Mientras los partidos políticos discuten la nueva Constitución de Santa Fe, con foco en el equilibrio de poderes, la autonomía municipal o la independencia del Ministerio Público, desde la sociedad civil también llegaron propuestas. Colectivos sociales, sindicatos, universidades, colegios profesionales y personas particulares presentaron ante la Convención Constituyente sus propios proyectos de reforma: 707 en total. Lo hicieron por escrito y dentro del plazo habilitado por el reglamento, como ejercicio del derecho a participar de un proceso que –aunque muchas veces parezca encapsulado– podría redefinir el pacto de convivencia de los santafesinos.
Las propuestas abarcan una amplia variedad de temas, pero se agrupan en torno a ciertos ejes o preocupaciones recurrentes: derechos humanos, igualdad y no discriminación, participación ciudadana, acceso a la Justicia, educación, ambiente, laicidad, autonomía municipal, comunicación y derechos digitales. En muchos casos, son demandas surgidas de la experiencia concreta de vulneración o exclusión, y buscan ser incorporadas al texto constitucional para garantizar mayor protección a grupos históricamente postergados.
Las iniciativas no compiten con los proyectos de reforma integral impulsados por las fuerzas políticas. Funcionan más bien como aportes temáticos, específicos, que aspiran a ser recogidos por las comisiones de la Convención. Algunos de esos textos provienen de organizaciones históricas; otros, de colectivos recientes; y también hay presentaciones de particulares sin pertenencia institucional, que lograron acercar su voz por fuera de las estructuras tradicionales.
Derechos, igualdad y vida digna
Varias propuestas se centran en el reconocimiento de nuevos derechos y en la ampliación del principio de igualdad. Organizaciones de mujeres, colectivos LGBTIQ+, asociaciones por la diversidad funcional y entidades vinculadas a pueblos originarios plantean cláusulas que aseguren no sólo la igualdad formal ante la ley, sino también la igualdad sustantiva, con políticas públicas orientadas a remover obstáculos estructurales.
También hay iniciativas para incorporar el derecho a una vida libre de violencias, en todas sus formas, incluyendo la institucional, la de género y la simbólica. Algunas organizaciones sugieren que el nuevo texto incluya la figura de la violencia digital y regule los discursos de odio, tanto en medios tradicionales como en redes sociales.
Participación ciudadana y control social
Uno de los núcleos más potentes del conjunto de iniciativas es el que promueve una mayor participación ciudadana. Se propone consagrar mecanismos como la revocatoria de mandatos, la iniciativa popular, el referéndum vinculante y el presupuesto participativo obligatorio, tanto a nivel provincial como municipal.
Hay también planteos para institucionalizar las audiencias públicas en temas de alto impacto, y para crear instancias de control social sobre el Poder Judicial y el Legislativo. Una de las propuestas más originales, firmada por un grupo de ciudadanos autoconvocados, sugiere la creación de una “auditoría social” permanente, integrada por personas sorteadas por padrón, con atribuciones para evaluar el desempeño institucional.
Educación y laicidad
Varios proyectos abordan el derecho a la educación desde una mirada amplia. Se propone incluir la educación sexual integral (ESI), la perspectiva de género, el respeto a la diversidad cultural y el cuidado ambiental como contenidos obligatorios. Una presentación firmada por el Foro de Adolescentes de Santa Fe y Rosario pide que se reconozca a las infancias y juventudes como sujetos plenos de derecho, con opinión vinculante en las políticas públicas que los afecten.
El principio de laicidad del Estado aparece con fuerza en distintas iniciativas. Se plantea no sólo asegurar la libertad de cultos, sino también garantizar que el Estado no promueva ninguna creencia particular. Un grupo de padres y madres por la educación laica propone eliminar los subsidios estatales a escuelas confesionales y prohíbe la exhibición de símbolos religiosos en instituciones públicas.
Ambiente y soberanía alimentaria
El derecho a un ambiente sano y equilibrado, ya presente en la Constitución Nacional, es retomado por múltiples organizaciones, que piden una cláusula específica en la Carta Magna provincial. Algunos proyectos proponen reconocer los derechos de la naturaleza como sujeto, siguiendo modelos de otras constituciones latinoamericanas.
Hay además iniciativas para incorporar el principio de soberanía alimentaria: acceso a alimentos saludables, promoción de la agricultura familiar, protección de las semillas nativas y restricciones al uso de agrotóxicos cerca de zonas urbanas y escuelas rurales. En varios textos se vincula la cuestión ambiental con la equidad territorial y la justicia intergeneracional.
También proponen el reconocimiento constitucional de las alergias alimentarias infantiles como derecho a
una salud integral. “Las alergias alimentarias no pueden seguir siendo una carga silenciosa para las familias. Es tiempo de que el Estado reconozca esta condición como un asunto constitucional: un derecho, no un privilegio”, señaló el Dr. Fernando J. Gómez, psicólogo, psicoanalista e investigador de la Universidad Nacional de Rosario, que es el profesional que encabeza este proyecto.
Comunicación, redes y derechos digitales
Distintas organizaciones especializadas en derechos digitales y libertad de expresión propusieron incorporar principios que aseguren el acceso a internet como derecho humano, la protección de datos personales, el uso responsable de la inteligencia artificial y la obligación de las plataformas digitales de prevenir discursos discriminatorios y violentos.
También se sugiere una cláusula sobre medios de comunicación que establezca la promoción del pluralismo informativo, la diversidad de voces y la no concentración de la propiedad mediática.
Sistema político y acceso a la Justicia
En el plano institucional, varias iniciativas reclaman paridad real en los tres poderes del Estado, con alternancia de género y cupo disidente. Se propone también la promoción de la diversidad etaria, territorial y funcional, con participación de personas jóvenes y con discapacidad en listas y cargos públicos.
Respecto del Poder Judicial, hay proyectos que promueven una reforma en clave democratizadora. Se propone que el Consejo de la Magistratura (si se mantiene) tenga una composición más plural, con representación de organizaciones sociales, universidades y ciudadanía. También se sugieren mecanismos de evaluación periódica de jueces y fiscales, con perspectiva de derechos humanos.
Autonomía municipal y gobiernos locales
Algunas organizaciones —y también colectivos ciudadanos sin filiación partidaria— presentaron proyectos vinculados a la autonomía municipal. En general, apoyan la idea de que los municipios dicten su propia carta orgánica, pero con participación directa de la ciudadanía en el proceso. También piden que se reconozca la existencia de áreas metropolitanas con atribuciones específicas en materia ambiental, de transporte, servicios y planificación urbana.
Una de las propuestas más completas en este punto proviene de un grupo de jóvenes universitarios que plantea un modelo de regionalización con criterios de equidad y sustentabilidad, para evitar que la autonomía sea un privilegio de las grandes ciudades.
La voz de quienes no tienen estructura
No todas las propuestas provienen de organizaciones formalizadas. Entre los textos presentados hay proyectos elaborados por particulares o colectivos espontáneos, como vecinas feministas del sur provincial que proponen incluir la paridad de género con cupo para personas trans y no binarias, o ciudadanos independientes que plantean limitar la reelección de autoridades locales. También hay docentes, abogados, estudiantes o trabajadores que firmaron proyectos de manera individual, como ejercicio de su derecho a participar.
Lejos de ser anecdóticas, estas iniciativas muestran que la reforma constitucional no sólo es un debate entre actores partidarios o institucionales. Es, también, una oportunidad para que la ciudadanía común se exprese sobre el tipo de Estado que quiere. Algunas de esas voces quizás no lleguen al texto final, pero su sola existencia interpela al proceso y recuerda que una Constitución no es apenas una arquitectura de poder: es también un espejo de época.