“¿Quién puede estar en contra del desarrollo de empresas de base científico tecnológica? ¿Alguien puede oponerse a querer convertir a Santa Fe en un polo de biotecnología”, pregunta, descontando la respuesta, Ernesto Turcato, director ejecutivo de la Incubadora de emprendimientos biotecnológicos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Y, como era de esperar, el auditorio que lo estaba escuchando en la Bolsa de Comercio de Rosario asiente cuando el especialista responde con un contundente “nadie”. Y es que en un país atravesado por grietas discursivas, se destaca como un oasis en el debate económico el consenso pleno que existe entre Nación, Provincia, Municipio, empresas y organizaciones académicas en lo estratégico de promover el desarrollo de un cluster de empresas biotecnológicas.Pero ahí no terminaba la idea que quería dejar Turcato a los empresarios que lo escuchaban: “Lo que tenemos que hacer institucionalmente es superar esta etapa de acuerdo discursivo para dedicarnos a la articulación real del trabajo y la gestión”. Y deja flotando una advertencia: “Esto hoy está pendiente y el riesgo es dejar pasar oportunidades”.

El futuro es hoy

El director de la Incubadora de la UNR -organización que cumple un año desde su puesta en marcha- disertó dos veces en la Bolsa en los últimos 10 días. Primero el marco del “BCR Investement Summit 2022”, que organizó la entidad bursátil local junto la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla para vincular inversores con startups científicas. Y luego lo hizo en el marco del XVI Encuentro Argentino de Transporte Fluvial que organizó el Instituto de Desarrollo Regional Rosario.

Toda una señal de que, en buena hora, la agenda de la biotecnología va despertando interés por fuera de sus círculos de origen como el científico y académico. Casi en espejo a lo que ocurrió con el armado de un conglomerado con el desarrollo del software allá por finales de los 90 y que terminó alumbrando el ahora ya consolidado Polo Tecnológico de Rosario.

Pero si bien el desarrollo de la biotecnología (como emblema de las empresas de base científica) es considerado clave para el futuro económico, se trata de una agenda del presente concreto. Lo muestran los casos de éxito corporativo -como Bioceres, Terragene y Keclon, que ya son asiduos protagonistas de las páginas de las noticias económicas-, pero también el desarrollo de organizaciones públicas y privadas que buscan apuntalar el despegue (desde el Cites en Rafaela, la Aceleradora Litoral de la UNL y  la incubadora de la UNR, por nombras algunos), la creciente importancia de las políticas públicas de impulso y la irrupción del fondos de inversión de capital de riesgo interesados en fondear proyectos, con el SF500 -promovido por el gobierno de Santa Fe- a la cabeza. Pero sobre lo muestra el día a día del agro ya que sin los aportes de la biotecnología mundial la producción agropecuaria argentina no habría crecido lo que creció en los últimos 30 años.

Ahora bien: ¿de qué hablamos cuando hablamos de bioeconomía? Dicho muy simple, es un modo de producción que combina el uso de material biológico con tecnología informática de una manera sustentable para el medioambiente. Y, como se desprende, sólo se puede conseguir desarrollo exitosos comercialmente si proviene de una investigación científica de base bien sólida.

Y si bien, como se dijo, los productos de la biotecnología ya son de uso recurrente en productos del agro (semillas, inoculantes, biopesticidas), la necesidad de recurrir a ellos es cada vez más urgente ante el desafío global que impone el aumento de la población mundial y la creciente demanda global de alimentos de buena calidad cuya producción sea sustentable medioambientalmente.  la tierra, el agua y los nutrientes no van a alcanzar y el modo de fertilización actual llega a un límite en sustentabilidad ambiental.

Oportunidades

“Ahora bien: ¿Qué papel puede ocupar la Argentina en este escenario presente pero que está en proceso de aceleración a velocidades nunca antes conocidas?”, se pregunta Turcato. 

“A primera vista, el caso de la reciente aprobación de la semilla de soja HB4 en China, principal importador de la oleaginosa, nos permite ser optimistas. Un equipo de científicos, coordinado por la doctora Raquel Chan, identificó y aisló el gen en el girasol que lo hacía más resistente a sequía, y años después, lo toma la empresa Bioceres  para llevarlo al mundo productivo. Este es un claro ejemplo del virtuosismo entre la ciencia básica y un sector económico que lo sabe desarrollar comercialmente y aprovechar productivamente. Pero: ¿Cuánto de estos casos existen? Pocos”, alerta Turcato.

Según relata el especialista, las empresas más grandes y consolidadas de biotecnología del país están vinculadas con el área de salud. Pero ocurre que Argentina, claramente, no es un jugador fuerte a nivel global en el sector salud, a diferencia del agro, que además es usuario intensivo de tecnologías.

“Pero: ¿Cuánto de lo que se produce en el país tiene que ver con tecnologías producidas en el país?  La respuesta es desoladora porque es muy poco. ¿Qué están moviendo los camiones que llegan a los puertos del Gran Rosario o los barcos cerealeros que salen de las terminales de la zona con destino de ultramar? ¿Estamos moviendo tecnología y ciencia argentina o estamos moviendo agua y nutrientes argentinos? Esa pregunta es clave para pasar del acertado consenso discursivo que hoy existen sobre la biotecnología a la acción articulada. La coincidencia discursiva la tenemos que transformar en acción, y eso no está pasando. Si estaría pasando, la realidad sería otra. Hay buenos indiciadores que sirven para pensar lo que podemos hacer, pero es algo que no está sucediendo en la medida que debería suceder acorde a la potencialidad. Y solo con acción articulado se podría aprovechar la enorme oportunidad que tiene el país en biotecnología”, resalta.

El director ejecutivo de la Incubadora de la UNR enumera y resalta las fortalezas que tiene la región. Y entre ellas resalta: 1) El país tiene capacidad científica muy  por encima de los países con PBI per cápita similares. Y existen muchos institutos, investigadores y grupos dedicados a las ciencias biológicas, o ciencia de la vida como se las llama ahora.

2) Los directores o investigadores senior de esos grupos son clase mundial. Es que en su mayoría fueron a hacer doctorados, post-doctorados o cursos de especialización al exterior en los 80 y 90

3) Argentina esta ente los quince primeros países en cantidad de empresas de biotecnología, si bien la diferencia del top five con el resto es gigantesca. Y el país arrancó con empresas nacionales del sector ya en los 80, como los países centrales.

4) “Tenemos una cualidad que no tienen todos los países desarrollados que es que socialmente está muy legitimada en la población la ciencia y la tecnología, como quedó claro con la aceptación de las vacunas por Covid”, dice Turcato.

5) “Como base, la legislación que tenemos es muy valiosa”, dijo al referirse a ley de biotecnología moderna, a la ley de la economía del conocimiento y a la ley de financiamiento del sistema científico tecnológico, que establece un aumento gradual de la inversión pública para llegar a que 2030 el 1% del PBI se destine a tal fin.

6) Además, hay vitalidad en los nuevos fondos privados y mixtos que están dispuestos a invertir capital de riesgo en startups.

Riesgos

“Tenemos la base para constituir la oferta que necesita la demanda de biotecnología. La demanda es un dato cierto, pero la oferta argentina todavía no está disponible a gran escala. Están los ingredientes puestos sobre la mesa, y es una muy buena base. Y para no desperdiciar oportunidades, como varias veces le sucedió a la Argentina, tenemos que desarrollar la oferta nacional. Pero tenemos un par de años para hacerlo porque sino corremos el riesgo de quedarnos afuera o como un jugador mucho menos importante frente a la potencialidad que existe”, enfatizó el especialista.

Es por eso que Turcato insiste con que las instituciones públicas, privadas y mixtas del sector aceleren la gestiones y empiecen a coordinar y articular de manera efectiva sus acciones para lograr primero tender puentes entre la ciencia y las empresas y que luego  construyan los caminos libres de obstáculos para que los emprendimientos prosperen. “Para lograr un desarrollo regional relevante no alcanza con tener un par de jugadores líderes. Tenemos que armar los clubes: los Barcelona, los Real Madrid, los PSG, los Manchester, y hasta las Ligas, porque es allí donde queda la riqueza generada”, insiste.

Finalmente, Turcato deja una advertencia sobre la mesa acerca de la dificultad que registran en el día a día las organizaciones para cumplir su papel: “Hay que preguntarse si con las mismas formas de trabajar, las mismas formas de organizar las instituciones y los mismos vicios de la gestión diaria a partir de los cuáles la Argentina fue perdiendo oportunidades de desarrollo a lo largo de su historia, vamos a poder aprovechar la oportunidad que tenemos de pegar el salto en biotecnología. Necesitamos hacer las cosas de otra manera. No hay modo de seguir haciendo las cosas de la misma manera. Hay cifras de inversión pública en la materia que se anuncian con bombos y platillos por la prensa que no mueven el amperímetro. Pero hay cuestiones de autonomía estratégica en ciencia y tecnología que hay que abordarlas y gestionarlas distinto. Estaba viendo que en el G-20 están Argentina, Brasil y México pero hasta ahora nunca fueron con posiciones comunes a las votaciones. Y en biotecnología no hay posibilidades de desarrollo sin pensar en América latina, porque solos no vamos a ningún lado. El desafío es pensar y hacer distinto porque si no nos pude ocurrir que en 5 años en vez de armar seminarios sobre las posibilidades de desarrollo de las capacidades que existen, vamos a estar reflexionando sobre otra oportunidad perdida”.