La dopamina es una de las hormonas de las que más se habla. Mal llamada "hormona del placer", algunas ideas que se difunden sobre ella se basan en, por ejemplo, que las redes sociales dan "shots" de dopamina con cada like o video corto, lo que puede traducirse en algo adictivo. Por eso, suele llamarse a evitar un exceso con detoxificaciones de esta sustancia para recuperar el control sobre los comportamientos.
Sin embargo, desde hace un tiempo, la ciencia observó que asociar la dopamina a la regulación de placer es una visión reducida y simplista. En verdad, se trata de un neurotransmisor esencial para el comportamiento cotidiano, por ejemplo para la motivación y el aprendizaje. Recientemente, un estudio proveniente de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos), mostró que también interviene en cómo se aprende a huir de malas experiencias.
El trabajo publicado en Current Biology muestra que los niveles de esta sustancia varían en distintas partes del cerebro según se aprende a cómo reaccionar ante malas situaciones.
Aprendizaje para tomar decisiones
“La señalización de la dopamina desempeña un papel fundamental en el aprendizaje de las relaciones de causa y efecto de nuestro entorno”, señalaron. Y añadieron: “Este aprendizaje lo usamos para tomar decisiones y adoptar comportamientos que nos lleven a obtener buenos resultados en una situación. Lo que demostramos es cómo la dopamina también interviene en la huida de las experiencias con malos resultados”.
Es decir, esta sustancia ayuda a actualizar las expectativas y a modificar el comportamiento futuro cuando la "mala situación" vuelve a aparecer.
El estudio
El equipo científico entrenó a ratones para que respondieran a una señal de advertencia de cinco segundos, que precedía a un resultado desagradable. Si los ratones se movían al otro lado de la caja donde estaban, podían evitarlo. Mientras, los investigadores registraron la actividad de la dopamina en dos zonas del cerebro de los ratones, en el núcleo accumbens, donde se libera la dopamina implicada en la motivación y el aprendizaje.
Cada una de las zonas respondían de forma diferente en esta situación. En la región ventromedial, los niveles de dopamina aumentaban inicialmente en respuesta al acontecimiento desagradable en sí. Sin embargo, con el tiempo la respuesta se desvanecía a medida que los ratones aprendían a evitar la mala experiencia. En la parte nuclear, la dopamina disminuyó tanto para la mala experiencia como en la señal de advertencia. A medida que los ratones aprendían, los niveles bajaban aún más.
Estas respuestas no son solo diferentes en su señal (en una zona, la dopamina sube ante algo malo y en la otra baja), sino que también se vio que una señal es importante para el aprendizaje temprano y la otra lo es para el posterior.
Señales flexibles al entorno
Posteriormente, los investigadores examinaron qué ocurría en los cerebros de los ratones cuando, una vez que habían aprendido que eso era una mala experiencia, no podían evitarla. Así, observaron que los patrones de dopamina volvieron a su estado anterior al aprendizaje: “Esto demuestra que las señales de dopamina son flexibles, sensibles a las reglas de la tarea, y pueden ayudarnos a adaptarnos a los cambios del entorno”.
Por este motivo, los investigadores subrayan que la dopamina “no es ni buena ni mala”, ya que responde tanto a los positivos como a los negativos resultados de una experiencia: “La dopamina refuerza los comportamientos que conducen a cosas buenas, pero también nos ayuda a sintonizar con las señales que indican problemas, a aprender de las malas consecuencias y a adaptar continuamente nuestras estrategias en función de los resultados”.
Detoxificarse de la dopamina
La idea de “detoxificarse” de la dopamina “es demasiado simplista”. Aunque las redes sociales, como cualquier otro estímulo ambiental, pueden activar o inhibir nuestro sistema dopaminérgico en momentos específicos dependiendo de cómo se utilicen, no es exacto decir que el uso de las redes sociales cambie los niveles generales de dopamina en nuestro cerebro.
“La dopamina es una molécula importante para la vida cotidiana y la toma de decisiones, por lo que ‘desintoxicarla’ probablemente haría más mal que bien”, indicaron. En tal sentido, recomiendan que la estrategia pase por “ser conscientes de cómo las redes sociales están diseñadas para reforzar su propio uso manipulando las señales de dopamina, lo que puede llevarnos por un camino problemático si no se controla”.
Además, se ve cómo la evitación excesiva (síntoma propio de múltiples afecciones psiquiátricas como ansiedad, TOC, depresión), puede producirse por medio de alteraciones en la función dopaminérgica. Esto puede conducir a una sobreestimación del peligro en el entorno y a una disminución de la calidad de vida, ya que el cerebro da prioridad a evitar determinadas experiencias: “Esperamos hacer un seguimiento de estos hallazgos de la investigación básica para abordar los problemas clínicos que afectan a los pacientes”.
Fuente: SINC.