En la jornada por el Día de la Conservación del Suelo realizada en la Facultad de Ciencias Agrarias (UNR), tres especialistas compartieron datos para dimensionar el daño generado a la tierra en el sur de Santa Fe a lo largo del último siglo (ver más en nota principal).
Más que producción agropecuaria y utilización de la tierra, hay una explotación, una extracción que no repone más allá del 20% de los nutrientes que retira. Ese deterioro fue resumido con algunos gráficos y tablas que expusieron los ingenieros agrónomos Fernando Martínez, Sergio Montico y Mario Monti.
Además de materia orgánica que se va, se trata de costos que no se tienen en cuenta a la hora de analizar rendimientos. Un buque cerealero de 40 mil toneladas de granos se lleva 3.600 toneladas de nutrientes. Solo reponer el fósforo perdido demandaría una inversión de 400 mil dólares.
Dos cuadros cimentan esas fugas de los activos naturales. Uno: de 1880 a 1990, la materia orgánica en el departamento Caseros de Santa Fe retrocedió de 6% a 2,5% (un 58% menos). En Río Cuarto, Córdoba, la caída fue menor: de 3,2% a 1,7% (46%).
Dos: el fósforo disponible cayó de 40 a 9 en el sur de la bota (77,5%), quedó por debajo del umbral crítico para la soja, y en Río Cuarto de 52 a 19 (64%). Si bien el deterioro es general, en esta región el impacto es mayor.
La fuga de nutrientes es, además, la contracara de las inundaciones. El 42% de las 13 millones de hectáreas de Santa Fe tiene procesos erosivos manifiestos.
Los campos pierden de un centímetro a uno y medio de espesor por año. El agua dulce también se dilapida. Con una lluvia normal de 35 milímetros, un campo de 100 hectáreas deja ir 350 camiones cisternas (10.000 m3). Un tesoro para buena parte del mundo que acá se escapa.