El silencio del barrio parisino de Bois de Boulogne, sólo roto por el ruido sistemático de las pelotas explotando contra las raquetas en pleno Roland Garros, se esfumó de repente producto de una gran explosión que dejó un halo de preocupación en todos los participantes del certamen tenístico más famoso de polvo de ladrillo. Y la pregunta de todos fue, temiendo lo peor: ¿qué pasó?

Los dos jugadores que quedaron retratados en su inquietud fueron el suizo Stan Wawrinka y el alemán Dominik Koepfer, que disputaban su encuentro en la cancha Suzanne-Lenglen cuando un fuerte sonido de explosión los paralizó. El suizo ganaba 1-0 e iba a recibir perdiendo 30-15 al momento del estruendo.


Los dos tenistas se miraron entre sí y aguardaron para seguir, mientras en la cabeza de todos los presentes estaba el fatídico 2015, cuando tres yihadistas se inmolaron cerca del Stade de France, en Saint Denis, donde jugaban un amistoso Francia y Alemania.

Pero nada malo sucedió esta vez. Y fue la Prefectura de Policía de París la que llevó calma: “Se escuchó un ruido muy importante en París y en la región de París. No fue una explosión, se trató de un avión de combate que cruzó la barrera del sonido. ¡No colapsen las líneas de emergencia!”.

Según la información difundida, se trató de un efecto de sonido provocado por "Un Rafale (avión de combate) con base en Saint-Dizier, que intervino para ayudar a una aerolínea que había perdido el contacto y se lo autorizó a romper la barrera del sonido para unirse al avión en problemas". Así, sólo fue un susto.