¿Que tamaño tiene esta tristeza? Se fue la leyenda. Aunque las leyendas tienen eso, no pueden irse.

Las retienen las manos de los laburantes y también las bocas de la gente en las veredas de los barrios.

En el Oeste se arman fogatas para no dejarte ir y alrededor del fuego no se mueve nadie.

El más viejo mira a los pichones y arranca:
—Sientensé pibes, les voy a contar la historia del pájaro mas libre que vi en mi vida...