El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, muy cercano al Papa Francisco, destacó la condición de “padre de todos” que ejerció el pontífice fallecido este lunes e instó a seguir su legado de inclusión.

“Se nos murió el padre de todos. De toda la humanidad”, dijo García Cuerva durante la misa que celebró este lunes a la mañana en la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires.

“También un poco el padre de los argentinos, al que no siempre comprendimos pero al que profundamente amamos”, agregó.

El religioso instó a seguir el camino marcado por el Papa. “Ahora todos nosotros tenemos que ser un poco Francisco”, dijo y recordó que durante su papado “insistió una y mil veces que en la Iglesia tenía que haber lugar para todos y repetía: para todos, para todos”.

“Se nos fue el Papa de los pobres, de los marginados, de los excluidos”, remarcó el arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires.

En esa línea, recordó que “ayer su última audiencia con el vicepresidente de los Estados Unidos (James Vance) y él compartía una vez más su preocupación por los migrantes”.

García Cuerva destacó que el Papa Francisco fue “un hombre que fue coherente desde el primero hasta el último día”.

“El Padre de todos. El padre de la misericordia. Nos enseñó una y mil veces que Dios nos ama con locura y que entrega la vida por amor a nosotros y desde él su misericordia nos quiere hermanos”, señaló.

García Cuerva recordó que él nos decía que “si Dios fue tan misericordioso con nosotros, nosotros no podemos dejar de serlo con los demás. Y por eso nos insistió con la cultura del encuentro, nos insistió con tender puentes”. 

En esa línea, dio un mensaje muy dirigido a los argentinos: "El mejor homenaje que podemos hacer es unirnos y dejar de enfrentarnos todo el tiempo”.

“El Papa fue nuestro padre, el padre de todos, el padre de los pobres, de la misericordia, el padre de la alegría”, remarcó el prelado.

En ese sentido, recordó que “vive la alegría del evangelio fue el mensaje de Francisco desde el primer día de su pontificado”.

“Y nos insistió tanto en que los cristianos no podíamos tener cara de vinagre, que no podía estar apesadumbrados, sino que teníamos que dejarlo invadir por la alegría pascual”, añadió.

García Cuerva destacó que “justamente se nos va el día que los cristianos celebramos la resurrección del señor. Que contradictorio están hoy nuestros corazones. Por un lado queremos vivir la alegría pascual, pero al mismo tiempo el dolor en el corazón es grande”, afirmó el arzobispo.