En general la experiencia es muy desmotivante porque es todo demasiado virtual. No hay de por medio una comunidad. Un lugar donde intercambiar experiencias y compartir un momento con otro que hace lo mismo que vos. Estás completamente solo”, explica Samuel Ivanchuck (23), repartidor de Glovo que comenzó su experiencia como delivery ante la falta de trabajo como músico sesionista cuando comenzó la cuarentena y el aislamiento. La soledad que describió Samuel se relaciona con una sensación que expresaron los repartidores con los que habló Rosario3: la de sentir que se trabaja para un algoritmo. “Hay una distancia enorme entre la organización del trabajo por parte de una empresa y un colectivo de trabajadores mediado por el entorno digital. Esto desdibuja la figura de la compañía y hace parecer que el empleador o la organización empresaria no está, cuando sí está”, explica el abogado laboralista y asesor legal de la Asociación de Personal de Plataformas de Ciudad de Buenos Aires, Juan Manuel Ottaviano. 

La forma en que les son asignados, quitados y monitoreados los encargos a través de las apps y las dificultades para hacer llegar multiplicidad de reclamos que van desde negarse a llevar un pedido—porque significa adentrarse en una zona peligrosa por ejemplo—sin ser sancionados hasta conseguir un lugar físico en donde descansar, cargar el teléfono e ir al baño profundiza esas percepciones en un sector de los repartidores de plataformas que se organizó. Este grupo reclama por mejoras en sus condiciones laborales desde hace nueve meses con una carpa en la plaza San Martín frente a la sede de gobernación y cuenta con el apoyo de la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario.

Crédito: Alan Monzón/Rosario3

Control

“El monitoreo de lo que hacemos es constante”, cuenta Lucas Carrión (34), un estudiante de Derecho que empezó a trabajar como repartidor en Rappi cuando se quedó sin trabajo formal como corredor inmobiliario. “Un día la app me mandó un mensaje donde me decía que notó que me faltó cambio en un par de entregas y me sugirió que antes de salir a trabajar de nuevo busque; además me hizo tomar un curso de cinco minutos en video donde se me explicó por qué es importante llevar cambio conmigo”. Carrión relaciona ese mensaje con una conversación que mantuvo el día anterior con un cliente a través del chat de Rappi, donde le comentó que no tenía para darle vuelto.

El control omnipresente que describe Carrión toca un tema que mencionaron otros repartidores: el manejo de dinero en efectivo. “Al principio, la app te pasa pedidos de pago en efectivo para que armes una caja que se usa como cambio y pago en comercios para clientes que abonan en efectivo”, detalla el repartidor Ivanchuck. “Cuando llegás a 3000 o 4000 pesos tenés que depositarles un monto X a través de Pago 46 y te da 48 horas, si no lo hacés te suspenden y no podés trabajar”. En este punto Carrión cuenta que en Rappi el depósito hay que hacerlo antes de volver a trabajar o el repartidor queda inhabilitado hasta saldar la deuda. Las liquidaciones de salario se hacen cada 15 días y parte de lo recaudado se les permite que lo tomen a cuenta del pago quincenal. 

Crédito: Alan Monzón/Rosario3

Manejar dinero además de sumar tareas administrativas y de logística conlleva peligros para la seguridad de los repartidores: “Hay una realidad—confiesa Cuyen Peratta (22), repartidora en Rappi—y es que a muchos compañeros y compañeras les roban y las empresas no se hacen cargo de las pérdidas; no tenés ningún tipo de seguro por parte de la compañía”. Esto deriva en que los repartidores que sufren hechos delictivos, además de perder sus pertenencias que son sus herramientas de trabajo, quedan atados a una deuda que deben saldar con las plataformas que no cuentan con seguros, si pretenden seguir trabajando.

Los elementos de trabajo y seguridad lo pagan los repartidores. La caja de reparto y la ropa de la empresa se pagan por adelantado o se contrae una deuda con cada empresa que se va descontando a medida que se trabaja. El casco y el paquete de datos del teléfono corren por cuenta del repartidor, salvo que el trabajador esté en relación de dependencia. La caja solamente tiene un costo de entre $1000 y $1500 pesos y cada una tiene un número de serie que identifica al repartidor. Glovo—que ahora pasó a formar parte del grupo Delivery Hero al que pertenece PedidosYa—es la única de las tres empresas que entrega una batería portátil y un soporte para llevar el celular en el vehículo. La caja tiene un costo $1500 pesos en comodato (sin ajuste por inflación al momento de la devolución) y el repartidor debe abonar $454 pesos cada 15 días por el uso de la app. Rappi manda la caja por encomienda y el repartidor debe hacer el retiro desde la terminal de ómnibus o en el depósito de la empresa de colectivos. 

Cada una de estas reglas y condiciones de trabajo están establecidas por contrato. Rosario3, accedió a uno de PedidosYa y comprobó lo que cuentan los repartidores junto con el resto de obligaciones a las que suscriben ambas partes. El documento consta de ocho páginas con 16 clausulas y tres anexos al que se comprometen trabajador y empresa para trabajar. Prácticamente la totalidad de la obligaciones recaen sobre el trabajador y un mínimo sobre las plataformas que se autodenominan como intermediarias entre repartidor, comercio y usuario/cliente. 

El que se fue a Sevilla...

Los repartidores que entrevistó Rosario3 están rankeados en los niveles intermedios y bajos de estas aplicaciones. Todos reparten en bicicleta y el único que está en relación de dependencia es Catriel Sosa, que trabaja en PedidosYa desde 2017. Sosa, junto a otras 54 personas, forman parte de una anomalía en la lógica de estas empresas, que niegan cualquier relación laboral con los repartidores y armadores de pedidos pese a tener un control total sobre los flujos y la organización del trabajo, un sistema sancionatorio y la regulación unilateral sobre cuánto se cobra y cómo se pagan salarios. Salvo en Rappi, nadie trabaja de repartidor cuando quiere, sino cuando las empresas lo permiten. Y para acceder a cuotas de turnos y franjas horarias en PedidosYa y Glovo el ránking es decisivo.

Montaje: Rosario3

Si bien hay diferencias entre los sistemas de rankeo, las plataformas utilizan esa variable para organizar el trabajo y establecer premios y castigos. PedidosYa reparte turnos diarios de cuatro horas según el ránking de los repartidores que no están en relación de dependencia. Los mejor ubicados acceden al calendario entre miércoles y jueves, el resto los viernes. “Los tres primeros pueden trabajar hasta dos turnos por día y tres el fin de semana. Cuatro, cinco y seis pueden agarrar un solo turno los viernes, sábados y domingos. En días normales solo trabajas si los primeros sueltan un turno porque no lo pueden cubrir”, explicó un repartidor que prefirió no dar su nombre. Cuando un raider suelta un turno, la app lo pone a disposición de las personas de los ranking más bajos y se lo queda el que primero lo toma. Esto convierte al sistema de puntajes en un juego de la silla donde para trabajar hay que estar atento 24/7 si no se está al tope de la pirámide. 

Glovo también beneficia a los mejor puntuados pero divide el trabajo en franjas horarias de 30 minutos a una hora que se renuevan al final de cada ciclo. “Si se corta, se corta. Se tiene que habilitar una hora para poder seguir trabajando y vos tenés que estar atento para agarrarlo”, cuenta Samuel Ivanchuck. Lo máximo que logró trabajar en un día fueron cuatro horas y media durante un fin de semana. 

Si el repartidor rechaza pedidos, tarda demasiado o se desconecta de la aplicación antes de que su turno termine es sancionado. Esto choca con la idea de libertad laboral que publicitan las plataformas. La sanción por lo general es de tiempo sin recibir pedidos y quita de puntos, lo que afecta el ránking. “El que más pedidos entrega, el que no rechaza encomiendas y está siempre disponible (llueva, truene, haga frío o calor) y con la mejor predisposición frente al cliente y el comerciante sube en el ránking”, apunta Sosa. “Si tardo mucho, ya sea para retirar un pedido o para entregarlo, me quitan puntos y a medida que pierdo puntaje me asignan menos pedidos”, agrega Lucas Carrión respecto a Rappi. 

El vehículo para reparto también es importante para ubicarse en los primeros puestos. Quienes trabajan con motos y autos tienen los puntajes más altos en los listados de las tres empresas. Estos son los que primero acceden a los calendarios de trabajo. “Los que están en los puestos 1 y 2 pueden llegar a generar un salario de entre 60 y 70 mil pesos mensuales”, calcula un repartidor de PedidosYa consultado. La mayoría de los repartidores gana una tercera parte de ese monto en promedio, trabajan los fines de semana o cuando se libera un turno y suelen repartir en bicicleta

Sostenerse en al tope de la pirámide implica ser rápido arriba de la moto o pedalear a fondo todo el tiempo. No rechazar pedidos ni tomarse fines de semanas, feriados o vacaciones; ser amable todo el tiempo—porcentajes del ranking total lo componen las calificaciones que dan los usuarios/clientes y comercios—y evitar accidentes o enfermarse. “Para ser primero en el ranking y hacer un sueldo de 60 mil pesos por mes tenés que ser esclavo de la aplicación”, afirma Carrión.

Intereses contrapuestos

La desigualdad que produce este sistema generó dos grupos de repartidores en las plataformas de reparto que operan en Rosario: uno a favor de la regulación de estas empresas y el otro en contra. Los que se oponen defienden el sistema tal como está y rechazan la sindicalización. El primero, en cambio, aspira a la obtención de mejoras en sus condiciones laborales y pide que las empresas tengan un local comercial donde poder descansar, cargar los teléfonos y acceder a un dispenser de agua fría y caliente. 

Trabajadores de plataformas de delivery se manifestaron frente al concejo

Ambos reclamos generaron que concejales de los bloques del peronismo, el Frente Progresista presenten alternativas de cómo abordar el conflicto y lo mismo hizo la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario (Aecr) con un proyecto propio. Juntos por el Cambio hará lo suyo en los próximas días según pudo averiguar Rosario3.

Desde el bloque del justicialismo y el oficialismo hay dos proyectos que buscan modificar la ordenanza 7.042 sobre “Distribución de Mercaderías y Servicios de Cadetería” y así incorporar a las plataformas digitales sin modificar las relaciones laborales porque no tienen competencia sobre esto. Si bien los proyectos que firmaron Marina Magnani (Frente de Todos) y Verónica Irizar (FPCyS) muestran diferencias, ambos obligan a las empresas de reparto a establecer un local comercial y el pago de tributos al municipio—algo que igualaría a estas compañías con el resto de las que operan de forma física en la ciudad—, junto a una serie de normas que hacen a la seguridad de los repartidores. El de la Aecr va en la misma línea que los anteriores. 

Crédito: Prensa Concejo Municipal

“La irrupción de la pandemia transformó los servicios de delivery en actividades esenciales no solo para la gente, también para los comercios gastronómicos que vieron incrementada la demanda por esta vía en un 80 o 90 por ciento”, contextualiza la concejala Verónica Irizar que entiende además que las plataformas acaparan el mercado de forma oligopólica

La ciudad mantiene una discusión sobre cómo regular la actividad de las empresas de plataforma desde 2018 pero la irrupción del coronavirus cambio el escenario. La pandemia precipitó la necesidad de establecer un orden tanto para un sector de los trabajadores, el empresariado gastronómico y la política que ya había intimado a las plataformas. Lo que no se modificó aún es la reticencia de las plataformas a establecer un marco de negociación fluido con una cara visible de cada empresa. Dificultad que identificaron todos los sectores en conflicto.   

El bloque de Juntos por el Cambio, a través del concejal Roy López Molina va a ingresar un proyecto alternativo con el foco puesto en “evitar una regulación que desaliente la instalación de empresas de la economía eventual”. López Molina comparte con el resto de los ediles consultados que se le debe dar un marco a la actividad pero no acuerda con las propuestas que realizaron el oficialismo, el peronismo y Aecr.

El concejal de Juntos por el Cambio dijo estar preocupado por el precedente que puede significar para la economía eventual (provincial y nacional) un tipo de regulación que de pie a que las plataformas deban reconocer como trabajadores en relación de dependencia a los repartidores. Algo que el senador nacional Daniel Lovera (PJ-La Pampa) impulsa desde 2019 a través del proyecto de Ley registrado como expediente 2500/19 en el Honorable Senado de la Nación. “El proyecto es muy sencillo—explica un asesor del legislador pampeano—determina que los trabajadores contratados por estas Plataformas Digitales deben ser considerados trabajadores en relación de dependencia dentro de Ley de Contrato de Trabajo”. 

Lo que propone Lovera tiene el aval del Ministerio de Trabajo de la Nación que pidió que la ley incluya un estatuto “dada la particularidad de la actividad”, donde se establezcan para su resguardo las condiciones óptimas para ejercer estos trabajos. La regulación que propone el senador pampeano va en la misma línea que las aprobadas en California (EEUU, 2019) y recientemente en España por el Tribunal Supremo que dictaminó que los repartidores de Glovo son trabajadores asalariados.

Hasta donde pudo saber Rosario3, el proyecto de ordenanza que promueve López Molina se inspira en el que se presentó originalmente en la legislatura de Buenos Aires por parte del oficialismo (Vamos Juntos). La ley porteña se aprobó luego de algunos cambios propuestos por la oposición pero el principal motivo de polémica quedó intacto: reconoce a las aplicaciones como intermediarios. Algo por lo que las empresas abogaron cada vez que tuvieron alguna mediación con concejales de Rosario. PedidosYa, Rappi y Glovo se asumen como mediadores entre comercios y repartidores y no como prestadores de servicios de catedería. Tampoco consideran que tengan responsabilidad sobre los trabajadores a quienes denominan “asociados” pese a la jurisprudencia internacional.

Cualquiera sea el devenir en el Concejo Municipal, los repartidores saben que la quincena solo se paga dejando el cuerpo en la bicicleta o apretando el acelerador de la moto. En la economía de los algoritmos, la única ley que por ahora aplica es el ranking.