El papa Francisco encabezó este viernes una misa especial desde el Vaticano para pedir por el fin de la pandemia del coronavirus, “En este barco estamos todos”, dijo el pontífice desde una desierta plaza San Pedro.

“Queremos estar sanos en un mundo enfermo”, señaló Francisco, a modo de plegaria y reflexión. En tal sentido, habló sobre una “una tormenta inesperada y furiosa” que nos obliga a dejar de lado los egoísmos.

“No podemos seguir cada uno por nuestra cuenta”, advirtió.

Francisco oró ante el llamado "Cristo de la Peste", un crucifijo supuestamente milagroso que acompaña a los papas en la Plaza de San Pedro desde hace siglos. Sobrevivió a un incendio en 1519 y permaneció intacto, especialista afirman que fue quién salvó a Roma de la Gran Peste de Europa en 1522.

Bendición papal


En una plaza desierta, envuelta en silencio y mojada por la lluvia incesante, el pontífice argentino regaló a los fieles católicos del mundo una ceremonia inédita, una homilía y una bendición posterior que los creyentes católicos tuvieron que seguir a través de los medios de comunicación.

La Santa Sede ordenó el cierre hasta el 3 de abril de la plaza y la basílica de San Pedro, como medida de precaución ante la propagación de esta pandemia, que ha dejado ya al menos cinco casos positivos en el interior del Vaticano.

La bendición "Urbi et Orbi" se imparte habitualmente en tres ocasiones: cuando el Papa es elegido sucesor de Pedro, el 25 de diciembre por Navidad y en Pascua.

Pero también se ofrece en ocasiones muy puntuales, como en 1942, cuando Pío XII lo hizo con motivo de su Jubileo episcopal y del XXV aniversario de las apariciones de Fátima.

El papa Francisco quiso tener ahora un gesto extraordinario, cuando el mundo sufre la expansión de este virus que se ha cobrado ya la vida de más de 25.000 personas a nivel global.

Francisco besa los pies del Cristo de la Peste. (Foto: EFE)

Y dio la indulgencia plenaria a todos los católicos, tal y como estableció recientemente Francisco en el decreto de la Penitenciaría Apostólica. En este documento, el papa otorga indulgencias a todos los enfermos con coronavirus, a sus familiares, a quienes les cuidan y a todo el que reza "para pedir el cese de esta pandemia, el alivio de los que sufren y la salvación eterna de los fallecidos".

La ceremonia sin precedentes en el Vaticano comenzó a las 18 hora local (17.00 GMT), cuando el Papa se dirigió en silencio desde las escaleras de la plaza vaticana hacia el sagrario donde ofreció una homilía.

Después, se acercó despacio hacia la puerta central de la basílica del Vaticano para rezar ante la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, que habitualmente se guarda en la Basílica de Santa María la Mayor, como y también el Cristo crucificado de la Iglesia de San Marcello, al que el pontífice rezó el pasado 16 de marzo dejando una fotografía memorable, un paseo por una Roma vacía, con sus gentes confinadas en sus casas.

Este Cristo fue llevado en procesión en 1522 por Roma para pedir el fin de la peste que asolaba la ciudad y desde entonces ha sido llevado en procesión a San Pedro cada año sagrado, alrededor de cada 50 años.