Un controversial sistema forense con el que se pretende “leer” la mente de presuntos criminales para determinar su culpabilidad o inocencia ha puesto en alerta a la comunidad científica a raíz de su implementación en India y ante la posibilidad de expansión a otras regiones, como América Latina.

Se trata del Brain Electrical Oscillation Signature Profiling (BEOS), una técnica cuyas bases teóricas han sido cuestionadas y descartadas hace décadas por diferentes especialistas. Pero a pesar de esto, autoridades de India y Pakistán no han dejado de considerarla en sus procesos judiciales, según denunció un artículo publicado en Science.

Esta técnica utiliza electroencefalografía (EEG) para detectar patrones de actividad cerebral que, según sus creadores, indican si una persona tiene «conocimiento experiencial» de un evento, como un crimen. Técnicamente, es similar al polígrafo, donde el ritmo cardíaco y la presión arterial funcionan como indicadores ante preguntas específicas que buscan revelar una mentira. Pero la principal diferencia con el BEOS es que no es necesario que el acusado hable.

Durante la prueba, se colocan electrodos en el cuero cabelludo del sujeto, quien escucha una serie de afirmaciones relacionadas con el delito en cuestión. Si el cerebro del individuo muestra una respuesta específica al escuchar una afirmación que coincide con una experiencia vivida, se interpreta como una señal de que participó en el evento. Por ejemplo, un perito podría decir “yo sostuve el arma” mientras el sospechoso escucha, y aguardar la reacción cerebral.

Una metodología cuestionada

Lo cierto es que los escasos estudios sobre la metodología y la baja calidad de las publicaciones en las que ha sido mencionada invalidan su uso como prueba incriminatoria, por lo que ha sido rechazada en casi todos los sistemas judiciales del mundo.

En 2010, el Tribunal Supremo de India dictaminó que este tipo de pruebas no pueden ser realizadas sin el consentimiento del acusado, citando preocupaciones sobre la violación de derechos fundamentales.

El uso de BEOS implica también problemas de transparencia y control de calidad. En muchos casos, los peritos forenses que administran la prueba son también quienes la interpretan, lo que plantea serios riesgos de parcialidad. Además, las sesiones no siempre son supervisadas por médicos o neurocientíficos cualificados, y en algunos estados indios ni siquiera se requiere una certificación estándar para los laboratorios que ofrecen esta prueba.

Algunos jueces indios lo han considerado como un apoyo indirecto para confirmar otras pruebas, como confesiones o testimonios, pero nunca como evidencia principal. Sin embargo, la ambigüedad legal sigue existiendo, y la falta de regulación específica y la interpretación subjetiva de los resultados generan un escenario propenso a errores judiciales y vulneraciones de derechos procesales.

Según el reportaje publicado en Science, India ha aplicado el BEOS en al menos 700 casos desde el año 2000. Se trata de una tecnología administrada completamente por la empresa Axxonet, lo que también ha despertado preocupación entre sus críticos.

La discusión sobre este sistema se avivó recientemente a partir de que el Gobierno indio anunció planes para modernizar su sistema penal con técnicas de última generación. Incluso sostienen que se detectó que los resultados de BEOS están influyendo en diferentes decisiones judiciales aún cuando la técnica no ha sido aceptada formalmente como evidencia en los tribunales.

De acuerdo con la publicación de la revista científica, Axxonet tiene intenciones de exportar su tecnología a otros países. Al respecto, mencionaron que científicos forenses de India han promovido el BEOS a través de conferencias dirigidas a funcionarios de varios países de América del Sur, África y Asia, y que incluso ya hubo algunos que adquirieron equipamiento relacionado con el procedimiento o que se encontraban negociando su compra.