Rosario Central salió este sábado a escena con los ojos del mundo del fútbol encima porque se produjo el regreso oficial al fútbol argentino de Ángel Di María, después de 18 años. El Canalla empató ante Godoy Cruz 1 a 1 en el Gigante de Arroyito y Fideo volvió a gritar un gol en su casa. Pero la celebración no pudo ser completa.

No fue bueno el partido de Central. Las emociones estuvieron por encima de todo y el fútbol quedó escondido entre los abrazos. El equipo de Holan no tuvo pimienta, manejó el trámite del partido pero sin poder profundizar casi nunca. 

En la primera parte, solo un par de veces llegó con peligro sobre el arco de Petroli. La primera fue por una buena presión de O'Connor, que aprovechó Campaz para disparar al arco, pero el arquero respondió. La pelota salió hacia el costado, le cayó a Di María e hizo trabajar nuevamente al portero, aunque luego le cobrarían falta. 

La otra llegada peligrosa fue un centro de Fideo que Véliz no pudo conectar bien de cabeza. Tenía el gol en la frente, pero se pasó en la palomita y terminó metiendo hacia el centro del área su disparo, que terminó en un rechazo al corner. 

De todos modos, la más clara llegó sobre el final y fue para el Tomba. En el último centro, al área del primer tiempo, Auzmendi metió un frentazo que dio en el travesaño e hizo suspirar de alivio a los canallas. 

Ya en el complemento, Central no pudo ser el dueño del trámite. El Tomba salió a disputarle el manejo de la pelota y de a ratos se la quito. 

Pero hubo una acción que sacó a todos de la modorra. En un córner de Malcorra, Véliz sintió que lo iban a agarrar e inventó un penal que Dovalo cobró. El Gigante se paralizó porque enfrente de la pelota se paró Di María. 

Las pulsaciones crecieron inmediatamente en el campeón del mundo y en cada uno de los hinchas. Fideo respiró hondo y la tocó suave, al palo izquierdo del arquero. Todo era celebración, fiesta, locura. El día perfecto.

Sin embargo, la cosa se empezó a torcer. Un golpe en la rodilla hizo que Di María tuviera que salir en camilla. Así se perdió la ovación que ya estaba preparada para su caminata hasta el banco de suplentes. 

Luego, el Tomba empujó. Barrea metió un cabezazo en el ángulo. Bien en el vértice. En la unión del palo y el travesaño. Los corazones se paralizaron. La pelota volvió al área y todo el equipo visitante pidió penal. En la protesta desmedida, el propio Barrea vio la roja. 

Pero no se desanimó. En el sexto minuto de los siete agregadospor Dóvalo, Poggi empujó al gol un gran centro rastrero desde el costado y la fiesta ya no fue tal. 

El partido se apagó entre suspiros y lamentos. Los tres puntos estaban casi asegurados, pero Central defendió mal la última pelota. La fiesta no pudo ser completa. Un punto para empezar y mucho para mejorar.