Una vecina advirtió el pasado sábado por la noche en la ciudad de Coronda que una paloma se encontraba enredada en cables de alta tensión, y que esta tenía un pequeño bulto atado a una de sus patas. Ocurrió en la intersección de las calles Belgrano e Hipólito Yrigoyen, en inmediaciones del Instituto Correccional Modelo Unidad N° 1, conocido como la cárcel de Coronda.

La vecina dio el aviso al 911, y personal del Comando Radioeléctrico al arribar y ver el ave atrapada en los tendidos eléctricos, pidió la intervención de operarios de la Empresa Provincial de la Energía (EPE), quienes trabajaron con cuidado entre los cables.

Tras liberar el ave del enredo, los agentes constataron que tenía amarrado a su pata un envoltorio sospechoso. Este fue llevado a la sede policial, donde resultó positivo el análisis para marihuana, con un peso total aproximado de 79 gramos.

Este hallazgo de un ave “mensajera” que llevaba drogas lejos está de ser el primero, entre los varios métodos no convencionales utilizados para ingresar drogas al penal. El uso de aves para este fin ha sido detectado ya en reiteradas ocasiones, todas en 2024: en abril, en la vía publica frente al ingreso, una paloma buscaba tomar vuelo, y tenía una de sus patas malherida por los dos envoltorios envueltos con nylon que llevaba.

Luego en julio del mismo año se registró el segundo episodio: una vecina halló el ave en su patio trasero con dos bochitas de 60 gramos en su pata.

Pero no es solo droga lo que se intenta pasar al penal mediante las palomas: el 8 de julio de 2024 también se incautó un teléfono sin batería que había sido adherido con cinta a un ave.

Y en agosto del mismo año se registró un nuevo hallazgo de una paloma que llevaba un envoltorio que, a su vez, contenía 75 bolsitas de menos de un gramo de cocaína. Un total de 45 gramos. Al momento no existe explicación oficial, y especialistas en el asunto señalan que se podría tratar de un criadero de palomas desde dentro de la cárcel.