¿Fue la presión política de los gobernadores de la Región Centro lo que llevó al gobierno nacional a apurar el anuncio de baja temporal de las retenciones agropecuarias? ¿Fue la necesidad de dar un incentivo a los productores para que vendan la cosecha y obtener así dólares que atemperen la caída de las reservas? Ambas preguntas, apuntadas a saber cuál es la verdadera razón que llevó a la  administración de Javier Milei a ceder ante el reclamo del campo, pueden tener la misma respuesta: sí.

La puesta en escena que realizaron los gobernadores Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos) para pedir que bajen “las malditas retenciones” y advertir que el campo está en riesgo de “colapso” le dio músculo político al reclamo sectorial. Un reclamo del interior del país que solo cuando se politiza llega a la agenda nacional, siempre porteñocentrista.

La bala entró y por eso el gobierno nacional, con su apurado anuncio del jueves, hizo una jugada a dos bandas: obtener dólares que alivianen la pérdida de reservas mientras cierra el acuerdo con el FMI y plantar bandera en la disputa con los tres mandatarios provinciales por un electorado que los votó a ellos en las elecciones distritales y a Milei en la nacional. Es en el marco de esta última pulseada que hay que leer la réplica y la contrarréplica posteriores: el ministro Luis Caputo desafíó a que ahora sean las provincias las que reduzcan impuestos como ingresos brutos y el inmobiliario rural, mientras que Pullaro, en su reconocimiento a la decisión oficial, incluyó en el final una línea en la que dejó en claro que el reclamo no termina acá: “Esperemos que sea el inicio del camino hacia la eliminación de las retenciones”.

La pulseada política

El mérito político de los gobernadores fue el timing de su movida. El gobierno nacional dijo que hacía meses que estudiaba bajar las retenciones y en el sector estaban convencidos de que Caputo no pensaba ir con las manos vacías a la reunión que convocó para el 6 de febrero con la mesa que nuclea a las entidades agropecuarias.

El anuncio desató una obvia disputa por el rédito político en el inicio del año electoral: Caputo dijo con claridad que el gobierno no necesita que le digan que tiene que bajar impuestos porque a eso vino. Los mandatarios provinciales, como escribió Pullaro, buscaron instalar que ellos fueron “la voz del interior productivo” y Nación escuchó.

Dentro de esta lógica, quedó en evidencia la desconexión que hay entre la cúpula del gobierno nacional y los cuadros de La Libertad Avanza en el interior. Pocas horas antes del anuncio, Nicolás Mayoraz, el candidato de ese partido que competirá con Pullaro en las elecciones de convencionales constituyentes, dijo que las retenciones iban a comenzar a bajar “este año”. Es decir, no tenía la menor idea de lo que iba a hacer Caputo y ni hablar de que lo convocaran para una foto a capitalizar, de cara a una campaña que está a la vuelta de la esquina.    

La baja del gravamen a las exportaciones tiene un valor importante para el bolsillo de un sector que hoy está complicado por los bajos precios internacionales, el retraso cambiario y la falta de lluvias. Por supuesto, eso también impacta fuerte en una región que tiene a la agroindustria como su principal motor económico. 

Pero además tiene un valor simbólico de mucho peso: las retenciones son “malditas” porque los productores las ven como una exacción, un cobro injusto y violento por el cual el hoy vilipendiado Estado se apropia de una riqueza que les corresponde.

Sin embargo: ¿qué diferencia hay entre esta reducción impositiva de alrededor del 20 por ciento dispuesta por la gestión Milei hasta junio y los distintos tipos de dólar soja que aplicaba, también con límites temporales para asegurarse rápidos ingresos de divisas, Sergio Massa? Desde el punto de vista económico, no mucho más que las palabras con las que se nombra las medidas. 

Pero desde el punto de vista político, la diferencia sí es importante: quién toma la decisión. El kirchnerismo es mala palabra en el campo y en los sectores urbanos afines, justamente desde el conflicto de 2008 por las retenciones móviles. Ese es un electorado solo apto para no peronistas y es lo que explica también la disputa que hay por él entre, por ejemplo en Santa Fe, Pullaro y Milei.

Una cancha en común

En realidad, es mucho más amplio el espacio social en Santa Fe al que interpelan al mismo tiempo el presidente y el gobernador. Encuestas y trabajos en focus groups que manejan los estrategas políticos cercanos al mandatario provincial muestran no solo que ambos tienen un alto nivel de aprobación, sino que además el electorado es prácticamente el mismo: de acuerdo a esos datos, más del 80 por ciento de los que vota a cada uno de ellos está también dispuesto a hacerlo por el otro.

Otra cuestión interesante surge de esos estudios: esa importante porción de la ciudadanía que respalda a Milei y Pullaro a la vez pide que no se peleen, que trabajen en conjunto, algo que por ejemplo dio buenos resultados en materia de seguridad durante el año pasado.

Claro, eso es más difícil cuando se entra en el terreno de la disputa electoral. Sin embargo, hay una situación que acaso permita evitar una confrontación descarnada: para Milei no hay instancia más importante que la eleccíón de legisladores nacionales de octubre, mientras que para Pullaro la madre de todas las batallas es la elección de los convencionales que reformarán la Constitución provincial.

De hecho, hoy el foco de la alianza oficialista santafesina, Unidos, está puesto en el armado de la lista de candidatos a convencionales constituyentes que acompañarán a Pullaro. En estos días, los dirigentes de la UCR más cercanos al gobernador definen cuál es para ellos la mejor estrategia para plantearla el miércoles próximo en la primera reunión del año con los otros partidos de la coalición. En principio, creen que hay que incluir a profesionales vinculados a los temas a reformar en la Carta Magna y también a intendentes, lo que abre la posibilidad de que se sume a la nómina Pablo Javkin. 

La número dos y el factor Macri

Una de las cuestiones en discusión es quién ocupara el segundo lugar de la lista de convencionales: allí aparecen como posibles la vicegobernadora Gisela Scaglia, la presidenta de la Cámara de Diputados de la provincia, Clara García, y la senadora nacional Carolina Losada.

Que surja y vaya ganando fuerza el nombre de Losada tiene que ver, justamente, con la disputa del electorado común con La Libertad Avanza. Quienes la impulsan la ven como la más apta para pescar en una pecera que está en riesgo de llenarse de agua libertaria. El problema es que si resulta la elegida, serían dos radicales en los primeros lugares. 

García, en tanto, representa al otro socio mayoritario de la coalición, el Partido Socialista, con un perfil más de centroizquierda. 

Mientras que Scaglia, del PRO, ya formó como compañera de fórmula una dupla exitosa con Pullaro. A priori están los que, como el senador radical Felipe Michlig, la impulsan con la lógica de que “equipo que gana no se toca”. Pero también quienes piensan que hoy por hoy representa exactamente lo mismo con el gobernador, con quien se mueve de manera muy unida, y por lo tanto no le suma nada.

Hay, de todos modos, un factor nuevo que podría fortalecer la posición de Scaglia y el PRO local, aunque no necesariamente para ser número dos de la lista: un apoyo explícito de Mauricio Macri a la reforma constitucional. 

Por iniciativa del propio expresidente, el 15 de enero pasado Macri y Pullaro tuvieron una reunión. El líder del PRO invitó al gobernador al country de Cumelén, donde vacaciona en Villa La Angostura. Pero fue por Zoom, porque el santafesino prefirió no viajar.

Durante la charla, Macri preguntó sobre la reforma y se mostró complacido porque en la ley de necesidad de la reforma constitucional se incluyeron temas de su agenda que considera fundamentales: van desde cuestiones económicas, como el equilibrio fiscal, a institucionales, como la ficha limpia.

Fuentes del PRO anticiparon que en las próximas semanas el expresidente viajaría a Santa Fe para hacer explícito y público el respaldo. Macri posará, seguramente, para una foto con Pullaro, justo cuando le resulta difícil coincidir con Milei.