Habló con ellos. Los escuchó y conoció. Despojada de los titulares de los diarios y de preconceptos, y munida con las herramientas de las ciencias sociales que practica –es docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), también becaria posdoctoral del Conicet e integrante de la Multisectorial contra la Violencia Institucional de Rosario–,Eugenia Cozzi investigó la participación de jóvenes de sectores populares en situaciones de violencia en los barrios de la zona sur enfocada en tres generaciones de habitantes ligadas al delito. Así, nació la tesis doctoral: "De ladrones a narcos. Violencia, delitos y búsqueda de reconocimiento. Tres generaciones de jóvenes en un barrio de Rosario", en la que introduce una mirada integral de este fenómeno.

En su intento por abordar las balaceras en Rosario y de las personas que están involucradas, Rosario3 consultó a la profesional con experiencia en el terreno. “Hay que pensar el despliegue de violencia de una manera compleja, en conflictos que pueden estar ligados a un mercado ilegal y aún ese despliegue de violencia no sólo es instrumental sino que está cargada de sentido, ligada a la construcción de poder o determinada posición en este espacio social en este ambiente”, advirtió sobre la complejidad de un escenario mucha veces simplificado.

Cozzi utiliza un concepto fundamental en su tesis: el cartel. “Es una posición en una estructura que te pone más arriba o por abajo de otros que puede generar prestigio o vergüenza (habla de cartel de narco, de soldado, de trabajador, etc). Los carteles más ligados al despliegue de violencia que utilizaban estos jóvenes aparece la idea de “tira tiros”. Alguna que otra vez la de “sicario” pero, me parece a mí que es más una apropiación de carteles externos”, señaló. Al respecto, ahondó: “Es una actividad más. Algunas organizaciones tercerizan el despliegue de violencia. No necesariamente tiene que ver con un arreglo económico. Se tiene que construir poder en ese territorio y autoridad. Puede que llamen a alguien para que lo haga, un intercambio de distintos tipo de favores, dinero, por otro tipo de cuestiones, incluso una posición en la organización. No lo pondría en una trayectoria tan fija o en términos de construcciones identitarias”, sugirió.

De esta forma, ser “tira tiro”, o “narco” o lo que sea, es una posición variable e intercambiable. “Este joven puede desplegar violencia y construir prestigio alrededor de ese despliegue pero también puede ser muchas cosas al mismo tiempo, y construir otra fuente de prestigio o de vergüenza. Puede estar vinculado a algún mercado ilegal o puede estar vinculado al trabajo formal, ser un trabajador”, observó la profesional.

“Se piensa que el mundo del delito es caótico y en realidad es un mundo profundamente regulado y hay actividades que están bien vistas, generan prestigio y colocan en una posición de mayor poder y, hay otras actividades que están muy mal vistas que generan deshonor y sometimiento”, precisó. En este marco, por ejemplo, el comercio de drogas puede ser fuente de poder pero no de prestigio teniendo en cuenta que también en los sectores populares rige con fuerza una visión prohibicionista del consumo. “Hay muchos factores que desprestigian ese mundo y es fuente de desprestigio estar ligada a él”, redondeó.

¿Qué lleva a alguien a meterse en el mundo delictivo? Sin dejar de lado las particularidades, y expresándose en términos generales, Cozzi indicó: “El mercado de drogas es parte del horizonte de posibilidades. No ocurría lo mismo con las generaciones anteriores donde el desarrollo del mercado de marihuana y cocaína no estaba desarrollado como lo estará en la posteridad. Hay una acumulación de experiencia de otras generaciones ligadas a este mundo y en un momento donde el mercado de drogas se desarrolla pasa a ser. Pensemos entonces cuáles son las posibilidades disponibles”, dijo e interrogó: “¿Cuáles son las opciones para un joven del sector popular? ¿Qué trayectorias de vida tiene disponibles? ¿Cuáles son los materiales que como sociedad hemos construido para estos jóvenes?” Sin embargo, la investigadora aclara que, más allá de los prejuicios, “en los sectores populares la idea de trabajo como valor sigue regulando las relaciones sociales. Cuando los jóvenes te dicen que se quieren rescatar hablan de conseguir un trabajo. El trabajo sigue siendo un valor”.

Machos y ¿narcos?

La tesis de Cozzi establece que el despliegue de violencia en este contexto, “cuando es horizontal y entre pares está ligada a la demostración de coraje y valentía”. “Es una construcción de masculinidad entre varones, que deben demostrar valentía y poder. Diferente es la violencia sobre las mujeres que es más de dominación y de espacio privado”, apuntó.

También se refiere extensamente a la supuesta “guerra narco” en Rosario. “Se han construido imágenes de barrios dominados por los narcos y en realidad no es así”, advirtió. “Puede estar el narco pero no solo es el que produce autoridad a través del despliegue de violencia porque es insostenible a lo largo del tiempo. Hay otros elementos que determinados personajes ligados a este mundo hace que tenga autoridad en un barrio, más ligado a la “lógica del don” o la figura de los punteros. Entonces también está el mundo de la política pero no con una mirada despectiva sino de un actor que también está disputando, desde lo colectivo, que tiene otras particularidades. O el mundo de las iglesias evangélicas. Son circuitos disponibles que los jóvenes pueden atravesar. Pueden atravesar el mundo del delito pero también el del trabajo, de la política o de las iglesias, entonces es mucho más complejo, no aparece esto del territorio gobernado por narcos”, manifestó.