Pasaron cosas desde el 27 de febrero de 2012. Muchas cosas. Tantas que podríamos decir que la Argentina es otra. Tan distinta que la presidenta que aquel día pronunció el ya célebre "vamos por todo" hoy, siete años y medio después, volvió al mismo lugar, el Monumento a la Bandera, como candidata a vicepresidenta y expuso un mandamiento político completamente distinto: vamos con todos.

Buena parte de los discursos de los Fernández se centraron en justificar la unidad de hoy, en explicarla como una necesidad impostergable para terminar con un gobierno al que definieron como una "fábrica de pobres". Pero además, Cristina ubicó los desencuentros de ayer como una de las causas que dieron paso no sólo a la llegada del macrismo al poder sino también a su consolidación en las elecciones de medio término, en 2017.

Fue justamente después de esa derrota electoral, en la que la ex presidenta perdió con Esteban Bullrich en provincia de Buenos Aires, el reencuentro con Alberto, quien desde el Monumento lanzó una promesa: "No nos vamos a pelear nunca más".

En su discurso de este miércoles, Cristina por momentos pareció a punto de pedir disculpas por esas divisiones, que la separaron no solo de su hoy candidato a presidente sino también de otros dirigentes que ahora juegan el juego de la unidad, como Sergio Massa y Felipe Solá, ambos presentes en Rosario. O de hacerse cargo de errores políticos propios que ayudaron a abrirle al macrismo las puertas del poder. Como si hubiera querido decir algo que finalmente no dijo explícitamente.

Lo que sí dijo es que nunca imaginó que el macrismo pudiera llegar "a tanto". “Si uno mira la historia reciente de los años que han pasado, podrá advertir claramente como de a poco fueron enfrentándonos para llegar al gobierno y hacer esto que nadie esperaba”, fue el textual.

Ese escenario "inesperado" incluye el hecho inédito de que un gobierno sin logros económicos, sino más bien todo lo contrario, sostenga chances de continuar en el poder. Y acaso empezó a cocinarse aquel día del "vamos por todo", un ingrediente perfecto para la estrategia demonizadora contra el kirchnerismo, que apostó y apuesta, entre otras cosas, a igualarlo con el chavismo venezolano. 

El tiempo pasa. Cristina hoy es candidata a vicepresidenta y, según dijo este miércoles, su rol pasa solo por "acompañar" a Alberto, por más que otra vez decenas de miles de personas hayan ido al Monumento a expresarle a ella, y a nadie más, su amor incondicional. Que haya resignado la posibilidad de volver a la Casa Rosada sin dudas alfombró el camino que llevó a la unidad que se puso en acto en Rosario, con Alberto, Massa, y los gobernadores o candidatos a serlo. Y eso, a su vez, le dio mayor competitividad al peronismo de cara a una elección histórica, que tendrá su primer capítulo con las primarias del domingo.  

“Digas Patria, Nación o República la única bandera es la de la Argentina”, afirmó en un momento Cristina. Algo así como un "vamos con todos".