A partir de un nuevo estudio se comprobó que reducir la presión arterial ayuda a disminuir el riesgo de demencia y deterioro cognitivo. El ensayo clínico, que se encuentra en fase 3, pertenece a científicos del Southwestern Medical Center de Dallas (Estados Unidos) y los resultados se publicaron en Nature Medicine.
Con un total de 33.995 pacientes con hipertensión pertenecientes a la China rural, el estudio resalta la importancia de la adopción generalizada de un control más intensivo de presión arterial en pacientes hipertensos en pos de reducir la carga global de enfermedad por demencia. Para arribar a este hallazgo, desde el estudio contaron con la ayuda de "médicos de aldea" (profesionales comunitarios sin formación médica) que contribuyeron con controlar la presión arterial de pacientes mayores de 40 años en más de 163 zonas rurales chinas.
Los resultados
Tras recibir medicación antihipertensiva y asesoramiento para medirse la tensión en casa, a la vez que pautas para cambiar el estilo de vida (dieta alimenticia para bajar de peso, reducción de ingesta de sodio, moderación de consumo de alcohol), los 17.407 pacientes diagnosticados mostraron grandes mejoras.
Luego de cuatro años, los investigadores observaron que los pacientes intervenidos lograron una mejoría en el control de su presión arterial por debajo de 130/80 mm HG con respecto a las personas del grupo de control. Además, redujeron sustancialmente el riesgo de demencia por cualquier causa en un 15% y el deterioro cognitivo en un 16%.
“Esto concuerda con un informe histórico publicado el año pasado en The Lancet, que destacaba que la hipertensión arterial no tratada era uno de los catorce factores de riesgo que explican casi la mitad de los casos de demencia en todo el mundo”, comentaron expertos.
Un factor de riesgo añadido
No existe una correlación directa entre la demencia y la hipertensión, “ya que los mecanismos de la demencia son mucho más complejos”, según detallaron. Sin embargo, la hipertensión sí supone un riesgo añadido a otros factores que influyen en el desarrollo de esta condición mental como pueden ser el tabaquismo o la diabetes.
“Una hipertensión prolongada produce alteraciones que podrían desembocar en demencia debido a trastornos sencillamente vasculares como una menor irrigación de sangre al cerebro”, aseguraron.
A su vez, a partir de los 40 años, se recomienda controlar la tensión arterial ya que pueden surgir otro tipo de afecciones vasculares como el infarto cerebral -Ictus- o los infartos lacunares, que son como “bombas de racimo” que van minando áreas del cerebro.
Más casos de demencia para 2050
Se estima que el número global de personas con demencia aumentará de 57,4 millones en 2019 a 152,8 millones para 2050, con un mayor impacto en países de ingresos bajos y medios.
En tal sentido, las intervenciones en el estilo de vida (como llevar una dieta saludable y hacer ejercicio regularmente) podrían ser la manera más efectiva de reducir la creciente incidencia global de la demencia.
Los investigadores también encontraron que las personas con hipertensión no tratada tenían un 42% más de riesgo de desarrollar demencia a lo largo de su vida que los participantes sanos.
Ampliar el estudio
“Será importante ver si esta reducción del riesgo se mantiene durante más tiempo que el periodo de seguimiento de cuatro años del estudio y si se observan efectos similares en otras poblaciones que reciben el mismo tratamiento”, concluyeron.
Fuente: SINC.