Cepo, reservas y un dilema sin solución: ¿el gobierno juega con fuego?

El Teorema de Arriazu choca con la realidad: con controles de cambio no se acumulan reservas. El gobierno apuesta a una devaluación fiscal temporaria, pero la gran pregunta sigue en el aire: ¿cómo y cuándo se libera el mercado cambiario?

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El gobierno de Javier Milei y Luis Caputo enfrenta una trampa económica difícil de esquivar: con el cepo cambiario aún vigente, no logra acumular reservas de manera sostenible. Según el último informe de EcoAnalytics, la suba en los niveles de reservas durante 2024 fue poco más que anecdótica, sin cambios estructurales que permitan sostener el crecimiento a largo plazo.

El problema es claro: con un tipo de cambio apreciado y restricciones a la libre compra y venta de divisas, los incentivos a vender dólares son bajos, mientras que la presión para adquirirlos se mantiene alta. A esto se suma que las reservas netas siguen en terreno negativo, lo que pone en jaque la idea de que “el tiempo juega a favor” de la estrategia oficial.

Un problema sin salida fácil

El informe destaca que, en los últimos 20 años, ningún gobierno logró acumular reservas bajo un régimen de control cambiario. Ejemplos pasados muestran que, tanto con Néstor Kirchner como con Mauricio Macri, el crecimiento de reservas solo ocurrió en períodos de libertad cambiaria y acceso a financiamiento externo.

Sin embargo, la administración Milei enfrenta un contexto más complejo: el cepo persiste, la apreciación cambiaria es evidente y la cuenta corriente comenzó a debilitarse. Con este panorama, EcoAnalytics advierte que cualquier intento de flexibilizar las restricciones cambiarias sin una corrección en el tipo de cambio podría resultar en un escenario de fuerte depreciación del peso.

¿El teorema de Arriazu es un error?

El informe también pone en duda la teoría defendida por el economista Ricardo Arriazu, que sostiene que un superávit fiscal es suficiente para evitar un déficit externo. Según EcoAnalytics, esta premisa ignora un factor clave: el impacto de la apreciación del tipo de cambio en la balanza comercial.

En términos simples, un peso fuerte favorece las importaciones y encarece las exportaciones, lo que termina desgastando la cuenta corriente y reduciendo la entrada de dólares. Para sostener la teoría de Arriazu, el gobierno debería aplicar un ajuste fiscal aún mayor o endurecer la política monetaria, algo que no ha ocurrido en los últimos meses.

El dilema del gobierno: cepo, FMI y devaluación latente

Ante la fragilidad de las reservas y la presión del mercado, el equipo económico tomó medidas de emergencia:

  • Baja temporal de retenciones para incentivar la liquidación de exportaciones.
  • Suba de tasas en dólares para desalentar la especulación con una futura devaluación.

Esto permite ganar tiempo en el corto plazo, pero no resuelve el problema estructural. La gran incógnita sigue siendo cómo y cuándo se levantará el cepo. Los mercados observan de cerca el dólar paralelo, que funciona como un termómetro del nerviosismo financiero.

El Bank of America estima que la salida del cepo podría implicar una devaluación del 30% después de las elecciones de medio término. Sin embargo, nadie sabe con certeza cuál será el número final ni el momento exacto en que ocurrirá.

Mientras tanto, el FMI aparece en el horizonte como un actor clave. El gobierno busca un nuevo programa de financiamiento que le permita transitar esta transición con más herramientas. Pero, según EcoAnalytics, el Fondo no estará dispuesto a prestar dinero para sostener el cepo, sino para acompañar su salida definitiva.

Conclusión: entre la estabilidad y el abismo

El plan Milei-Caputo ha logrado estabilizar la economía en el corto plazo, pero la gran pregunta es si podrá sostenerla sin una crisis cambiaria. La historia reciente demuestra que el stock de reservas es un pésimo indicador para predecir el éxito de una política monetaria, y que las decisiones económicas deberán tomar en cuenta mucho más que la simple acumulación de dólares en el Banco Central.

El 2025 será un año clave para definir el futuro económico de Argentina. Con elecciones en el horizonte, el riesgo de que la política termine imponiéndose sobre la estrategia económica está más presente que nunca. El gobierno tiene un margen de maniobra cada vez más reducido, y cualquier paso en falso podría reavivar la incertidumbre cambiaria.

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