Matías y Patricio nacieron en Rosario, terminaron el secundario en la Escuela Superior de Comercio de Rosario en 1994. Fueron al turno tarde, en distintas divisiones, pero siendo parte del mismo grupo de 11 amigos que aún hoy conservan. Un año más tarde ingresaron a la Universidad y en el 2000, Matías definió viajar a Europa, en busca de nuevos rumbos. Vivió en España, Suecia y desde hace más de 10 años, reside en Inglaterra. En septiembre de 2003, viajó Patricio, que pasó por Italia, España y ahora vive en Polonia. Durante un par de años, coincidieron en Madrid.

Hoy, desde sus hogares, donde transitan días de confinamiento severo por el rápido aumento de casos de covid-19, aguardan la vacunación, que ya comenzó para personal esencial y de riesgo. Desde la distancia, y en lugares con idiosincrasia totalmente distinta, se mantienen conectados para monitorear el avance de la pandemia en Argentina y en los países donde tienen familia y amigos.

Al este de Cracovia, en el sur de Polonia, está Katowice, una ciudad con más de 350.000 habitantes, que se presenta como un importante enclave industrial. Allí vive, desde “unos meses antes que empezara la locura”, Patricio Bueno (43) junto a su mujer Magdalena (41) y su hijo Mateo (3 y medio). La pareja se conoció en Madrid, en donde trabajaban para la misma compañía y a mitad de 2019 definieron mudarse a Polonia, de donde ella es oriunda, porque “la perspectiva laboral se veía mejor que en España y también para tener a los abuelos cerca”.

Mientras el frío cala hondo en la ciudad llena de nieve, Patricio charla con Rosario3. El termómetro marca -3, “y para mañana pronostican 15 bajo cero de mínima”, dice. En la ciudad, el sol sale alrededor de las 7.30, y se pone minutos después de las 16. Desde el 28 de diciembre, y por lo menos hasta el 31 de enero, el país impuso el cierre de la vida pública para tratar de contener la pandemia y evitar una tercera ola de casos. Ello implica que prácticamente no funcionen las actividades relacionadas con el turismo, no hay bares ni restaurantes, hay limitaciones en el transporte público y que solo estén abiertos los comercios esenciales. También es obligatoria la cuarentena de diez días para quienes regresen desde los países fuera de la Unión Europea.

Bueno afirma que “la gente respeta bastante, casi todos usan su máscara”, al tiempo que asegura que no se oyen muchos casos de fiestas clandestinas como en Argentina. “Aquí la gente no acostumbra hacer grandes reuniones y menos en invierno. Nunca hubo restricciones en cuanto a los viajes, se puede ir de una ciudad a otra, o de una provincia a otra. Pero en general la gente se cuida bastante. Por ejemplo en Navidad, que en Polonia es una fiesta importantísima y todo el mundo se reúne, se notó muy poco movimiento”, agrega.

Su hijo Mateo va a la guardería: “Es lo único que sigue abierto. Es raro, pero cómodo porque tenemos donde dejarlo para poder trabajar. Suele ir antes de las 8, ya que nosotros tenemos normalmente horario de trabajo de 8 a 16”, cuenta. Asegura que aumentaron bastante la compra en línea pero que una vez por semana siguen yendo al supermercado.

Ante la cantidad de información sobre el coronavirus, Patricio confiesa que “hace tiempo que dejamos de ver las noticias cuando se pusieron demasiado alarmistas”, y ahonda en este sentido: “Creo que la mayoría de la gente ha hecho lo mismo. La situación se ha naturalizado y la gente se acostumbró. De hecho, tuve dos compañeros de trabajo con covid y casi ni hablamos del tema, seguimos trabajando como siempre”.

Polonia vivió un 2020 convulsionado y para él eso explica la posición del país respecto a la pandemia: “Llevamos unos meses turbulentos en cuanto a lo político. Hubo elecciones (presidenciales a mitad de año que incluyeron una segunda vuelta), protestas contra el gobierno, aquí se está debatiendo penalizar el aborto, al revés que en Argentina. Entonces el covid pasó a segundo plano”, expresó.

A 1554 kilómetros de distancia, en Islington, un pequeño barrio al norte del centro de Londres, está su amigo Matías Rodríguez San Pedro (43), quien habla con Rosario3 al regresar de su salida diaria junto a su esposa Pearlie (39), con quien se casó en junio de 2019. “El lugar donde vivimos, por suerte y a pesar de ser cercana al centro tiene acceso a muchas zonas verdes, porque el centro está totalmente despoblado ahora mismo. Se puede salir una vez al día, sin horario fijo, para ejercitar o ir al supermercado. En la práctica, mientras no hagas ninguna locura, como subirte al auto y manejar 50 kilómetros para ir a un pueblo, está todo ok. Nosotros hoy por ejemplo salimos temprano para una caminata larga por los canales cerca de casa, y esa fue nuestra única salida”, afirma.

A finales de 2020, la pandemia se agravó en el Reino Unido con la llegada de una nueva cepa, hasta un 70% más contagiosa, y se endureció el confinamiento. “Lo que causó la nueva cepa y la subida repentina de los contagios es que pasamos de Tier (nivel) 3 a Tier 4 de confinamiento. En 3 todavía había tiendas abiertas no esenciales, podías ir a restaurantes, ya en 4 todo es takeaway de comida, café, y no hay tiendas que no sean de alimentación abiertas. También se han restringido las salidas una vez por día, aunque no son controladas realmente. Temor no hay, la gente se lo está tomando con la típica flema británica, tal vez demasiado. De hecho se ve muy poca gente con mascarillas por la calle, comparado con otros países. Lo que es parte del problema y el por qué hay tanto repunte de contagios, junto con la nueva cepa. También está el problema de que la gente ya está quemada y saturada del tema, creo que incluso se veía más temor al principio de la pandemia y el confinamiento, entre marzo y abril, que ahora”.

Matías comenta, en tono risueño, que lo primero que cerraron cuando pasaron al confinamiento duro fueron las peluquerías y barberías. “Así que estuve un tiempo involucionando al hombre de las cavernas”, agrega entre risas.

A la espera de la vacuna

El gobierno británico ha puesto todos los huevos en la canasta de la vacunación. Es claramente su "exit strategy" para la pandemia y están vacunando la población a un ritmo brutal. No hay mucha información con respecto a cuándo nos tocará, pero ahora mismo están vacunando a los grupos más vulnerables, gente con patologías existentes, grupos clave como médicos, enfermeros y gente de edad avanzada. Su plan, por lo que comentan, es tener a este sector vacunado para fines de febrero, y empezar con el grueso de la población para marzo. La idea es llegar a verano con toda la población vacunada y poder "abrir" el país”, afirma Rodríguez San Pedro.

“Nosotros estamos esperando esa información, y también la posibilidad de ver si podemos vacunarnos a través de algún programa por nuestros empleadores, si la vacuna de la NHS (Servicio Nacional de Salud de Reino Unido), nos toca muy tarde”, agrega.

En Polonia, las autoridades comenzaron la campaña de vacunación a finales de diciembre, con el personal sanitario, en medio del ascenso continuo de contagios que comenzó a registrarse a partir del mes de septiembre. “Al principio fue todo muy caótico, y al final dieron un calendario para la vacunación. Es solo para los mayores de 65, médicos, personal de salud, policía y militares”, afirma Patricio. “No escuche muchos comentarios de la gente, solo que muchos dicen que no se la quieren poner, lo típico. Nosotros creo que sí. Tal vez en el 2023 nos toque a nosotros”, dice irónico entre risas, al tiempo que agrega que “como será dentro de tanto tiempo, ya estará bien probada”.

La familia, los amigos y la pandemia

Vía online, teléfono y redes, los dos siguen la información de Rosario. Veintiséis años después de terminar quinto año, aún conservan el grupo de amigos, con el que se conectan vía Whatsapp y ven cuando visitan la ciudad. La última vez que Bueno estuvo en Rosario, su mujer estaba embarazada de Mateo. Matías, viajó el año antes de casarse. 

El padre y los hermanos de Patricio, viven en Rosario. Afirma que el covid se volvió un tema recurrente. “Cada vez que hablo con ellos parece que no hablamos de otra cosa,  estamos siempre dando vueltas sobre lo mismo: las vacunas, qué cuando empiezan, qué si se va a poder viajar”, comenta. Su papá tenía previsto viajar a Katowice “justo” en  abril del 2020. “Lo fue postergando, pensando que todo iba a volver a la normalidad en algún momento y todavía estamos igual”, lamenta.

Matías sigue el avance de la pandemia en cuatro países: donde reside; Argentina, donde viven sus tíos, primos y amigos; España donde viven sus padres (se mudaron cuando sus tres hijos se instalaron en Europa) y hermanos; y Singapur, donde nació su mujer y vive su familia. “Incluso cuando mejore la situación es probable que no viajemos hasta que estemos vacunados, para no poner en riesgo a la familia. Singapur está cerrado para extranjeros ahora mismo, por lo que Pearlie podría ingresar, pero yo no”, añade.

El trabajo, desde casa

Desde marzo de 2020, cuando se desató la pandemia, las dos parejas realizan home office. Pato y Magda trabajan en el sector contable de la  compañía SGS (Société Générale de Surveillance) una empresa multinacional suiza líder en inspección, verificación y certificación de calidad que cuenta con más de 97.000 empleados y más de 2600 oficinas y laboratorios por todo el mundo. “Ella trabaja para el equipo de España y yo para el de Italia y desde marzo trabajamos en casa y casi ni salimos, tampoco hay mucho que hacer”, afirma.

Patricio cuenta que el idioma, “es lo que más cuesta, en cuanto se dan cuenta me empiezan a hablar en inglés. Lamentablemente mi hijo ya habla polaco y yo no”, desliza. Asegura que cuando cuenta que es argentino, la gente se sorprende: “Lo ven muy lejano, me preguntan cosas, son bastante curiosos, sobre todo los taxistas”, sorprende. Pero no es el único rosarino en Katowice: “Como dato curioso, al llegar a la empresa me encontré con que había otro”, cuenta.

Matías es director en Cofense, una empresa multinacional de software, que ha tenido gran cantidad de trabajo durante la pandemia. Allí maneja un equipo internacional que está en Londres, Singapur, Melbourne y Dubai. Pearlie es abogada y trabaja en el sector financiero BlackRock. “Mi oficina ha estado cerrada desde entonces, aunque ella ha ido esporádicamente por temas puntuales”, agrega.

Rodríguez San Pedro afirma que lo que más extrañan es viajar y ver a la familia. “Estábamos acostumbrados a visitar Singapur dos veces al año al menos, ya que ambos podemos trabajar desde ahí, y claro, desde que empezó la pandemia ya no se pudo. Mis padres viven en Madrid desde hace un tiempo, para estar más cerca de nosotros y también íbamos muy seguido, una o dos veces cada mes. Pero tampoco hemos podido viajar desde que empezó la pandemia. Esto es lo que más nos ha afectado, estábamos muy acostumbrados a viajar y verlos y desde marzo del año pasado hemos tenido que estar la mayor parte del tiempo en Londres”, resume.