Hace dos décadas, pensar en la posibilidad de que las personas pudieran regenerar por sí mismas sus piezas dentales perdidas, luego del cambio de dientes de leche, era sólo un sueño. Por condiciones propias del género humano, esa chance no se da de forma natural y es en ese punto donde científicos japoneses y británicos centran el foco de sus estudios desde hace varios años.

“Los peces, los roedores y los elefantes, entre otros animales, tienen la posibilidad de regeneración dentaria que los seres humanos no poseemos. Sólo tenemos dos oportunidades: la generación de los llamados “dientes de leche”, entre los seis y los doce meses de vida y luego los dientes definitivos, entre los seis y siete años. Pero luego de esas dos chances, nuestras expectativas se terminan y la única forma de suplir la falta de una pieza dental perdida, es hasta hoy, la colocación de un implante”, explicó, en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2), Fernando Varea, odontólogo egresado de la UNR, quien en febrero pasado, logró que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) aprobara un gel creado por él en colaboración con la biotecnóloga Silvina Herrera, que remueve caries sin uso del torno ni anestesia.

Hay dos líneas investigativas diferentes, pero con el miso propósito: una de Japón y otra de Gran Bretaña, que constan en los buscadores de ciencia pura, donde las noticias son consignadas cuando tienen rigor científico. Varea señala que hay unos quince estudios científicos que avalan estas dos líneas de investigación.

Podría estar disponible hacia 2030 siempre que la investigación avance como lo viene haciendo hasta ahora.


Si bien todavía faltan varias etapas de investigación para que esto se pueda concretar, los plazos ya aparecen más cercanos en el tiempo. El equipo japonés liderado por Katsu Takahashi, jefe de odontología en el Hospital Kitano, estima que la tecnología que ellos están desarrollando, podría estar disponible hacia 2030 siempre que la investigación avance como lo viene haciendo hasta ahora.

Qué impide a los humanos regenerar sus dientes

 


El odontólogo explica que aunque en la actualidad no tenemos más que dos oportunidades de generar dientes nuevos, se deduce que en una fase prehistórica, los humanos tuvimos una tercera oportunidad, que hoy se encuentra bloqueada por la existencia de la proteina USAG-1. Incluso, también se señala como obstáculo, la interacción entre la USAG-1 y las proteínas morfogenéticas óseas (BMP), esenciales en la formación de huesos y dientes.

Una vez identificada la USAG-1, el equipo japonés encontró los anticuerpos específicos que van directamente a esa proteina. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, ese estudio ya pasó pruebas de laboratorio y con animales, y hoy está, en Fase 1, en pacientes humanos.

“En esta etapa, se trabaja con muy pocos pacientes adultos, a los que se les administra un fármaco de forma intravenosa cuyo efecto es el bloqueo de la USAG-1. Se evalúa la seguridad, los efectos secundarios y la forma de aplicación del tratamiento. Esto significa que todavía hay un largo trecho por recorrer”, advierte el profesional.

El método británico

Mientras tanto, el King's Coollege de Londres –que actualmente dicta la maestría en Regeneración tisular dental– trabaja junto al Imperial College de la misma ciudad, en otra línea investigativa.

Desarrollaron una matriz (“como un andamio en una obra en construcción”, grafica el profesional) para que las células del propio paciente, que producen diente, logren comunicarse entre sí y puedan construir una pieza dentaria.

Según describe, este mismo equipo ya desarrolló, tiempo atrás, una primera matriz que les transmitía a las células, toda la información de una sola vez. Esto hacía que las mismas trabajaran de forma desordenada y no llegaran a concluir la obra buscada, es decir: el nuevo diente.

En agosto de 2024, el equipo introdujo mejoras al desarrollo y logró que las órdenes se envíen a las células de forma paulatina, lo cual significó un gran avance en el trabajo del equipo británico. “A partir de esta matriz –indica– hay tres opciones: una, es colocar esa «semilla» en la misma mandíbula; otra, consiste en generar el diente entero fuera del laboratorio y luego implantarlo; y también se podría regenerar la raíz y luego adosarle una corona de prótesis”.

Varea subraya que es necesario precisar la transmisión de órdenes para que no salgan piezas dentales en cualquier lugar de la cavidad bucal, y añade que otra incógnita aún a desvelar es cómo teledirigir las órdenes que llegan a la matriz para que a la hora de regenerar la pieza dental, esta sea capaz de diferenciar una muela que muele de un incisivo que corta, dado que los humanos –a diferencia de los peces, que poseen dentadura uniforme– tenemos heterodoncia. Es decir: poseemos piezas dentales de distinta forma y función.

Este procedimiento –según el profesional– aún está lejano; a tal punto que la docente de la Carrera de Prostodoncia del King's College, Saoirse O'Toole, aclara que se trata de un desarrollo cuyos resultados finales quizás vean sus nietos. Pero, aún así –dice Varea– es destacable que ambos equipos –japoneses y británicos– estén logrando algo que hasta hace un tiempo era impensable.

Regeneración de la pulpa

Por otra parte, de este lado del mundo, también se avanza en el objetivo de preservar lo máximo posible las piezas dentales, con tratamientos cada vez menos invasivos. Ya no hablamos de proyectos de investigación, sino de recursos que están disponibles para todos los odontólogos.

En esa línea, hace unos meses, la Anmat aprobó un innovador gel desarrollado por Varea, que elimina las caries sin dañar el tejido sano, evitando el uso del torno y la anestesia que causan mucha molestia a los pacientes.

El producto es el resultado de una década de investigación en colaboración con la biotecnóloga Silvina Herrera y el laboratorio Micro Fit SA. Un paso hacia una odontología menos invasiva y más accesible.

Por otro lado, también hay avances en relación con la preservación de la pulpa dental, que tiene capacidad de regenerarse. “Hoy tenemos materiales de uso diario en odontología que ayudan a que esa pulpa se regenere. Se aplica lo que se denomina tratamientos pulpares que permiten resetear y volver a cero esos tejidos”, explica.

“Antes, dependiendo del diagnóstico de cada paciente, en ciertos casos se realizaba un tratamiento de conducto completo y se extraía totalmente la pulpa dental. En cambio hoy, tenemos biomateriales (bioestimuladores) de uso común que están en el mercado y cualquier odontólogo puede acceder a ellos. Estos materiales –asegura. le dan «viento de cola» a las células de la pulpa que son maravillosas, pero carecen de la fuerza necesaria para soportar una lesión de caries. Unos, se llaman biosilicatos (contienen silicio); otros, como el MTA, derivan del conocido cemento portland modificado”.