subidas a redes sociales por la cuenta de Instagram @Rosario_Ilegales. En ella, grupos de jóvenes se reunían en la presa retardadora del Arroyo Ludueña, una obra para evitar inundaciones, a practicar saltos y piruetas en motocross y 4x4. La respuesta no tardó en llegar.

La pelea siguió por redes, cuando varios usuarios etiquetaron al intendente Pablo Javkin y a varios de los periodistas del noticiero de El Tres en una publicación que citaba una nota en La Capital, en la que se informaba que el Picódromo tenía aprobación del Concejo Municipal pero no concreción. En suma, los usuarios pedían que para picadas se habilite el autódromo, cosa que no estuvo contemplada en la ordenanza. “(Los políticos) van a reaccionar cuando tengan que enterrar a algún familiar”, argumentó uno de los presuntos corredores en Instagram. Alegre extorsión para la práctica deportiva ilegal. Pensar que hay quienes colocan su creencia muy lejos del interés común, como si tuvieran derecho a todo lo que se propusieran.

En una escala “micro”, algo de esto debe haber pasado en otro de los casos que fue tema esta semana. Testigos en el juicio a Gastón Dlugovitzky, así como la viuda de Fabián Cragnolino, cuentan que el joven se crió en el seno de una familia que hacía de la velocidad y el amor por los autos un culto. Sin demasiada consideración de los demás. Dlugovitzky, en el juicio que se siguió la semana pasada, fue condenado a una pena de 8 años de prisión por colisionar con el utilitario de Fabíán Cragnolino, un empleado de la comuna de Ibarlucea. En el juicio se expusieron más grabaciones escalofriantes. Entre otras cosas, el muchacho se jactaba de conducir “a dos gambas treinta” por calles de la ciudad. En uno de los audios, relató un episodio que vivió en Gálvez, cuando manejó a 230 km/h y de contramano. “El viejo (por su abuelo) me decía que estaba loco, y le clavé 2 gambas 30…guaaaaaaa. Y en cuarta, y cuando le mandé quinta se sintió pra, pra, pra, el escape reguaso”, se ufanó. Resta imaginar qué puede pensar al escucharlo Julia, viuda de Fabián. "Él no valoró su vida ni mucho menos la de los demás", consideró en diálogo con A Diario, por Radio 2. Ese es el punto: hay una pobreza cultural tan invasiva que nadie parece notar la ausencia de empatía con que se vive.

Consultada sobre si la falla es la educación y si es un aporte importante la incorporación de un curso de perspectiva de género a quienes vayan a sacar su primer carnet de conducir, Julia aseguró “todo lo que mejore, lo que forme y prepare a una persona es bienvenido. Hay que formar a las personas en respeto a los demás”. Una consigna tan dolorosa y tan clara, que resulta ineludible en un marco como la pandemia.

La Municipalidad, por ejemplo, admitió el desborde por el tema “picadas” en el Parque Scalabrini Ortiz. “Son puntos fijos de picadas que nos demandan muchos recursos para evitar las situaciones de conducción peligrosa”, siguió la funcionaria municipal. "En el último mes se realizaron más de 60 operativos preventivos para disuadir picadas ilegales”, describió Carolina Labayru, secretaria de Control y Convivencia Ciudadana.

La Muni le encontró una alternativa para que no se use como un mini-circuito: colocar retardadores de velocidad para invalidar la aceleración. Son ocho retardadores sobre avenida Mongsfeld, cuatro de cada mano, y otros tres sobre Central Argentino, la calle que da al shopping Alto Rosario. El plan es replicar con similitudes lo hecho en la zona de “los serruchos”, en La Florida. ¿Y la empatía? ¿Y la calle? Hay una responsabilidad compartida aquí y no parece que la estuviéramos viendo. La última discusión pública que se dio sobre educación vial fue la polémica por el curso de perspectiva de género. Pero no se escuchan ideas para el regreso definitivo del sentido común: algo tan básico como enseñar y crear conciencia de que no se puede cruzar deliberadamente un semáforo en rojo ni conducir a 120 kilómetros por hora en una calle. El enfoque clásico de priorizar lo más elemental, lo más útil primero, lo políticamente correcto; el complemento, después. Si hay que gobernar, mejor hacerlo con los pies en la tierra. Con las ruedas en el asfalto andando a paso firme.

Algo así planteó Pablo Martínez Carignano, de la Agencia Nacional de Seguridad Vial. En la semana, se conoció un proyecto para crear la figura del homicida vial, para que la interpretación en el trámite judicial se aleje de la jurisprudencia y tenga una herramienta más. "Planteamos equiparar que correr una picada y matar transforme al autor en un asesino como si hubiera disparado. Para que no se discuta si quiso o no hacerlo y los jueces tengan más herramientas", contó en A Diario.

Si no hay reglas claras, las excusas para quebrantar no tardan en llegar. Cuando el estado de excepción es permanente, nadie le encuentra la punta al ovillo del sentido común. Se convierte en una pelota que gira y pica rodando, escaleras abajo al infinito. En una escala mucho menos nociva pero de consecuencias sanitarias poco previsibles, las cámaras de El Tres exhibieron este domingo por la tarde-noche numerosos grupos de gente que no respetaba las medidas sanitarias en el marco de la pandemia del coronavirus.

El sábado trascendió un video donde se vio la misma situación. Ante la ausencia total de responsabilidad ciudadana, que es algo de lo que todos debemos hacernos cargo, ¿quién manda en la calle? Llamen al agente de la Guardia Urbana que desalienta las mateadas en los parques con un megáfono y clónenlo, porque uno no alcanza.

Sin timón

Un delegado de ATE del policlínico Pami I denunció a las cámaras de El Tres que cuerpos de fallecidos por covid-19 tuvieron que ser trasladados al área de Ecografía por falta de lugar. "Acá tienen capacidad para cinco muertos y hay quince", aseveró. Las fotos no demoraron en viralizarse, dando cuenta de lo que sucedía. Al principio, hubo que pisar con pies de plomo. El Pami es un laberinto en el que los gobiernos pasan y las acusaciones cruzadas entre proveedores y los cuatro gremios principales que trabajan ahí no cesan. La tradición de directores locales desempoderados, tampoco.

En medio de este escenario que no cambió desde la década del 90, familiares de un jubilado que falleció en la mañana del jueves –no por coronavirus– relataron el destrato que recibieron del Pami I. "Estuvo solo, depositado en una habitación, sin auxilio ni contención. Se mueren por desidia; mueren indignamente. Ni para retirarlo pudimos verlo, ni siquiera a través de un vidrio", indicó una de sus hijas.

Las dos hijas comentaron en De 12 a 14 (El Tres) el periplo que tuvieron que pasar para que a su padre lo operaron de una fractura en el femur que requería de una posterior recuperación en una unidad de terapia intensiva (UTI). Cabe preguntarse si era una muerte evitable, al menos. ¿Cuánto tiene que ver la crisis sanitaria del coronavirus? ¿Qué proporción de responsabilidad tiene una gestión en crisis crónica como la del Pami?

Los enfermeros de Pami se organizaron y a través de una delegada, ensayaron una defensa ante los medios. Describieron lo que puede ser absolutamente cierto: que con los medios que tienen, hacen un gran esfuerzo. ¿Y el director de Pami Rosario? Bien, gracias. Sigue en su puesto, aunque no dio ninguna explicación de lo sucedido. Ni siquiera habló para respaldar a sus empleados.

Cuando el mensaje baja así desde arriba, no puede esperarse mucho abajo. Un ejemplo de esto sucedió esta semana en que el desconcierto por el anuncio de las supuestas nuevas medidas de aislamiento fue aplazado dos veces, de jueves a viernes. El viernes no se haría ningún anuncio hasta que el gobernador participó de un acto público y respondió que no habría modificaciones. Pero las hubo y el sábado se difundió la nueva lista de actividades habilitadas. El presidente Alberto Fernández hizo otro tanto: anunció que en todo el país, habría 18 departamentos distribuidos entre las 24 provincias que volverían a una fase más estricta de aislamiento. Nos quedamos esperando. Finalmente, se supo: la novedad es la inclusión de todo el departamento La Capital y las localidades de Rafaela y Sunchales (Castellanos) y Esperanza (Las Colonias) a la restricción de circulación entre las 20 y las 6. Hasta este sábado, este “aislamiento” comprendía a los distritos Rosario, San Lorenzo, Constitución, Caseros, General López y las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé.

No se entendió nada. Los gastronómicos rosarinos, que tienen un grupo de whatsapp oficial que es gigantesco por la cantidad de miembros, suspiraron: no fueron pocos los que pensaron que volverían a cerrar puertas. ¿Quién diseña la comunicación? ¿De qué hablan las autoridades precisamente cuando dicen que los eventos están prohibidos?

En el cierre de la semana también fue fuerte el eco de apertura de los salones de fiestas bajo la modalidad gastronómica. “Hubo una reunión el lunes, se acordó no hacer eventos con modalidad de bar”, contó uno de los empresarios, muy golpeado por la sorpresa que a continuación se cuenta. Un famoso salón de la zona norte ofreció un menú fijo, con propuestas de todo tipo: barra libre, un ciclo de “sunsets” desde las 19. Menú de cuatro pasos, barra y bebidas. La capacidad, dado el espacio disponible al 30%, sería de unas 280 personas. Suena raro, en un contexto igual de raro como es éste. “Va a haber más gente que en La Bombonera para el partido de Argentina-Ecuador”, bromeó otro empresario.

Cuando la calle huele la ausencia de liderazgo, comienza la lucha de los que creen tener la razón y sólo actúan bajo una suerte de aceleración pulsional. El entorno se convierte en un túnel en el que nada se ve con claridad, sólo tubos de luz deformada.