“Ahora vamos a sincerar, así como ganó las elecciones una persona que hizo campaña hablando bien de Margaret Thatcher –que para los argentinos es una criminal de guerra– digan también que están haciendo el ajuste contra el 90 por ciento de los argentinos y no contra la casta”, dice Alejandro Grimson, doctor en antropología e investigador, quien además fue asesor del expresidente Alberto Fernández durante los primeros años de su gestión.

Su actitud es profundamente crítica, tanto hacia sí mismo, como hacia la gestión de gobierno que acompañó y no disimula cierto enojo por la conducta de exfuncionarios del ex Frente de Todos (hoy Unión por la Patria) y exlegisladores del mismo espacio político, que desempeñaron cargos importantes durante los últimos cuatro años, pero se niegan a reconocer error alguno en el ejercicio de sus funciones.

“Yo fui asesor del expresidente en los primeros años. Fracasé; el gobierno fracasó y después de renunciar, me llamé a silencio. Una vez que terminó el proceso electoral decidí hablar con total franqueza y reconocer que todos aquellos que tuvimos alguna participación en ese gobierno, tenemos que asumir la responsabilidad por lo que está pasando, porque Milei es la consecuencia lógica del fracaso del gobierno de Alberto Fernández”, dice en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2).

Milei: “producto del fracaso de Macri y Fernández”

 

Grimson se refiere al avance de la ultraderecha en el mundo y puntualiza en esta etapa del siglo XXI, a los gobiernos de Donald Trump y de Jair Bolsonaro. “En todos los casos –subraya– se trata de sistemas que intentan dañar el sistema democrático y no creen en el pluralismo, pero en situaciones de inestabilidad extrema, pueden terminar perdiendo elecciones, como en los casos mencionados (Estados Unidos y Brasil), mientras que en otros casos, se consolidan, como sucedió en Hungría”.

Explica que en América Latina tienen una fortísima orientación neoliberal con una tendencia a las políticas de shock. En Estados Unidos, la cuestión es bastante más compleja: mientras que en el sur los liberales no son proteccionistas, en el norte utilizan el proteccionismo para promover sus propios productos y para impedir las exportaciones desde el sur. En Europa, la ultraderecha tiene una política específica para desarmar el estado de bienestar y para limitarlo a los nacionales e incluso tienden a reducir a los nacionales con polémicos criterios para el reconocimiento de la ciudadanía.

“En Argentina se dice que se está haciendo un ajuste contra la casta, pero yo no conozco a nadie de la casta que use el transporte público, que mande a sus hijos a la escuela pública o que se atienda en la salud pública. Estas medidas son contra los trabajadores y los jubilados”, remarca y apunta una serie de datos estadísticos que demuestran el grado de fracaso en las políticas económicas llevadas adelante tanto por Mauricio Macri, como por Alberto Fernández.

Menciona que Macri asumió con un 25% de inflación y se fue con 53%. Con ese porcentaje asumió Alberto Fernández y se fue con más del 200% de inflación. Observa que Macri asumió con un dólar a 12 pesos y se fue con un dólar a 80 pesos (“un fracaso estrepitoso”, dice); mientras que Alberto Fernández asumió con un dólar a 80 pesos y se fue con un dólar a mil pesos (“otro fracaso estrepitoso”). Macri asumió con una pobreza cercana al 27% y se fue con un 36% de pobres y Fernández terminó con una pobreza del orden del 40%.

“Entonces –sostiene– hay que asumir que así como Fernández ganó la elección de 2019 por el fracaso de Mauricio Macri, Milei ganó la elección de 2023 por el fracaso de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, por un lado, y del gobierno anterior de Mauricio Macri. O sea, surgió una alternativa a quienes disputaron las elecciones presidenciales en 2015 y 2019”.

Lo único que vive es el carajo; la libertad se está muriendo.

“En 2023 venían esas dos fuerzas e irrumpió Milei que se quedó primero con el 30%, porque un sector muy grande dijo: “«quiero probar otra cosa», «este señor está enojado; yo también», «este señor quiere insultar a todo el mundo; yo también». Bueno, a partir de una serie de sintonías de bronca y de coincidencias, tomaron esa decisión. Ahora, está claro que lo único que está avanzando en la Argentina es la pobreza; no la libertad. No existe la libertad sin dignidad, no hay libertad sin un salario digno, sin comida y sin poder mandar a los chicos a la escuela. Lo único que vive es el carajo; la – reafirma– libertad se está muriendo”.

La negación como estrategia: viejo y gastado recurso político

 

Como si negar sistemáticamente algo alcanzara para que ese algo no existiera, muchos dirigentes políticos –en especial los de la vieja escuela– tienen por hábito la negación, conducta que les impide desde asumir fracasos hasta identificar errores y rever decisiones o políticas contraproducentes.

¿Alguien demuestra alguna actitud de autocrítica hacia el interior de Unión por la Patria? “En absoluto –dice Grimson– Lamentablemente, creo que no hay nadie que comparta la autocrítica que planteo. Me parece patético, pero es la realidad. Estoy esperando que los dirigentes que tuvieron cargos ejecutivos altos o responsabilidades legislativas extraordinarias (como presidente de la Cámara o presidente del bloque oficialista) se autocritiquen, pero no han dado signos en ese sentido.

Respecto de la carta de 33 carillas publicada por Cristina Kirchner en sus redes sociales, Grimson fue contundente: “No sé por qué salió Cristina. Tampoco sé por qué lo hizo con una carta de 33 páginas. Hoy, la oposición está totalmente fragmentada y no tiene programa político. Esas 33 páginas no son un programa político. Eso está claro. Un programa político es más sencillo; es un párrafo que diga: «cómo se hace para aumentar la producción y redistribuir la riqueza sin déficit fiscal». Pero mientras se siga defendiendo que haya déficit fiscal – enfatiza– Argentina no tiene solución”.

El progresismo, la centroizquierda tiene que explicar cómo va a construir un país más justo sin déficit fiscal.

El investigador señala que puede ser que en otros países haya políticas muy buenas con déficit fiscal. En este momento España y Alemania lo tienen; “pero en Argentina no funcionan las políticas con déficit fiscal porque terminan en inflaciones con estas características y con una amenaza de dolarización total. La mejor forma de oponerse al asesinato de la soberanía que significa la dolarización es la defensa de la moneda. Y la moneda se defiende sin déficit fiscal. Por eso –insiste– el progresismo, la centroizquierda tiene que explicar cómo va a construir un país más justo sin déficit fiscal”.



El lastre del déficit fiscal

 

En ese sentido propone: “Pueden simplificarse los impuestos y también se puede hacer que los más ricos paguen más impuestos. De manera simple. No tiene que ser complejo que los ricos paguen más impuestos. Con eso se liquida el déficit fiscal; no hace falta gastar menos plata. Sí hay que gastar mejor, hay que controlar y evitar el pago de sueldos exorbitantes. Ahora, cuando se dice que hay que resignarse al déficit fiscal, es porque no se quiere poner impuestos a los ricos y cobrárselos. Si van presos tres famosos por evasión, aumenta el pago de impuestos en un minuto y medio. En el AMBA, se subsidió durante años la luz y el gas a los ricos. Esa plata también podría haber sido destinada a reducir la indigencia y la pobreza. Hay mucho para autocriticarse”, repite.

Para Grimson, el hiperestrés al que está sometida la población es parte del plan político. “Si uno está hiperestresado no vive bien, está afectada la salud física, la salud mental y no se puede pensar. Lo mismo que vive la población lo vive la oposición que está desarmada por el plan estresante del gobierno, que causa permanentes reacciones viscerales. En ese escenario –resume– la única alternativa que puede haber, tiene que ser profundamente honesta. Y para que sea honesta tiene que partir de la autocrítica”.