Este lunes murió el papa Francisco a los 88 años y es imposible no reconstruir parte de su vida a partir de su fuerte vinculación con el fútbol, su pasión por San Lorenzo, la selección argentina y los encuentros que mantuvo con grandes ídolos nacionales como Diego Armando Maradona y Lionel Messi, a quienes recibió en distintos momentos. También con otros ídolos, personajes y referentes de Rosario como Leo, tales como Edgardo Bauza, Ángel Correa y el famoso Carlos "Tula" Pascual.
Francisco fue el socio número 88.235 del Ciclón. Su amor por el club azulgrana nació a temprana edad. De hecho, antes de convertirse en la figura más importante de la Iglesia Católica, asistió en varias oportunidades al viejo Gasómetro de Avenida La Plata, la história cancha del Ciclón en Boedo.
Asumió como Papa en 2013, es decir, un año antes de que su amado club se coronara, por primera vez, campeón de la Libertadores. Cuando se logró la gesta, una delegación de la institución viajó al Vaticano para verlo, llevarle una réplica de la copa y conversar con él. "Ser de San Lorenzo es parte de mi identidad cultural", aseguró en ese entonces.
A partir de su vinculación con San Lorenzo fue que se dieron dos episodios que lo acercaron a dos representantes del fútbol rosarino y también de la selección argentina como Edgardo Bauza y Ángel Correa.
El más reciente en el tiempo ocurrió con el Patón, ídolo de Central pero también del Ciclón después de ser el técnico que consiguió la primera y hasta ahora única Libertadores del club en su historia, tras vencer en la final a Nacional de Paraguay en la edición de 2014. Luego de aquella conquista, el DT fue uno de los encargados de entregarle una réplica del trofeo al Papa.
“Fue un momento único, nos dijo que le dimos dos minutos de felicidad“, declaró Bauza a los medios de Argentina cuando volvieron al país.
El otro capítulo tuvo lugar tres años antes de aquella Libertadores histórica para San Lorenzo, en 2011, el mismo año que Jorge Bergoglio visitó Rosario como arzobispo de Buenos Aires. Resulta que el por entonces cardenal se apersonó en la Ciudad Deportiva del Cuervo y en la Capilla Lorenzo Massa –en homenaje al cura vital para la fundación del club– le dio la confirmación a múltiples jugadores que por ese entonces vivían dentro de la pensión, emplazada a pocos metros de distancia.
Uno de los futbolistas en participar de la ceremonia fue nada más y nada menos que el rosarino Ángel Correa, que por ese entonces tenía 16 años y era una de las máximas figuras de la Séptima División que saldría campeona ese mismo año, a solo dos años de un 2013 que cambió por completo la vida de ambos. En marzo, Bergoglio fue elegido como Papa y Angelito hizo su debut como profesional.

En diálogo con El Transistor en 2019, Correa recordó cómo se dio el encuentro y el "pícaro" motivo que le hizo ir a la cita. "Lo llamaron porque inauguraron una capilla en San Lorenzo, que iba a ser nueva y lo llamaron a él porque era hincha de San Lorenzo. Fueron a preguntar a la pensión quién no había tomado la comunión y no se había bautizado. Yo le levanté la mano primero, yo quiero todo de nuevo, era para faltar al colegio", iniciaba el rosarino entre risas.
Este no fue el único encuentro entre el Papa Francisco y Correa, ya que el sumo pontífice convocó al futbolista para una audiencia privada en 2014, luego de que se le detectara una afección cardíaca que le impidió disputar la final de la Copa Libertadores y pusiera en riesgo su futuro profesional. Sin embargo, el de barrio Las Flores logró sobreponerse, fue campeón del mundo con Argentina en Qatar 2022 y continúa su carrera en el Atlético Madrid.
Pontoni y el Ciclón
La pasión por San Lorenzo de Francisco nació en 1946, cuando con apenas nueve años, y de la mano de su papá Mario, un fanático del club y empleado de los ferrocarriles, Bergoglio presenció desde las tribunas del viejo Gasómetro de Avenida La Plata las actuaciones del equipo que se consagraría campeón con 46 puntos, tres más que Boca Juniors y cinco por encima de River Plate. Ese San Lorenzo anotó 90 goles en 30 partidos, con un promedio de tres por encuentro, impulsado por una delantera que entraría en la historia bajo el nombre de El Trío de Oro, integrada por Armando Farro, René Pontoni y Rinaldo Martino. Pontoni es otro punto de contacto entre el Papa argentino, Santa Fe y Rosario, ya que la Chancha nació en la capital provincial en 1920, se destacó en la Primera de Newell's entre 1940 y 1945, y luego fue comprado por el Ciclón. Aquella temporada dejó una huella indeleble en él. En reiteradas ocasiones, el Papa evocó con detalle jugadas y goles, como el tanto convertido por Pontoni el 20 de octubre de 1946 en la goleada 5-0 ante Racing. “La Chancha bajó la pelota de pecho, amagó entre dos, y pateó cruzado… fue un gol como para pasarlo en el Colón”, recordó. El 13 de agosto de 2013, un día de un amistoso entra las selecciones de Argentina e Italia en homenaje al Papa Francisco, el sumo pontífice recibió al astro rosarino en El Vaticano junto al resto de los plantes de ambos combinados. La ceremonia comenzó con un ramo de olivos que el Papa ofreció a los capitanes Gianluigi Buffón y Messi. Allí tomó la palabra el Presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Giancarlo Abete, con un discurso que duró un minuto y cincuenta segundos. Lo utilizó para señalar la memorable jornada y para informarle al Papa sobre la importancia del fútbol como movimiento social para millones de chicos y miles de jugadores. Julio Grondona, presidente por entonces de la Asociación del Fútbol Argentino, exhortó en su alocución por el regreso a la paz, la armonía y la familia a los estadios argentinos, la revalorización del sentido deportivo del futbol y la desdramatización de los resultados como único valor de la competencia. El orden protocolar establecía que después de los discursos de Abete y Grondona, pasarían a saludar al Papa y recibir su bendición los capitanes, luego los cuerpos técnicos, detrás los jugadores y finalmente los dirigentes. Para ello era necesario formar una fila ordenada y respetuosa acorde al lugar y a la ceremonia. El periodista Cherquis Bialo, integrante de aquella delegación por su trabajo en Comunicación dentro de la AFA, relató al detalle aquella jornada en una nota que escribió para Infobae. “En cambio nuestra fila fue caótica. No tanto al momento en que Messi precediera a todo el plantel comenzando por Sabella, Camino, Gugnali, el profesor Blanco, Mascherano, Higuaín, Palacio, Di María, Lavezzi, Biglia, Campagnaro, Garay, Basanta, Federico Fernández, Lamela… a quienes fue presentando de a uno incluyendo a los médicos, utileros, asistentes y empleados de la oficina de selecciones nacionales. Una vez que todos ellos saludaron al Papa resultó muy difícil lograr que los dirigentes argentinos –alrededor de 120– se ordenaran”, describió Cherquis. “Ustedes vieron cómo se comportaron los integrantes de la delegación de Italia y como lo hicieron los argentinos… Vieron que unos fueron obedientes y ordenados –los italianos– y otros desordenados y desprolijos –los argentinos– … Bueno, yo soy uno de ellos; ahora saben de dónde vengo, se lo digo a los que me cuidan, que me rezongan cuando salgo del protocolo, cosa que seguiré haciendo”, dijo el Papa sobre esa diferencia entre italianos y argentinos. Y enseguida retomó la seriedad papal y les dijo a los jugadores: “Ustedes son artífices del entendimiento y de la paz social; son un modelo para la sociedad, para los más chicos sobre todo, un modelo para el bien o para el mal. Es por eso que les pido lealtad, respeto, altruismo y solidaridad”. Esas palabras finales, según detalló Bialo en su relato, hicieron que a Messi se le cayeran un par de lágrimas por las mejillas. Adentro de la sala Clementina, donde fuera velado el Papa Juan Pablo II y bajo el techo con el fresco de la “Apoteosis de San Clemente” pintada por el maestro renacentista Giovanni Alberti, el Tula tocaba el bombo y el Pocho Lavezzi se sacaba fotos sentado en el blanco sillón del Papa. Había otros rosarinos: Ángel Di María, Cristian Ansaldi y Éver Banega. También el sanlorencino Javier Mascherano. Previo al acercamiento que tuvo al papa Francisco, Diego Maradona había manifestado su descontento con la Iglesia Católica. “Me peleé con el Papa porque fui al Vaticano y vi los techos de oro. Y después escuché al Papa decir que la Iglesia se preocupaba por los chicos pobres. ¡Vende el techo, fiera, hacé algo!”, disparó Diego en su momento tras un encuentro con Juan Pablo II, quien fue sumo pontífice antes de Francisco y Benedicto XVI. Según conto el oriundo de Villa Fiorito, el Sumo Pontífice le regaló un rosario "especial" pero el exfutbolista no le creyó y lo cruzó: "No tiene nada de especial, es igual a todos los demás". Acto seguido, el Papa le aseguró que el de él estaba bendecido pero Maradona retrucó: "¿Y entonces los demás no están bendecidos?". Pero esta distancia entre Maradona y la Iglesia se difuminó cuando apareció el argentino Bergoglio, con el que el Pelusa tuvo su primer encuentro el 1 de septiembre de 2014, a un año y medio de haber asumido como sumo pontífice. Tras este grato encuentro en el que Maradona le regaló una camiseta de la Selección argentina, el astro confesó: “Me ganó el corazón, estaba enojado con Dios y volví a la Iglesia gracias a Francisco. Me da mucho placer que un argentino esté haciendo tan bien las cosas en un lugar tan importante como el Vaticano, después de haber tenido muchos papas que se preocupaban por la política y no a los chicos con hambre”. Tiempo después y tras haber participado en los partidos de la paz que organizaba Scholas Occurrentes, fundación impulsada por el pontífice para la educación y la inclusión social a través del deporte, el exfutbolista no dudó en afirmar que "el Papa Francisco es más grande que Maradona". En el libro “México 86. Mi Mundial, mi verdad”, Maradona se deshizo en elogios para con Bergoglio: “Todos saben lo que yo pensaba del Vaticano en el 86. Con aquel papa, con el que estuve y con el que le di la mano, no me hubiera vuelto a sentar ni para tomar un café, ni aunque me pagarán mi peso en oro. Pero ahora, con Francisco, el café lo pago yo”.
Las lágrimas de Messi, el bombo del Tula y Lavezzi en el sillón
"El Papa Francisco es más grande que Maradona"