El nieto recuperado número 140, anunciado este lunes por Abuelas de Plaza de Mayo, es hijo de una pareja de Bahía Blanca, y su hermana y sus abuelos lo buscaron desde siempre. No se acercó con la inquietud de su identidad, como sucede en la mayoría de las veces, sino que la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CoNaDI) dio con un dato anónimo sobre su apropiación, en abril de este año le llevó las evidencias, y accedió a realizarse la prueba de ADN.

El pasado viernes el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) confirmó su identidad, y durante el fin de semana pasado, las familias Metz y Romero fueron notificadas, y el nieto 140 se conoció con Adriana, su hermana mayor, quien continuó con la búsqueda férrea que habían comenzado sus abuelos, Elisa Kaiser y Oscar Metz.

Este hombre de 48 años, que se encuentra en Ciudad de Buenos Aires, pudo saber que nació el 17 de abril de 1977 en cautiverio, tres meses después de que su padre, Raúl Eugenio Metz, fuera desaparecido, tras haber permanecido detenido junto a su madre embarazada de él, Graciela Alicia Romero, en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca.

En la conferencia de prensa que brindó junto a Abuelas de Plaza de Mayo, Adriana Metz Romero precisó con una alegría rebozante: “Junto a la Conadi nos acercamos a él para decirle que estaba la posibilidad de que sea hijo de desaparecidos, y ante la información que le dimos, accedió a extraerse sangre. Entre aquel momento (abril de este año) y ahora, él ingresó en la web de Abuelas, donde estuvo viendo nuestra historia familiar, que por ciertos datos, se imaginó que esta podía ser su familia y podía dar positivo. Pero no dijo nada antes para no ilusionarme a mí”.

Adriana activó toda su vida en la búsqueda de su hermano, y una vez en 2009 creó un blog, llamado Poncho de Lana, donde le escribió a su hermano, quien ya le confirmó haberlo leído. “Camino entre las nubes. Me siento una libélula con cuerpo de abejorro”, estableció Adriana.

Precisó que su identidad se preserva por decisión del nieto, y destacó: “Está acá en Buenos Aires. Lo agendé en mi teléfono por su nombre y el apellido Metz Romero. De acá en más es todo ganado para nuestra familia”. 

En torno a los detalles de aquel primer encuentro, precisó: “Le conté que tenemos una familia numerosa, y él googleó, y me dijo que le apareció todo lo que yo había publicado en el blog. Me dijo que fue criado como hijo único y que no tiene familia. Entonces le dije, acá estoy yo, y me respondió «sí. Ya sé, b..»”.

Agradeció a Abuelas de Plaza de Mayo “por enseñarnos que la búsqueda es colectiva”, y compartió: “mi abuela Elisa decía que la sangre llama, antes que se comience con las pruebas de ADN, y cuando ya se hacían (sin entender ella nada de ciencia). También decía que la esperanza es lo último que se pierde. Yo no perdía la esperanza, pero sí, tenía miedo de pensar que por ahí mi hermano no había llegado vivo a los cinco o a los treinta años. Igual iba a seguir buscando. Ya cumplió 48 años”.

En la conferencia, la referente de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto leyó el comunicado con la historia de los papás del nieto 140 y de su búsqueda incansable, y luego compartió: “Cuando Adriana era muy chiquita fui a verla a su casa con su abuela Elisa. Una casa muy linda con un patio lleno de patitos que nos rodeaban, una casa feliz, aun con el dolor que vivían. Me hizo acordar a la vida sana y libre que tuve de chica, cuando vivía más cerca del campo. Elisa está contenta desde el cielo, y va a seguir ayudándonos a encontrar a los que faltan, que son muchos todavía”.

En el comunicado de Abuelas, reza que se estima que aún resta dar con 300 nietos y nietas apropiados durante el terrorismo de Estado: “Con la restitución del nieto 140 confirmamos, una vez más, que nuestros nietos y nietas están entre nosotros y que, gracias a la perseverancia y el trabajo constante de estos 47 años de lucha, seguirán apareciendo. El acompañamiento de la sociedad, que sigue brindando información sobre posibles hijos e hijas de personas desaparecidas y acompañando a quienes dudan de su origen, demuestra que la búsqueda no puede ser en soledad”.

La historia de los Metz y los Romero

La mamá del nieto 140, Graciela Romero, nació el 21 de agosto de 1952 en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Su familia la llamaba "Peti" y tenía tres hermanos. Estudió economía, hasta que se casó y se abocó a la militancia.

El papá, Raúl Metz, nació en Bahía Blanca el 24 de agosto de 1953. Sus amigos lo apodaban "El Melli", porque tenía un hermano gemelo. Los Metz eran diez hermanos, y se criaron en un hogar politizado, ya que el abuelo era militante del Partido Comunista y trabajador ferroviario. Comenzó su militancia en la Federación Juvenil Comunista.

“Los Mellis”, como los conocía todo el barrio, sufrieron su primera detención bajo la dictadura de Onganía. Con 19 años, fueron llevados a la cárcel de Bahía Blanca y luego como “presos de máxima seguridad” a Devoto. Mientras estaban detenidos, en Bahía se realizó una campaña pidiendo su liberación, y entre las organizadoras estaba Graciela.

Cuando Raúl y Néstor salieron de la cárcel se alejaron del PC, pero siguieron militando en comedores barriales. Allí Raúl conoció a Graciela y se enamoraron. Juntos ingresaron al PRT-ERP. Al tiempo se casaron y tuvieron a Adriana, su primera hija. Vivieron en Bahía Blanca, hasta que la persecución los acorraló y decidieron mudarse a Cutral-Có, provincia de Neuquén.

Graciela y Raúl fueron secuestrados el 16 de diciembre de 1976 en Cutral-Có, ella embarazada de cinco meses. Por testimonios de sobrevivientes se supo que permanecieron detenidos en el centro clandestino "La Escuelita" de Neuquén, donde fueron torturados física y psicológicamente. Luego fueron llevados al centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, donde también sufrieron brutales tormentos.

Raúl Metz fue sacado de ese centro clandestino a fines de enero y desde entonces se encuentra desaparecido. Graciela, con 24 años, durante su cautiverio dio a luz a un varón en abril de 1977. Ese bebé, hoy adulto, hasta el viernes último desconocía su verdadera identidad y que una familia entera lo estaba buscando. Graciela continúa desaparecida.

Adriana tenía un año cuando las fuerzas represivas se llevaron a sus padres. Unos vecinos -Edelvina Guiñez y Miguel Panijan- la cuidaron hasta que sus abuelos paternos Oscar y Elisa fueron a su encuentro.

Las familias Metz y Romero buscaron a Graciela, Raúl y el bebé que estaba en camino desde el instante que supieron de su secuestro. Los padres de Raúl, Oscar y Elisa, llevaron la iniciativa de esta búsqueda, con hábeas corpus, denuncias internacionales, presentaciones, hasta el final de sus días. Con la mayoría de edad, Adriana hizo suya la búsqueda, siempre cercana a la institución, a donde acompañaba a su Abuela Elisa desde pequeña.

El rol clave del Banco Nacional de Datos Genéticos

En el comunicado se destacó en torno al hallazgo del nieto 140 que “ratifica lo imprescindibles que son las herramientas construidas por el Estado y la labor silenciosa de decenas de trabajadores y trabajadoras de la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (Conadi) y del Banco Nacional de Datos Genéticos, que hoy, en condiciones precarias y con enormes dificultades, continúan trabajando con la convicción de que este delito debe ser resuelto”.

En ese marco, Abuelas reclamó “que se derogue el decreto N°351/2025, que deja en extrema vulnerabilidad al Banco Nacional de Datos Genéticos”.

El BNDG es un organismo clave en la obtención, almacenamiento y análisis de información genética para el esclarecimiento de delitos de lesa humanidad cometidos hasta el 10 de diciembre de 1983.