Delia “Nenina” Gelin siempre fue cocinera, y de pequeña quería estudiar Comunicación Social. Pero los giros de la vida hicieron que tomara su revancha recién cuando llegó a sus 50 años, allá por el año 2000. Este viernes, dos décadas y media después de haber ingresado, volvió a la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Siberia para defender su tesina en la que expuso con un Ebook su propia experiencia como cocinera y divulgadora de sus recetas a través de Facebook. Así, se recibió de licenciada en su anhelada carrera.
La presentación fue un verdadero convite, donde luego de la exposición con asistencia tecnológica de su nuera, Delia compartió la celebración con empanadas para todos los asistentes, que no eran pocos: sus cuatro hijos, sus nueras y nietos, ahijados y sobrinos. Pero también hubo varias autoridades de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), ya que su licenciatura fue vehiculizada con la tutoría del plan Regresar. De esta forma, Delia se convirtió en la graduada más grande desde su lanzamiento en 2023 y, además, es la licenciada en Comunicación Social más grande en recibirse y comparte el podio en edad junto a un hombre recibido en la Facultad de Ciencia Política, de la carrera de Licenciatura en Turismo.
Nenina tituló la tesina “Comunicación culinaria, tradición y memoria: las comidas de Nenina. Recetas con gusto familiar”, y allí desanda los tantos cruces de la comunicación y la cocina con autores como el semiólogo Oscar Traversa, publicaciones de Blanca Cotta, revistas gourmet y la historiadora rosarina Paula Caldo. “La comida es para mí, motivo de reunión, afecto y comunicación, ya que es un legado que recibí de mis tres tías piamontesas, y que continué legando a mis hijos, que todos cocinan y muy bien”, precisó Delia Gelin en diálogo con Rosario3.
Sobre la flamante exposición, reconoció que experimentó “muchos nervios”, pero finalmente transcurrió sin ningún contratiempo. A tal punto, que la disfrutó con los suyos, dejándose guiar con fichas escritas para no irse “por las ramas”. Fueron parte fundamental de esta historia los docentes Hugo Marengo, Olga Corna, Marcela Rosales, Paulo Ballán y Eliana Tameron. “Hugo consiguió un hornito para calentar las empanadas”, apuntó.

Aclaró que no buscó recibirse para tener una salida laboral. Ya fue maestra de grado, vice y directora escolar, y ahora es jubilada: “Busco cerrar este ciclo que disfruté mucho. Era un sueño que tenía desde la adolescencia, es cumplir mi sueño de los 17. Cuando comencé la carrera, mis hijos ya estaban crecidos. Siempre era la alumna más grande, pero mis compañeros (lejos de mi temor a ser discriminada), me incluyeron en los grupos. Me entusiasmaba mucho la cursada y hacer los trabajos prácticos, pero cuando rendí todas las materias, me trabé con la tesis”.
De atrás para adelante, una carrera que tuvo su cierre circular
Nenina nació en Chañar Ladeado. Es hija de dos docentes escolares que se fueron mudando de pueblos en el sur santafesino para dar clases: Chañar, Cañada del Ucle, Villada. Luego fue a la primaria en Firmat, y la secundaria en Venado Tuerto. En esos últimos años escolares despertó en Delia el deseo de estudiar periodismo en Rosario, donde sus hermanos mayores ya cursaban Agronomía. “Yo tenía claro que eso era lo que quería, pero al final de quinto del secundario me enfermé de pleuresía, y tuve que quedarme en Venado Tuerto. Mi padre me sugirió estudiar un profesorado de Castellano, Literatura y Latín, y me dijo ‘es casi lo mismo’. Entonces eso hice, mientras ya trabajaba dando clases de primaria con mi título secundario habilitante”.
Cuando terminó el profesorado, sus ganas de venir a Rosario a estudiar persistían, pero decidió optar por Agronomía, siguiendo los pasos de sus dos hermanos varones. Y junto a su hermana Inés comenzaron la carrera. “En esos años estudié mucho mientras trabajaba como maestra integral, y conocí al padre de mis hijos. Y entre trabajo y los cuatro chicos, dejé la carrera. Y eso que me iba muy bien”.
Fue entonces que Delia comenzó a ser maestra de grado, a partir de que concursó en la escuela Fray Mamerto Esquiú del barrio Triángulo, y su intención era comenzar a estudiar Comunicación, mientras trabajaba y criaba a sus hijos, pero nunca podía. Las ocupaciones no daban respiro.
Continuó en la docencia, y concursó como vicedirectora y luego directora, en la escuela primaria Coronel Ortiz de Ocampo, del barrio Bella Vista donde estuvo muchos años. En el año 1998 ese pendiente la convocó de una forma inesperada y desde las mismas aulas escolares, gracias a que su escuela, junto a otras primarias, fue parte de un programa de articulación con secundarios a través del área de comunicación y medios. En ese programa conoció a los docentes de la carrera de Comunicación Social, Roberto Retamoso y Elizabeth Martínez de Aguirre. “Fue Roberto quien notó tanto interés mío en los contenidos, y me preguntó por qué no me inscribía en la carrera”, recordó. Así fue cómo a sus 50 años, con sus cuatro hijos ya grandes, comenzó a cursar Comunicación en la Ciudad Universitaria.

Sobre la experiencia como estudiante, Delia recordó: “Era el 2000 y me encantó desde el primer día. Algo curioso que pasó cuando arranqué es que mi sobrina Cecilia había terminado su secundario y también se inscribió en Comunicación (una sin saber de la otra) y nos encontramos ahí en la facultad, una sorpresa hermosa. Estudiamos juntas varias materias, fuimos muy compañeras, hasta que se fue dilatando mi carrera con los años y ella continuó más en ritmo”.
Luego conoció a Diego Mina, un compañero que es de San Jorge y es ciego. En esos años, la facultad no tenía todavía textos en Braille, y Nenina lo ayudó a estudiar con resúmenes que le grababa en casettes. “Diego era un genio, con una memoria increíble, y manejaba muy bien la computadora (algo que a mí me cuesta mucho), así que éramos buen equipo”, aseguró.
Cuando pasó a ser directora de la escuela, comenzó a cursar dos o tres materias por año: “Era mucho sacrificio para mí, pero cursando de a dos o tres materias por año, finalmente terminé de rendir todas. Y con la ayuda del profesor Paulo Ballán me puse a escribir mi tesis, que era sobre las nuevas tecnologías de la información (TICs). Pero no la podía cerrar, no le encontraba la vuelta, y abandoné”, recordó sobre el final de su etapa de estudiante.

Un libro de recetas, la semilla de una tesina
Cuando cumplió los 70 años, Delia celebró con todos los suyos, y para la ocasión, sus cuatro nueras le hicieron como regalo sorpresa un libro con las decenas de recetas que ella había subido a su cuenta de Facebook, ilustrado con las fotos de cada receta que ella sacaba y publicaba. “Yo todo el tiempo publicaba recetas de un flan que me salía lindo, de empanadas, o algún cuento culinario. Ellas los compilaron, y el libro quedó una belleza. Le comenté a Hugo Marengo, —quien fue su profesor en las materias Análisis del Discurso y Semiótica II (hoy Lenguajes II)— porque yo siempre seguí en contacto con él, y fue entonces que me dijo que tenía que hacer mi tesis con ese tema”, señaló. Un día de finales de 2023, Marengo le contó por WhatsApp que la UNR había lanzado el programa Regresar, enfocado en el acompañamiento de personas que quieran volver a la carrera que habían dejado a fin de poder recibirse. El programa comprende un acompañamiento académico y administrativo a través de un tutor que ayuda a armar una planificación académica y acompaña en la revinculación del alumno con la carrera. En el caso de Delia, la tutora fue la docente Marcela Rosales. “Hugo me sugería que pensara en un audiolibro. Yo evaluaba un fotolibro como versión aumentada del que hicieron mis nueras con el libro anterior, y terminamos haciéndolo en formato Ebook”, precisó. Cuando fue a reunirse por primera vez con su tutora Rosales, tenía en mente pedirle a Ballán que sea su director de tesis, como aquel primer intento con las TICs, pero ocurrió algo inesperado: “Me crucé en la facultad a Hugo, y ahí él me dijo «yo puedo ser tu director de tesis», y me hizo llorar como una niña. Él fue un gran docente para mí y tenemos un vínculo de mucho cariño”. Junto a la docente Eliana Tameron como codirectora, Marengo acompañó el trabajo de la tesina. Y su nuera Gabi la acompañó mucho en el proceso con el contenido de la semiótica: “Durante 2024 escribí la teoría y fue muy difícil, los hice renegar a todos. Había abandonado la carrera en 2012. Me costó mucho ponerme en órbita, pero esta vez me quería recibir. El Regresar es una oportunidad real para cerrar, terminar la carrera. Para entender el formato, mis directores me guiaron con una tesis de posgrado de un graduado. Tuve que sumar unas 15 páginas de teoría a la parte de mis recetas. La terminé de escribir finalmente antes de las vacaciones de invierno, y quería defenderla en esos días, pero quedó para el 1 de agosto. Está recién salida del horno”, finalizó con satisfacción.