Los argentinos descendientes de italianos gozaron durante décadas del beneficio del principio ius sanguinis, es decir, el derecho de sangre vigente por el que cualquier persona que pudiera probar su vínculo con ancestros de Italia tenía acceso a tramitar la ciudadanía. Pero este viernes entró en vigencia una modificación de la ley que le pone límites a este trámite.
El derecho de sangre era especialmente relevante para ciudadanos de Brasil, Argentina y Estados Unidos que quisieran migrar o simplemente contar también con la italiana. Esto se explica porque, según esa normativa que ahora deja de estar vigente, cualquier persona con ascendencia italiana califica para solicitar la ciudadanía siempre y cuando pueda demostrar un vínculo genealógico ininterrumpido.
Además, obtener la ciudadanía italiana era más sencillo en términos burocráticos que tramitar la española, aunque tenía también sus complicaciones. Las oficinas consulares, por ejemplo, suelen estar desbordadas de solicitudes y abren sus agendas cada cierto período de tiempo, llegando a plazos de espera que pueden ser de varios años.
Reforma del principio ius sanguinis
A lo largo del tiempo, la ciudadanía italiana se concibió como un derecho de sangre, por lo que los hijos de ciudadanos italianos son también italianos, independientemente de su lugar de nacimiento. Pero un fallo judicial de la Corte Suprema de Italia, con apoyo del Ministerio de Interior, modificó la interpretación del artículo 8 de la Ley 555 de 1912. En la nueva interpretación del artículo 12, si un italiano se nacionalizó en otro país cuando su hijo era menor de edad, ese hijo perderá la posibilidad de tramitar la ciudadanía italiana. Esto implica que el cambio en la interpretación de la ley repercutirá en los descendientes de italianos con un antepasado que se naturalizó en otro país cuando su hijo tenía menos de 21 años, ya que al ser menor de edad, el hijo no tenía la "patria potestad" para sostener la ciudadanía que le transmitía su padre. Por lo tanto, a partir de este viernes sólo podrán tramitar la ciudadanía por descendencia quienes tengan al menos un padre o un abuelo italiano, sin que haya posibilidad de ir más atrás en la línea de sangre para buscar el antepasado que transmita la ciudadanía. Según informó la agencia Reuters, el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, dijo que el sistema estaba siendo abusado "con aspirantes a italianos saturando los consulados en el extranjero con solicitudes de pasaportes, que permiten la entrada sin visa a más países que casi cualquier otra nacionalidad". "Ser ciudadano italiano es algo serio. No es un juego para obtener un pasaporte que te permita ir de compras a Miami", dijo Tajani en una conferencia de prensa. Los ciudadanos italianos solamente requieren del trámite del Sistema Electrónico para la Autorización de Viaje para ingresar a Estados Unidos, y no de una visa de turista como sí tienen que gestionar los argentinos. El Ministerio de Asuntos Exteriores aseguró que hubo un aumento en la cantidad de personas en el extranjero a las que se les ha concedido la ciudadanía, "particularmente en Sudamérica", donde millones de italianos emigraron en los siglos XIX y XX, a menudo para escapar de la pobreza extrema en su país. Los medios italianos, como el Corriere della Sera, ejemplifican este cambio con el "caso Messi", en relación a que el futbolista rosarino tiene triple ciudadanía (argentina, española e italiana) y fue fichado por el Barcelona como jugador comunitario gracias a su tatarabuelo, que a fines del 1800 emigró de Recanati a la Argentina. Los descendientes que quieran obtener su ciudadanía italiana deben ratificar la fecha de naturalización del antepasado y la edad de su hijo al momento de querer realizar. Esta información se puede conseguir mediante un certificado de la Cámara Nacional Electoral. El trámite de ciudadanía italiana se debe hacer en el Consulado italiano que corresponde al lugar de residencia, lo cual se puede consultar en el sitio web de la Embajada de Italia en Argentina.