La semana cerró con un cóctel potente de señales que golpean a la economía argentina desde múltiples frentes: el campo, la energía, el comercio exterior y las finanzas. Todo en medio de una tregua frágil en los mercados y un Gobierno que busca calmar aguas políticas y económicas antes de las elecciones de octubre.
La bomba principal estalló en el agro pero que era un secreto a voces: Bioceres, una de las empresas más emblemáticas del sector biotecnológico nacida en Rosario, entró en default al no cumplir con vencimientos de pagarés en dólares y anunció el inicio de una reestructuración de deuda. La noticia se suma a una cadena de defaults recientes que golpean al corazón productivo del país: Los Grobo, Speed Agro, Agrofina, Surcos y otras compañías ya habían mostrado síntomas de una crisis profunda en el financiamiento del agro.
En paralelo, la confianza del campo se derrumbó: según la Universidad Austral, cayó un 22% en un año. La incertidumbre política, las trabas regulatorias, el encarecimiento del crédito y los vaivenes impositivos explican parte del derrumbe.
Para peor, los precios de los commodities agrícolas también dieron malas noticias esta semana: en el mercado local, la vuelta de las retenciones. Frente a esto el gobierno apunta a dar alguna señal para contener la bronca de los productores y retomaría algún anuncio de obras de infraestructura para el sector. Se viene La Rural de Palermo y el ánimo ya no es el mismo del año pasado en el sector.
Lo que sí está sólida es la fusión entre Bunge y Viterra que se confirmó ayer después de duras negociaciones y aprobaciones de importantes mercados, la última en China. Y es uno de los movimientos corporativos más relevantes del sector agroindustrial en la última década. La compañía combinada se posiciona como una líder global en soluciones agroindustriales integradas con un valor de US$34.000 millones. Y es la que faltaría sumarse para la pulseada por Vicentín. Vale aclarar que a nivel local, aún se aguardan las aprobaciones necesarias para la integración también en Argentina.
Mientras tanto, el frente energético sigue complejo: el Comité de Crisis extendió otros 24 horas los cortes de gas a la industria y estaciones de GNC por falta de stock e infraestructura. En simultáneo, el Gobierno decidió desregular el precio de las garrafas, medida que apunta a liberar el mercado pero podría impactar fuerte en los sectores más vulnerables y no tanto, fundamentalmente en los barrios de localidades del Gran Rosario que crecieron fuerte en los últimos años pero sin los servicios de gas a través de la red.
El turismo también reclama auxilio: el Gobierno analiza aplicar un IVA diferencial al sector, ante la fuerte caída de reservas y el parate en las ventas de invierno. Una medida similar ya se aplicó en otros países y busca aliviar los costos impositivos de hoteles, agencias y operadores.
En lo político, la Casa Rosada proyecta una convocatoria a las provincias para retomar el diálogo institucional en medio del acecho opositor en el Congreso, ayer la oposición avanzó en el Senado para el tratamiento de los cambios a la jubilaciones. La jugada apunta a descomprimir tensiones fiscales, avanzar con el paquete de reformas y mostrar una imagen de gobernabilidad en pleno año electoral.
En los mercados, la calma fue relativa: el dólar MEP cerró en $1.295, el CCL superó los $1.320 y el blue tocó los $1.340, mostrando una suba moderada pero sostenida. Mientras tanto, el Gobierno anunció una nueva licitación de deuda en pesos para el lunes, con bonos CER, dollar-linked y ajustables por tasa variable, buscando absorber pesos y enviar señales de compromiso fiscal.
Los inversores, sin embargo, siguen en modo espera. El mercado local se apaciguó, pero no por convicción, sino por falta de novedades fuertes: el calendario electoral todavía no ofrece certezas, y los candidatos afinan discursos más que propuestas concretas.
A nivel regional, la reunión del Mercosur tuvo escaso impacto real, aunque dejó definiciones interesantes: se confirmó la presidencia pro témpore de Paraguay y se reforzó el mensaje de unidad ante la posible firma de un acuerdo con la Unión Europea, aunque sin fechas claras.
En síntesis, el Gobierno enfrenta una economía entre algodones por varios frentes al mismo tiempo: empresas que no pueden pagar, sectores que reclaman ayuda, energía que no alcanza, mercados que dudan y provincias que exigen respuestas. Una semana de “calma”, en la Argentina, suele durar lo mismo que un buen precio de la soja: muy poco.
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