Esta iniciativa del CONICET se trata de tres proyectos, con colaboración ciudadana, que buscan proteger especies fundamentales para el control de plagas, la producción de alimentos y el sostenimiento de la fertilidad de los suelos. Estas investigaciones, que involucran personas de todo el país, permiten superar límites propios de los estudios ecológicos tradicionales.

En este sentido, miembros del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo) están desarrollando distintos proyectos que involucran a la ciudadanía en la producción del conocimiento científico, así como en la conservación y protección de especies fundamentales para la salud de los ecosistemas.

“Estos proyectos que apelan a la recopilación de datos de forma colectiva y a la participación de la comunidad a través de distintas acciones, despiertan la capacidad de observación, fomentan el espíritu crítico, la posibilidad de conectar información e impulsan vocaciones científicas”, afirma Carolina Morales, investigadora de la institución.

Proyectos del CONICET que buscan proteger la biodiversidad

Referentes de estas iniciativas destacan que en este tipo de iniciativas todas las personas encuentran un ámbito en el cual colaborar con el cuidado del medioambiente y aportar sus conocimientos.

Uno de esas medidas es el “Proyecto Vaquitas”, el proyecto tiene como objetivo establecer un mapa en todo el país de la distribución de las vaquitas de San Antonio que puedan detectarse a simple vista, que sirva para sentar las bases para el desarrollo de futuros programas de conservación de este importante grupo de insectos.

Por otro lado, “Vi Un Abejorro”, reúne a estudiantes e investigadores de la Universidad Nacional del Comahue y del CONICET comprometidos en la conservación del abejorro nativo de Argentina.

Este proyecto trabaja con los abejorros del género Bombus que tiene 8 especies nativas del país, de las cuales una de ellas, el mangangá (Bombus dahlbomii), se encuentra en peligro de extinción. En este contexto, la especie nativa está siendo desplazada por las especies exóticas que ponen en riesgo y disminuyen la diversidad de polinizadores como los abejorros, que son fundamentales para la producción de alimentos y la salud del ecosistema.

Es por ello que, la observación, la recolección de datos y el registro de la ciudadanía son conocimientos co-construidos que describen el aporte a la biodiversidad y permiten actualizar registros que en algunos casos tienen más de 30 años, como en el caso del abejorro, y establecer un mapa de distribución.

Más detalles

La tercera de estas iniciativas es “Jardines amigables con la naturaleza”, liderado por Luciana Elizalde, junto al investigador del INIBIOMA Sergio Lambertucci. Se trata de una investigación que evalúa cómo las aves y los insectos utilizan los jardines. Así, el equipo de investigación indica técnicamente en su proyecto que los jardines privados urbanos pueden contribuir en áreas claves para la conservación.

En ellos se pueden identificar distintos roles de una especie, por ejemplo, hay roles en los insectos que colaboran a la fertilidad de los suelos y el reciclaje de la materia orgánica en descomposición en los ciclos biogeoquímicos.

Sin dudas, la recopilación de datos y los testimonios por parte de la población permite comprender la función de los jardines urbanos para la conservación de la fauna y el bienestar humano.