Una gran cruz sobre un triángulo invertido emula un barco de frente con su vela, visto desde la proa, en un trazo simple con pintura negra. Ese extraño símbolo sin significado conocido se despliega en una fachada frente a la plaza Libertad, en la calle Sarmiento entre Pasco e Ituzaingo, desde hace casi veinte años.
Los vecinos del barrio Abasto especulaban con el significado de ese signo que recubre el frente derruido del Frigorífico Celle, cerrado poco después de la última Dictadura. Rumores hablaban de un templo evangelista, pero lejos estaba de ello la explicación sobre su origen y su historia: sus propietarios, herederos de aquella otrora industria, dieron el permiso a un realizador audiovisual rosarino para pintarlo, ya que tenían planeado demolerlo un mes después para levantar un shopping u otro emprendimiento similar. Pero finalmente nunca fue demolido y la misteriosa insignia continúa hasta estos días custodiando la plaza.
A partir de la curiosidad de un joven diseñador llamado Ezequiel Settecase, que indagó sobre la autoría del símbolo, se conoció desde su cuenta en Instagram @XploraRosario que el signo fue pintado para rodar una película entre 2003 y 2007, y fue el joven quien, consultado por Rosario3, compartió que el realizador audiovisual del film en cuestión es Fernando Zago, reconocido por su dirección de Fotografía de películas como De quién es el portaligas de Fito Páez, El Asadito y El Cumple de Gustavo Postiglione, e Ilusión de Movimiento, de Héctor "Nene" Molina.
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El cineasta respondió amablemente la consulta de este medio, y no solo confirmó que fue su equipo de filmación el que creó el símbolo para rodar su film, sino que además dio la primicia de que piensa estrenarlo para mediados de este año, dos décadas después de realizarlo: “La película se llama La oscuridad de la luz, y tiene muchas imágenes de lugares rosarinos que cambiaron su fisonomía: la ex zona portuaria donde hoy es Puerto Norte, el edificio del Heca en construcción, o la terraza de la Bolsa de Comercio, son algunos”.
Fue entonces que Zago precisó que “el frigorífico que funcionaba frente a la plaza fue fundado por una familia inmigrante de apellido Celle, que arribó desde Italia en tiempos de la Segunda Guerra Mundial”, y también sobre este predio destacó que lo más probable es que desaparezca en poco tiempo: “Vivo en la manzana y paso siempre por esa cuadra, y hay movimientos en el frigorífico, así que no me sorprendería que lo vayan a sacar. Están trabajando con máquinas y obreros”.
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El predio en cuestión tiene una altura considerable, como un edificio de seis pisos, todo de techos altos ya que en ese entonces allí se desplegaban las cámaras del frigorífico. Actualmente, se encuentra cercado y con cartelería pública, pero en los tiempos de su filmación, no solo se podía apreciar todo el edificio, sino que sus dueños dieron el permiso para filmar allí y hasta realizar la pintada. "Me dejaron pintarlo porque iba a durar solo un mes. Por lo que me decían, los Celle planeaban demoler el frigorífico un mes después. Pero nunca sucedió y quedó hasta el día de hoy", aseveró el cineasta.
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Una película de un futuro distópico con vigilantes en las terrazas
Zago destacó que se trata de su segundo largometraje, ya que su ópera prima fue El investigador de ciudades, estrenada en el 2000 con Pablo Fossa como protagonista: “Esa primera película tuvo mucha repercusión, porque allí se narra una etapa de los años ’90 en que se realizaban muchas demoliciones, y con los edificios morían decenas de historias. Sin buscarlo, se volvió un registro de época, cuando no es un documental”. Es por el argumento que Zago destacó que “ambas películas tienen una relación, ya que muestran los sitios de la ciudad que ya no están, en busca de revalorizar la historia. Y justamente esa relación deviene de que esta nueva película la escribí en esos años en que filmé la primera”. Como en muchas realizaciones, este film tuvo muchos cortes en el medio, ya que surgían otros trabajos en los que Zago realizaba la dirección de fotografía y otras tareas, por lo que retomaba el proyecto cuando tenía espacio entre producciones de otros cineastas. Pero ahora, aseguró que el montaje ya está terminado, ya que durante el encierro de pandemia aprovechó a retomar el proyecto y avanzó en la posproducción, y gracias a eso ahora se encuentra “la última etapa de posproducción del sonido y la música”, destacó. Aclaró que si bien los lugares son históricos de la ciudad, el suyo no es cine documental, sino que es fantástico, aunque sin naves espaciales o efectos: “Sigo una línea en el método audiovisual de Andréi Tarkovski, Lars Von Trier, Werner Herzog, y hay cine argentino como el de Alejandro Agresti y el de Eliseo Subiela”. En torno al argumento de La oscuridad de la luz, el realizador adelantó que el protagonista es Ludo (interpretado por Roberto Chanampa), quien escapó de la cárcel y al ser detectado nuevamente por el gobierno, debe decidir si vuelve al encierro o colabora como vigilante con el gobierno. De esta manera, se encuentra en una contradicción permanente, ya que debe vigilar el sistema aun no sabiendo bien a quién ni por qué. Este hombre descubre el símbolo frente a la plaza Libertad cuando lo están pintando”. Como se adelantaba anteriormente, en esta película pronta a estrenar, se pueden ver locaciones en la ciudad que ya no existen, como la zona del ex puerto abandonado donde ahora se ubican los edificios de Puerto Norte, ya que fue filmado antes que se demuela una torre de balanzas que ya no existe, en la zona donde se emplazan hoy las torres Maui y Dolfines. También hay una escena en la cárcel que estaba en el centro del patio de la Sede de Gobierno, donde era la Jefatura de Policía. “Fue una escena en la que el personaje se escapa de la cárcel, y en la que participaron muchos extras porque la escena de la fuga ocurría durante un recital de la banda Scraps”, destacó. A las locaciones se suman los tres tanques grandes de Aguas Santafesinas, que ya no se utilizan desde los años 80, y desde entonces son patrimonio de la ciudad, ubicados en 27 de Febrero y Moreno, Buenos Aires y San Juan, y el de Cerrito y 1º de Mayo. El protagonista realiza tareas de vigilancia y en esos tanques también ocurren hechos de magnitud para la trama. Finalmente, Zago destacó que en la historia, en un momento, aparecen personajes misteriosos llamados Los Dignos de Luz: “Son como magos con capuchas, y que para el sistema eran vistos como los malos a quienes se achacaban los problemas de la sociedad, pero en realidad son una resistencia. Viven en terrazas y sótanos, y su base está en un barco del puerto de Rosario”.
Las locaciones rosarinas y unos seres muy “dignos”