Mientras que el impacto de las nuevas medidas cambiarias en los ahorristas copó ayer la agenda en la prensa, las empresas agroexportadoras –desde aceiteras a lácteas pasando por frigoríficos- mantuvieron un perfil muy bajo esquivado posicionamientos ante la opinión pública sobre el mayor cepo al dólar. Y es que sus equipos financieros y contables se abocaron a analizar bien en fino cómo les afectan las medidas y hay sectores en los que la preocupación afloró llegando incluso a advertir riesgos de “defaults inducidos” de sus deudas en dólares.

En líneas generales dos medidas impactan al sector corporativo del paquete de resoluciones anunciado el martes para frenar la demanda de dólares. La primera es que las empresas con deudas mayores al millón de dólares mensuales sólo podrán comprar en el mercado libre de cambios hasta el 40% de los dólares a pagar. El resto lo tendrán que sacar de su bolsillo, conseguir en el exterior o refinanciar. Y la otra medida que impacta es la decisión oficial de concentrar las prefinanciaciones a las exportaciones en empresas pymes argumentando que las grandes la pueden conseguir afuera.

En las grandes empresas internacionales exportadoras de granos, harinas y aceites, claves en la economía regional, el tema que más le preocupa son las trabas para pagar deuda financiera, ya que muchas tienen bonos o deudas financieras bilaterales (con bancos del exterior o, principalmente, con sus casas matrices) y evitar el default les implicaría grandes costos a asumir. Las mayoría de las traders, formalmente, no son filiales sino empresas argentinas, lo que supone mayores dificultades operativas. Las casas matrices lejos están de tener posturas contemplativas con las empresas argentinas y refinanciar pasivos con los bancos nunca es bueno para el legajo de las firmas que, por su actividad, necesitan tener abiertas millonarias cartas de créditos de manera permanente.

Es por eso que en el mercado todos están ahora mirando a las empresas Irsa, John Deere, YPF y Plaza Logística que son las que tienen que afrontar en breve el pago de compromisos en dólares por obligaciones negociables y otros instrumentos bursátiles. ¿Refinaciarán o traerán dólares de afuera para pagar?  ¿Y cómo aceptarán los acreedores ante el refinanciamiento inducido? Los vencimientos en el corto plazo se estiman en unos u$s 3.300 millones, si se contabilizan los que tiene que afrontar también Aeropuertos Argentina 2000, Mastellone y el Banco Hipotecario, y las trabas para acceder a dólares sin dudas afecta el mercado de bonos corporativos en el corto plazo.

Por el contrario, según lo analizado ayer en las exportadoras de granos y aceites, las restricciones no complicarían  el pago de las prefinanciaciones a la exportación agroindustrial que obtienen en el exterior porque no es un endeudamiento comercial que no se paga accediendo a los dólares del mercado de cambios sino aplicando embarques de mercadería vendida. En definitiva, se paga ese fondeo con flujo comercial. Con todo, en el segmento de las exportadoras de granos de capitales nacionales, a diferencia de las internacionales, no se animaban a dar tan por cerrado el tema de las prefinanciaciones de exportaciones con el exterior y están a la espera de letra chica para concluir una opinión.

Precisamente, en frigoríficos y lácteas grandes -que acceden a esas líneas para prefinanciar exportaciones en bancos argentinos ya que por su nivel de despachos al exterior no necesitan el fondeo permanente de las cerealeras- estaban a la espera de la reglamentación del anuncio oficial de focalizar esas líneas en pymes y nacionales. Pero confían en que, por más que son grandes, el gobierno no les cerrará esa canilla ya que las exportaciones representan el único modo genuino de ingresos de dólares y ellos, a diferencias de los traders cerealeros, no tienen tan a mano el mercado internacional para fondear sus exportaciones.  

En materia agropecuaria, también se analizó en el tema de las restricciones cambiarias en las empresas importadoras de insumos, por ejemplo fertilizantes. La lectura que se hizo es que como esas importaciones se financian con créditos en el exterior de los propios vendedores se trata de un pasivo comercial y no financiero por lo que no deberían estar alcanzados por las restricciones a la compra de dólares para pagar esos compromisos. Además, confían en que el gobierno no trabará las inversiones necesarias para aumentar la cosecha de granos, principal fuente de ingresos de dólares al país. Pero igual falta la letra chica y las reglamentaciones y por eso nadie se anima a dormir sin frazadas.

Finalmente, en los actores empresarios el mayor problema no son las restricciones cambiarias sino la sensación de que pueden no ser las últimas, de que pueden ser el inicio de mayores regulaciones si no se logra contener la sangría de reservas.