Sarmiento renunció a la masonería antes de asumir, vivió de prestado en casas de parientes y sufrió un grave atentado por parte del mismo bando que propició el asesinato de Urquiza. Cargó con la epidemia de la fiebre amarilla y la mayor tragedia naval de su tiempo. 

Completó su mandato en medio de una rebelión militar. Lo trataron de borracho, corrupto, inútil y anticonstitucional. Pero el contexto hostil no le impidió expandir los ferrocarriles y el telégrafo, promover la ciencia y la tecnología, impulsar el uso de maquinaria agrícola, concretar el primer censo y fomentar el crecimiento de las economías regionales. 

Aunque algo arrogante, altanero y soberbio, su inteligencia le permitió adoptar lo mejor del modelo norteamericano que tanto admiraba. 

Las cartas íntimas a su mujer, amantes y amigos, sus peleas con las maestras norteamericanas, la cuestionada visión del gaucho, la polémica por la supuesta entrega de la Patagonia y el mito de la Casa Rosada son solo algunas de las originales historias que pintan un perfil amplio, a veces ignorado y, sobre todo, cautivador, del presidente que torció el rumbo del país.

Editorial Sudamericana