En ese proceso, la educación emocional se vuelve un pilar clave. Porque saber qué siento, por qué lo siento y qué puedo hacer con eso es tan importante como resolver un problema matemático.

¿Qué es la educación emocional?

Es el proceso a través del cual los niños adquieren habilidades para:

  • Reconocer y nombrar sus emociones,
  • Manejar el estrés y la frustración,
  • Empatizar con otros,
  • Tomar decisiones responsables,
  • Construir relaciones positivas.

Estas competencias forman parte de lo que se conoce como aprendizaje socioemocional, y hoy están presentes en las principales propuestas pedagógicas del mundo.

¿Por qué es importante abordarla en la escuela?

Porque las emociones influyen en el aprendizaje. Un niño que está triste, enojado o ansioso no puede concentrarse ni aprovechar las propuestas escolares. Regular sus emociones mejora su rendimiento y bienestar.

Porque la escuela es un espacio social clave. Allí se relacionan con pares, enfrentan desafíos y viven experiencias que requieren habilidades emocionales.

Porque muchas veces la escuela es el primer lugar donde se detectan dificultades emocionales. Y puede convertirse en un espacio de contención y acompañamiento.

¿Cómo trabajar la educación emocional en el aula?

No se trata de sumar otra materia, sino de integrar lo emocional en lo cotidiano. Algunas estrategias:

1. Nombrar las emociones

Incorporar vocabulario emocional desde pequeños: alegría, enojo, vergüenza, miedo, orgullo. Preguntar “¿cómo te sentiste hoy?”, usar caritas, colores o termómetros emocionales.

2. Expresar a través del arte

El dibujo, la música, la dramatización y el juego simbólico son vías naturales para que los chicos expresen emociones y exploren cómo se sienten.

3. Promover espacios de diálogo

Rondas de conversación al inicio o al cierre del día, momentos para compartir cómo están o qué les pasó. Hablar de emociones sin juzgar es una gran herramienta para desarrollar empatía.

4. Usar cuentos o situaciones ficticias

Los personajes de los cuentos atraviesan conflictos y emociones. Aprovecharlos como disparadores para reflexionar: ¿qué siente este personaje?, ¿qué podría hacer?, ¿te pasó algo parecido?

5. Validar las emociones

Es clave enseñar que todas las emociones son válidas, aunque no todas las conductas lo sean. Se puede estar enojado sin lastimar, o triste sin quedarse solo.

Rol del adulto: enseñar con el ejemplo

Los docentes son referentes emocionales. Su modo de reaccionar, de escuchar, de contener o de poner límites deja huella. Modelar calma, empatía y respeto es tan educativo como cualquier clase.

Además, trabajar las emociones no es solo para los chicos. También implica cuidar el clima escolar, acompañar a las familias y generar espacios donde los adultos puedan revisar sus propias emociones.

Recursos útiles para empezar

  • Ruedas o termómetros emocionales
  • Diarios personales o murales del estado de ánimo
  • Juegos de cartas con emociones
  • Cuentos como “El monstruo de colores” o “¿De qué color es un beso?”
  • Mindfulness o respiraciones conscientes
  • Aulas de calma o rincones de tranquilidad

Educar las emociones no es una moda: es una necesidad. En la escuela primaria, donde los chicos están formando las bases de su vida emocional, crear espacios seguros, empáticos y respetuosos es una tarea educativa fundamental. Porque un niño que aprende a reconocer lo que siente es un niño que podrá crecer, convivir y aprender mejor.