El juicio por el homicidio de Mauro Feliciano Fleita, quien en mayo de 2022 fue ejecutado en medio de una disputa entre bandas narco de la que era ajeno, culminó este jueves con tres condenas a prisión perpetua.

El veredicto fue dictado por los jueces Alejandro Negroni, Carlos Leiva y Gonzalo Fernández Bussy tras una semana de debate en la que la Fiscalía, a cargo de Georgina Pairola, fue tajante sobre el accionar de los acusados, que buscaban matar a un soldadito de una gavilla rival –la banda de Los Riquelme– en el convulsionado territorio de Felipe Moré y Juan José Paso.

Los tiratiros Brian Herrera (23), Luis Soto (32) y Kevin Torres (25) ya se encontraban detenidos desde la madrugada del 16 de mayo de 2022, cuando los arrestó personal policial después de una persecución que comenzó en la zona noroeste, incluyó disparos y culminó en Matienzo y Mendoza. Los gatilleros se movilizaban en una Ford Ecosport robada días antes. En el interior del vehículo se hallaron dos pistolas 9 milímetros y una ametralladora Uzi con un cargador de 30 municiones que no llegó a ser disparada por una falla.

La detención de los ahora condenados.

El fallo fue por homicidio calificado por ser cometido con el concurso premeditado de dos o más personas y agravado por el uso de arma de fuego; portación ilegítima de arma de fuego de guerra; resistencia a la autoridad agravada por el uso de arma de fuego; encubrimiento por receptación dolosa agravado por el ánimo de lucro –todo ello en concurso real y en carácter de coautores.

La investigación dejó claro que Fleita –un joven vinculado con la religión evangélica, hijo de un pastor conocido en los barrios Ludueña y Empalme Graneros– fue una víctima ajena de una guerra de bandas que entre mediados de 2021 y comienzos de 2023 se cobró alrededor de 50 muertos.

Por un lado, la banda de los Riquelme, encabezada por Francisco y Jonatan –según investigaciones, apadrinados por el capo narco Esteban Alvarado–. Por el otro, una organización vinculada a Los Monos, organizada desde la cárcel de Piñero, con un hombre llamado Mauro Gerez como jefe en el territorio.

La noche del 15 de mayo, Fleita había ido a cenar a la casa de quien había sido su suegro –con quien mantenía una buena relación– ubicada en Felipe Moré al 600 bis. El motivo de esa visita era encontrarse con su ex, quien debía entregarle un celular que el joven le había prestado.

Afuera, en la calle, se respiraba el miedo. El 22 de abril habían asesinado a metros de allí a Joel Bulnette, un lugarteniente de los Riquelme. Y al día siguiente, David Joel Paredes –un hombre que estaba esperando que su hija saliera de un cumpleaños y nada tenía que ver con los conflictos entre bandas– había caído muerto en un ataque al voleo. Mauro Fleita corrió ese mismo destino.

Ya en los primeros minutos del 16 de mayo, el joven intentaba hacer arrancar su Honda Titan, cuyo encendido fallaba. Iván –un hermano de su ex suegro– se ofreció a empujarla. Fue en ese momento, a las 0.38, cuando la Ecosport roja pasó por Felipe Moré.

El vehículo frenó, bajaron las ventanillas del conductor y la trasera de ese mismo lado y comenzaron a disparar sin mediar palabra. El primer disparo fue efectuado por el acompañante del conductor, quien cruzó el brazo por encima y abrió fuego. Luego, una tercera persona desde el asiento trasero también disparó. Iván logró guarecerse, mientras que Mauro –aún sobre la moto– recibió una ráfaga de disparos que le quitó la vida. Fueron 14 tiros, según las vainas servidas halladas más tarde. Iván, el hombre que lo acompañaba, resultó ileso.

“El accionar de los acusados fue brutal, despiadado y cobarde. Dispararon desde un vehículo, de madrugada, contra una persona indefensa, que estaba con casco puesto, sobre una moto que no arrancaba, sin capacidad de huida. Luego escaparon a tiros contra la policía, se resistieron a la detención y estaban armados con pistolas, una ametralladora y decenas de municiones. La conducta desplegada no admite atenuantes”, se escuchó en boca de la acusación en el debate.

A partir del peritaje de los celulares de los detenidos pudo saberse que los gatilleros buscaban disparar contra Tomás “Tortuga” Chaves, un tiratiros al servicio del clan Riquelme que en marzo de este año fue detenido –justamente en Felipe Moré al 600– bajo acusación de homicidio.

Tortuga también se movilizaba en una Honda Titan, lo que aportó a la confusión. “Activamos a dos ahí afuera de lo de Tortuga, uno estaba todo cascado. Estaban sacando una moto. Uno se metió para la casa pero le dimos masa”, se escuchó en un audio enviado minutos después del crimen que fue reproducido en el juicio.

La fiscal Pairola remarcó el “desprecio absoluto por la vida humana” de Herrera, Soto y Torres, quienes no eran del barrio Empalme Graneros y esa noche fueron a “hacer un trabajo” a pedido de la facción de Gerez, cuyos cabecillas operaban desde la cárcel de Piñero. En sus celulares también se hallaron evidencias de comercialización de estupefacientes.

Entre los reproches de la acusación se señaló: “Hay una persona que les encarga la labor, se habla de que se dedican a esto, que cobran por ser asesinos a sueldo y defienden su trabajo aun ante sus propias parejas o familiares como si fueran actividades moralmente aceptadas. La naturalización de su actividad es brutal”.

Esa madrugada, la intervención policial derivó en una persecución que se prolongó por varias cuadras, con algunos trayectos en contramano e intercambio de disparos. En Mendoza y Matienzo, la Ecosport chocó contra un cantero y agentes del Comando Radioeléctrico detuvieron a los sospechosos. En el interior de la camioneta secuestraron dos pistolas 9 milímetros y un subfusil Uzi, además de una caja de 36 municiones. La ametralladora –aunque fue gatillada– no funcionó.

Por el crimen de Fleita, en febrero pasado también resultó imputado Gerez –detenido el 26 de mayo–, considerado el “jefe de sicarios” de la organización que, con la marca de Los Monos, buscó copar Ludueña y Empalme Graneros extorsionando a comerciantes e instalando puestos de venta de drogas. La investigación lo ubicó disparando desde el interior de la Ecosport. Por esos días, el rumor señalaba que aquel 16 de mayo había quedado demorado en la Comisaría 12ª y luego liberado en el marco de un arreglo espurio. Por eso, esa misma semana el fiscal Pablo Socca ordenó allanar la cuestionada seccional de Ludueña, en la mira por connivencia con Gerez.