A casi tres meses de la fractura cervical que le cambió la vida, cuando se lanzó a la pileta y chocó con otro nadador, el joven Matías Bottoni, volvió al agua. Tras el accidente del 10 mayo, el rosarino de 17 años, tenaz deportista del club Echesortu que soñaba con clasificar al Sudamericano y representar al país, enfrentó pronósticos demoledores. Le habían dicho a sus padres que “no pasaba la noche” y que iba a "quedar cuadripléjico".
Luego de una cirugía, costeada con la ayuda de muchos que se sensibilizaron con su historia, Bottoni ahora se recupera cerca de Rosario y ya volvió a hacer unos primeros ejercicios en la pileta y a dibujar. Rosario3 pudo ingresar al centro de rehabilitación donde Bottoni encara su nueva rutina con la misma disciplina y compromiso con la que siempre entrenó. Las emociones encontradas al volver al agua, los próximos desafíos y un anhelo: que Messi lo salude.
Rosario3 y Telenoche (El Tres) llegaron al Centro Integral de Rehabilitación Aprepa en San Jerónimo Sud y presenciaron la intimidad de Matías, su mamá Valeria, su papá Luciano y su novia Martina, pilares fundamentales del joven, antes y sobre todo después del accidente. Tras lo ocurrido, sus padres renunciaron a sus trabajos para poder cuidar a su hijo; Valeria incluso se mudó a San Jerónimo Sud para estar más cerca y se turna las noches con Martina para asistir a Matías. Luciano va y viene de Rosario todos los días, quien está a cargo del hermano menor de Mati.
–"¿Cómo estás, Mati?".
–"Bien. Acá estamos".
Tímido al principio, de a poco Matías se abrió: "Hoy en día estoy acá internado, rehabilitando, cursando el día a día lo mejor que se puede. Es una situación en la que no me gustaría estar, pero estoy llevándola lo mejor posible".
Su rutina es intensa y rigurosa, como la que llevaba antes del accidente, cuando el sueño era representar a la Argentina para el Sudamericano. "Me levanto temprano a la mañana, tipo 7. A las 8 arranco con la rehabilitación hasta las 12. Almuerzo, descanso un rato hasta las 15.30 hasta las 18.30 que continuo con la rehabilitación", detalló y destacó que se siente “muy bien” en Aprepa. Bottoni había tenido un paso previo por el Fleni de donde se fue tras denuncias de deficiencias.
El chapuzón que lo cambió todo
"Me tiré al agua y un chico se cruzó por donde no debía. Ahí me golpeé la cabeza. Quedé tendido en el agua, pero, nunca perdí la conciencia", relató a Rosario3, aunque reconoció que hay partes que su mente "borra porque no me quiero acordar tanto".
La situación era crítica en aquel entonces. Al llegar al hospital, los médicos decían que "no iba a pasar la noche". El impacto le provocó la fractura de la quinta vértebra cervical. Fue trasladado en primera instancia al hospital Santojanni y, luego de una campaña solidaria que logró reunir rápidamente los fondos necesarios de los 60 millones de pesos, fue intervenido quirúrgicamente en el hospital Italiano.
Después de una compleja operación de columna, la peor noticia llegó a sus padres: "Me dijeron que iba a quedar cuadripléjico", contó su mamá. Un diagnóstico demoledor.
El tratamiento continuó en el instituto Fleni de Escobar, aunque fue derivado cerca de Rosario tras algunas denuncias por deficiencias en la atención. Incluso desde San Jerónimo Sud consulta en la ciudad a un neurocirujano del sanatorio Parque que hace el seguimiento de su caso.
"Estamos muy agradecidos al Dr. Juan Manuel Gil, que es el neurocirujano que atiende a Mati. Es una gran persona y lo acompaña no solo como médico, sino con una calidez humana increíble", describió su madre.

Volver al agua
Para un nadador, el agua es casi lo mismo que el oxígeno. Elemental, omnipresente. Para Matías, meterse de nuevo en una pileta fue todo un hito. "Sí, me costó. Psicológicamente me cuesta y es duro, pero lo puedo ir llevando adelante", aseguró.
Ese primer “chapuzón” después del que cambió su vida fue la semana pasada. Sus padres no pudieron acompañarlo, en la piscina de rehabilitación solo ingresan los pacientes y sus terapeutas. Y es bien distinta de la que usaba para entrenar. Mide 9 metros de largo por 4 de ancho, tiene una escalera de acero inoxidable y silla hidráulica para ascenso y descenso y una paralela de acero inoxidable para realizar prácticas de marcha.

Allí hace hidroterapia, una forma de fisioterapia que se usa para distintas lesiones y enfermedades, tres veces por semana. Su motivación son sus médicos, quienes le aseguran que "le va a servir para mejorar la situación".

El motor que lo impulsa y la nueva "abuela"
"Desde el día uno estoy acompañado por mi familia, mi novia, amigos y la gente que me manda mensajes", contó.
Tras conocerse el accidente, muchos se contactaron con su familia para hacerles llegar buenos deseos y también ayudarlos con la colecta de dinero para la cirugía y los tratamientos. "Por supuesto que es motivador que haya llegado lo que me pasó. Y que la gente que no conocía me mande mensajes ayuda a llevarlo un poco mejor", destacó.
Y entre todos esos mensajes, Matías sumó una “nueva abuela”, una mujer de 85 años que se sensibilizó con su historia y ahora lleva un cuaderno con sus avances. Hace unos días logró hablar con él por teléfono. "No sabía nada de Mati por más de un mes y estaba desesperada. Asi que vine un día a visitar a mi hijo, me llamó y le pasé la llamada para que ambos puedan charlar", contó Luciano.
No obstante, con el chico con el que chocó Matías no hay mucha comunicación. "Nos mandó un mensaje al día siguiente del accidente y después no tuvimos más novedades", dijo su novia Martina.
"Yo no quise saber quién es", agregó el papá. José Meolans, Ángel Di María y Giovani Lo Celso, entre otras figuras del deporte, le enviaron a Matías videos de apoyo en su momento. Pero hay uno que falta y que es el que más anhela: Lionel Messi. El del presidente Javier Milei también está en la lista de los mensajes que quisiera recibir. A pocos meses del accidente, los avances de Matías son notables. Su mayor objetivo, por supuesto, "recuperarse al 100 por ciento". Pero en el corto plazo, y en diálogo con su médico, el enfoque está en recuperar la movilidad de las manos. "Necesito recuperar la pinza digital", explicó, un movimiento esencial para la autonomía, y que aún le cuesta en ambas manos, pero especialmente más la derecha que la izquierda. Con todo, volvió a dibujar con un cuaderno y fibrones que le compró su mamá. "Tengo adaptaciones en diferentes cosas para realizar tareas, pero con el ingenio se puede hacer varias cosas. No es lo mismo lo que era el primer día, pero mejoró. Va de a poco, es muy lento el proceso", dijo y admitió que tiene sus altibajos: "Hay días que tengo más paciencia y otros días que no, pero se trata de llevarlo lo mejor que se puede". "Mi mensaje para aquellas personas que siguen mi caso es de agradecimiento. Y si hay alguien en una situación similar a la mía, les diría que sigan adelante, que por lo menos hay que intentarlo y tener paciencia por más duro que sea. Hay que meterle para adelante", cerró.
El mensaje que falta, el de Messi
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