El sociólogo e investigador especializado en juventudes y participación política, Pablo Vommaro, aseguró que “no es que los jóvenes se hayan vuelto de derecha sino que las derechas saben interpelar sus malestares”, algo que no hacen las fuerzas progresistas. De esta manera explicó, entre otros argumentos, el apoyo de ese sector de la sociedad a espacios como La Libertad Avanza y al presidente Javier Milei, quien supo “canalizar” el descontento y la bronca de los jóvenes, identificándolo más por “afinidad emocional” que por pensamiento “ideológico-programático”.

Vommaro vino a la ciudad esta semana para participar de un encuentro sobre los principales desafíos de las Ciencias Sociales, las Humanidades y las Artes, en la facultad homónima de la Universidad Nacional de Rosario, ante los ataques de parte de las fuerzas de ultraderecha y autoritarias. Abordó, además, su injerencia en las agendas pendientes que tensionan las organizaciones sociales y el lugar central de las universidades en estas disputas.

El también profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador en el Conicet charló a solas con Rosario3 un mes antes de la asamblea general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) donde es candidato a la Dirección Ejecutiva para el período 2025-2028. Dejó varias definiciones sobre las problemáticas en cuestión.

Pablo Vommaro (Instagram)

–¿Ves poca participación de los jóvenes en la política y que eso se traduce en menor asistencia a las elecciones?

–Puede haber en algunos contextos una baja participación electoral, pero esto no quiere decir desinterés en cuestiones públicas. Muchas veces las juventudes se comprometen en causas sociales, ambientales, de geopolítica internacional, no sólo con una canalización electoral.

–En Santa Fe se observó poco interés en una elección, como la última, donde se ponía en juego ni más ni menos que la reforma de la Constitución.

–Es que una elección constituyente no es lo más atractiva para las juventudes por esta cuestión de las diferentes temporalidades que viven las nuevas generaciones que son más inmediatas, instantáneas, efímeras, simultáneas, menos secuenciales y menos lineales. Se trató de una elección para elegir a una Convención que va a reformar una Constitución que va a empezar a regir dentro de un tiempo, hay tantas mediaciones que sin ser importante es distinto a una elección presidencial o de un intendente quienes ya mañana van a asumir y empezarán a actuar con efecto concreto. Por eso hubo más participación en elecciones ejecutivas. Como hipótesis, creo que las constituyentes son elecciones que interrogan poco a las juventudes. Quizás no había algo que interpelara a las juventudes dentro de los temas a reformar. No sé cuánto había sobre espacio público, educación, trabajo o acceso a dispositivos digitales, por ejemplo, temas que sí interpelan a esas juventudes.

Joven vota en las elecciones constituyentes en Rosario (Alan Monzón).

Los jóvenes libertarios

–¿Cómo se explica la participación de tantos jóvenes en espacios de la derecha como La Libertad Avanza?

–Vengo trabajando con y desde las juventudes. Las juventudes no son siempre rebeldes por izquierda, no son siempre revolucionarias, o quieren un cambio social positivo. Esas certezas te desafían y ya sabíamos que no era así. Sabíamos que fue una marca epocal de los años 60’ y 70’ y que no fue siempre así. Existe un malestar generacional y estructural por parte de las juventudes de estar gobernadas por un mundo adulto-céntrico, patriarcal y machista, con un discurso dominante que dice que las juventudes no están preparadas para gobernar su propio destino, son inmaduros y más manipulables. Por ende, las nuevas generaciones se tienen que ganar lugares a veces a los codazos y esos codazos pueden venir por derecha o por izquierda. En la Argentina hay un malestar y está en disputa, como en otros lugares del mundo, que se agravó en pandemia, que provoca descontento, rabia y desazón, que también entró en lo afectivo y vincular, porque nadie los escuchaba y no eran considerados por el discurso público. Esta sensación y experiencia de malestar en algunas coyunturas se canalizó por izquierda: en Colombia Petro ganó con el voto joven, Boric lo hizo en Chile, si en Estados Unidos votaban sólo los jóvenes ganaba Kamala (Harris) y en Francia los jóvenes impidieron que Le Pen gane. En Argentina, pandemia mediante y con dos experiencias de gobierno fracasadas, algo reconocido por las propias fuerzas, las juventudes se sintieron desilusionadas y era de esperar que una tercera opción logre cautivar a los jóvenes y sus expectativas defraudadas por las otras dos fuerzas.

–¿Por qué Milei logró cautivar a esos jóvenes defraudados?

–Milei era un voto que canalizaba ese malestar. Estaba más enojado que todos ellos, mostraba esa misma bronca de todos los jóvenes, propuso una solución fácil: que estalle el sistema político, que los culpables eran la casta y además era el único que reconocía que estaba todo mal. El discurso del cambio fue apropiado por las ultraderechas y las fuerzas progresistas pusieron excusas y discursos no seductores para las jóvenes. Encima conocieron a Milei a través de la redes sociales; primero se reían pero ese loco se candidateó a diputado y después a presidente. Este mundo digital, que a veces los académicos no comprendemos del todo y a veces repudiamos, las derechas saben aprovecharlo muy bien. Encima, en un contexto de precarización laboral creciente para muchos jóvenes, ellos encontraron en Milei un voto bronca y un voto esperanzado. Milei les dice que ahora hay que aguantar porque después van a estar bien, que van a estar mejor mañana. Claro que esa esperanza se puede mantener con un discurso individualista dominante, con una aspiración de que hay tener éxito económico y no académico, y que será inmediato. Por eso hay que mirar las criptomonedas, ser trader o influencer, aunque mi realidad sea ser repartidor, mi aspiración es comprar un Lambo (Lamborghini), y esa aspiración es por mi propio esfuerzo o mi suerte, y es inmediata. Eso hace el sentido de ésta época, muy materialista. Quiero tener éxito económico e inmediato, no es ni intelectual ni artístico. Por eso estas derechas buscan horadar lo colectivo porque es lo que se contrapone al individualismo extremo.

–¿Cuánto de racional tiene entonces el voto de esos jóvenes a Milei?

–A pesar de todo esto, muchas veces cuando hablas con los jóvenes, el voto a Milei no es un voto ideológico-programático, es un voto más de un sentimiento o afinidad emocional. No es un voto irracional. Les gusta el estilo, que tire todo por los aires, que conmueva al sistema. Si le preguntás (a los jóvenes) si quieren que el gobierno saque el (programa) Conectar Igualdad o que achique el presupuesto educativo, te dicen que no. Por eso fueron multitudinarias las dos marchas por la universidad del año pasado y hasta marcharon los que votaron a Milei. No es que las juventudes se han vuelto de derecha, sino que la derecha sabe interpelar los malestares de las juventudes que los progresismos no saben interpelar.

Jóvenes libertarios festejan la victoria de Milei en las últimas elecciones nacionales (Ana Isla)

¿Fracasó la ampliación de derechos?

–¿Por qué fracasaron otras experiencias políticas donde hubo al menos intentos o promesas de solución a los anhelos de las juventudes?

Cuando los derechos que se dicen para todos no alcanzan a todos y los excluidos de esos derechos comienzan a ver a esos derechos como un privilegio, entonces esos derechos se empiezan a ver como privilegio para algunos. Por ejemplo, en pandemia el derecho del empleo estable fue solo para los estatales, conservaron el empleo y tuvieron hasta aumentos (salariales), pero muchos cuentapropistas e informales se quedaron sin trabajo. Entonces el empleo estable, que es un derecho y hay que seguir defendiéndolo, se convirtió en un privilegio. Según el discurso dominante, no es una lucha por el empleo estable sino que se considera que quien lo tiene posee un privilegio. Por eso, como no me toca, hay que destruir los privilegios.

–¿Otros aspectos alcanzados en cuanto a la ampliación de derechos pueden leerse entonces como privilegios para los beneficiados?

–Las mayorías sienten que están cada vez más precarizadas y entonces, se preguntan, por qué esas minorías van a tener un derecho, o sea un privilegio. Por qué habrá un cupo trans si yo no tengo trabajo o por qué tiene que haber una ley especial para el trabajo de las mujeres si yo hombre tampoco lo tengo. (Álvaro) García Linera tiene un libro publicado por Clacso, “La democracia como agravio”, donde señala que, en algunos contextos, los derechos proclamados para todos y que solo tienen algunos se convierten en agravios. Como los derechos y la democracia, lejos de ser un valor a defender, se han vuelto un agravio para un sector de la sociedad, esa parte de la sociedad está más dispuesta a tolerar ciertos discursos autoritarios y de odio para que le solucionen el agravio cometido por las fuerzas democráticas.

Jóvenes en éxtasis al enterarse de que Milei había ganado la elecci´pon presidencial (Ana Isla)

La Ciencia en cuestión

–¿Cómo se paran las Ciencias Sociales en este momento de cierto cuestionamiento que pesa sobre ellas?

–Las Ciencias Sociales, las Humanidades y las Artes en el mundo están ante un momento de dilemas, disyuntivas y desafíos; al menos en tres dimensiones. Uno es cómo enfrentar o qué hacer ante fenómenos de hostigamientos, persecución, censura, cierto asedio y con recortes presupuestarios fuertes como sucede en Estados Unidos, Brasil o Argentina. Otra es comprender los cambios y transformaciones de la sociedad y cómo innovar en herramientas interpretativas para comprender y transformar esa sociedad. Y una tercera, cómo las ciencias sociales se vinculan con lo público y lo colectivo, con políticas públicas y sociales, ya que suelen encerrarse sobre sí mismas y más ante los ataques.

–¿Esto es transversal a otros países y figura en la agenda de Clacso?

–Algunos de los tres desafíos es transversal en países de América Latina y el Caribe. En algunos países como El Salvador con Bukele, Brasil con algunos estados bolsonaristas, Argentina y en Estados Unidos, se dan los tres. Pero en todos es necesario auto-interpelarse y revisar las herramientas interpretativas y salir al encuentro de lo público. Las Ciencias Sociales han sido reactivas, no desde un punto de vista partidario, a experiencias populares donde hubo ampliación de derechos, de políticas públicas y donde el Estado fue el centro de la gestión de lo público. Las Ciencias no se han querido comprometer ya que, según nos han enseñado, rigurosidad y compromiso son antagónicos. Tienes que ser objetivo y eso significa descomprometerte políticamente o de lo público. Hay que recuperar la figura de un intelectual, no partidizado, comprometido con su época y que se deje interpelar por los procesos sociales. Ahí vemos una necesidad en Clacso de poder salir al encuentro de lo público y en esto momento donde hay un discurso anti-ciencia y negacionista (del cambio climático y de conquista sociales, contra la agenda feminista, a favor del terraplanismo). Que también ataca a la Biología, la Medicina, la Física o las Matemáticas; pero se ensaña contra las Ciencias Sociales porque que ven una potencialidad de un pensamiento crítico y de construir herramientas interpretativas que ayuden a contrarrestar las noticias falsas y la pos-verdad. Hoy información hay en todos lados, se puede encontrar en cualquier dispositivo, no hace falta enseñar datos, hemos perdido el monopolio de la información desde las universidades. El desafío es encontrar herramientas para analizar críticamente esa realidad y generar un conocimiento para entender el mundo.

–¿No hay un pérdida de credibilidad y confianza hacia las ciencias en general por no poder solucionar los problemas que se plantean en esta realidad?

Hay un discurso anti-ciencia que empalma con una des-legitimización del sistema científico que obedece a múltiples causas. La primera es la crisis de todas instituciones modernas (educación, iglesia, trabajo) y ahí la ciencia entra, al menos la ciencia nacida en el siglo XIX de la configuración disciplinar. Otra es que muchas personas buscan certidumbres y la ciencia no siempre ofrece una respuesta y en forma inmediata, es más deja más preguntas que respuestas. Hoy hay una temporalidad más corta y efímera. Esto hace que muchos discursos más vinculados a lo místico, nuevas religiones, creencias calen más profundamente; con una solución rápida a un problema o una situación que genera incertidumbre. Y una tercera cuestión son las deudas pendientes de la ciencia. Encerrada en sí misma, con conocimientos que no transfieren, la sociedad no se siente parte y los ve (a los científicos) como casta, no sabe para qué sirven. Y si encima hay un discurso oficial que nos ataca, se trata de una tormenta perfecta para que esta situación se vaya precarizando aún más.