Si bien la inflación ya no avanza a la velocidad récord que supo alcanzar hace algún tiempo y la mayoría de los precios de la economía argentina tienen hoy una mayor previsibilidad, en los últimos años los sueldos de las clases media y baja argentinas se han visto tan tensionados por el crecimiento de los gastos fijos que a duras penas alcanzan para cubrirlos.

Esto ha provocado que innumerables familias hayan debido reajustar sus presupuestos para mantener su nivel de vida, endeudándose con préstamos, tarjetas de crédito o fiado, o han tenido que resignar algunas actividades que en otro momento eran normales y hoy son todo un lujo: que los chicos aprendan un idioma extranjero, hagan alguna actividad deportiva, aspirar a subir el modelo del auto o irse de vacaciones. Para la clase baja, los malabares son lisa y llanamente para tener un techo, comer y vestirse, necesidades básicas de todo ser humano.

Este comportamiento de buena parte del entramado social argentino se ve reflejado en el informe que publicó en mayo el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE), que relevó presencia de algún tipo de deuda en el 91% de los hogares nacionales. “El endeudamiento en Argentina ha dejado de ser una herramienta transitoria para convertirse en un fenómeno estructural", reza la encuesta a modo de conclusión.

El alto costo de vivir por encima de los ingresos

“Cuando una empresa se endeuda y logra financiamiento a través de alguna de las herramientas financieras que existen, eso está bien. Ahora, si una familia está endeudada y tiene que sacar préstamos personales para llegar a fin de mes, eso no está bueno. Porque la realidad ahí es que vos estás viviendo por sobre tus ingresos y no estás llegando a fin de mes”, dice Gabriela Totaro, psicopedagoga y especialista en educación financiera

En diálogo con Punto Medio (Radio 2), la también escritora afirma que esa tensión no es inocua: “Todo eso crea un estrés financiero y nadie se siente bien sabiendo que tiene deudas pese a tener trabajo, dedicar un montón de tiempo y esfuerzo para mantenerse y encima tener que sacar préstamos para no perder algunas de sus conquistas. Las empresas que se endeudan tienen otro tipo de retorno, pero las familias muchas veces no tienen en cuenta a qué tasa sacaron ese préstamo y si el ingreso que generarán va a ser mayor para que puedan pagarlo. Y no se dan cuenta de que se están endeudando en vez de financiando, que son cosas distintas. Una cosa es que yo me financie y otra cosa es que me endeude”.

Totaro aclara que se abstiene de hacer valoraciones, ya que hay que estar en la piel de aquellas personas que deben recurrir a la tarjeta o al fiado para poner un plato de comida en la mesa familiar, y prefiere ponerlo en términos de sugerencias para evitar caer en males mayores: “En la India hay una frase que dice que nada está bien ni está mal: las cosas son y uno pone la connotación después. Yo sería irrespetuosa si dijera que está mal endeudarse para llevarle la comida a sus hijos porque no está llegando a fin de mes. No soy quién para decirlo. Ahora, si vos tenés conciencia de que lo que estás sacando en crédito en el supermercado vas a poder pagarlo con tus ingresos del mes siguiente, está perfecto: ahí sí te estás financiando. Pero si no, hay que saber que en algún momento eso te va a impactar”.

Pagar el súper con la tarjeta de crédito: ¿deuda o financiamiento?

Presupuestar, el primer paso

Dentro del catálogo de acciones sugeridas para no perder el control de la economía hogareña, uno de los fundamentales es presupuestar: “Primero y principal, todos deberíamos conocer nuestros números: cuánto ingresa, cuánto tenemos de gastos fijos, cuánto de gastos variables y qué gastos están por detrás”, señaló Totaro.

“Hay una realidad: una persona sin presupuesto no puede planificar nada. Y los números no mienten. Lo que pasa es que conocer tus números te angustia, porque quizás te revela que estás gastando de más; que quizás estás queriendo aspirar a una vida que no se ajusta a tu realidad financiera. Entonces, presupuesto ante todo: conocer tus números, saber lo que te ingresa y saber lo que vas gastando te va a permitir entender dónde estás parado y detectar dónde se está yendo dinero que no debería irse. Y finalmente, poder responderte si estás viviendo acorde a lo que te ingresa o no, algo que te va a dar tranquilidad o te va a permitir tomar decisiones que te favorezcan”, añadió.

Sobre el presupuesto, tiró un tip basado en la neurociencia: “El conteo de lo que entra y lo que sale se debe hacer de puño y letra: está estudiado que cuando uno escribe con la mano, plasma, visualiza y, a través de la motricidad fina, logra volver consciente lo inconsciente. Entonces, debemos tomar una libreta de carnicero, anotar qué ingresó y qué egresó. Si yo hago ese ejercicio durante 21 días, eso se volverá un hábito y ya formará parte de nuestra personalidad. Tenemos que conocer nuestros números”.

Las reglas de oro de la economía hogareña

Totaro confesó que en su consultora (GT Consultora Financiera) suele compartir de manera gratuita algunas sugerencias para familias endeudadas. Y una de ellas tiene que ver con la manera de enfrentar esas deudas. “Primero: hay que dejar de pensar en las deudas con culpa y hacerlo con responsabilidad. La culpa te paraliza: uno se siente ‘culpógeno’ (sic) y lo único que logra es sentirse mal, pegarse en la espalda y paralizarse. Yo digo que hay que hacerse responsable de lo que uno gasta, del crédito que pediste. La responsabilidad hará que podamos modificar la acción”.

“Si uno está endeudado, lo primero que tiene que saber es qué tasa va a pagar de interés. Muchas veces la gente paga primero el monto mayor de deuda que tiene, pero a veces la tasa de interés es más alta en el monto menor. Entonces, vos tenés que ver el interés que estás pagando y quizás debas ir primero por la deuda menor y después por la mayor. A veces, cuando ves un monto más grande querés ir achicándolo, pero la tasa de interés te va comiendo lo que estás poniendo y tu esfuerzo no se ve reflejado. Entender eso será crucial”, aconsejó.

“En cuanto al uso de la tarjeta de crédito, siempre sugiero aplicar ésta fórmula: el costo de lo que pago mensualmente en tarjeta no debería superar el 30% de tus ingresos. Eso es financiarte. Usarla para comprar una heladera, pagar el auto o el crédito del banco pero hasta el 30% de los ingresos: si lo superamos, sí no estamos endeudando y no financiando. Y si vos te quedás sin ingresos, no vas a poder sostener la calidad de vida que llevás”.

Y para aquellos que tengan cierto margen, compartió otra regla financiera para la casa: la del 70/30. “Y no es la del fernet”, dijo entre risas. “En lo posible, deberíamos tratar de distribuir el total de lo que generamos de esta manera: el 70% entre gastos fijos y variables; un 10% a crear un fondo de emergencia para usar ante alguna situación particular, como quedarnos sin trabajo (y tratar de hacer trabajar financieramente esa plata para que no se deprecie); otro 10% para generar un fondo de retiro para cuando nos jubilemos; y un 10% final para el disfrute: vacaciones, salidas u otros gustos”.

Sobre el fondo de emergencia, detalló: “Ese fondo debería alcanzar un monto de entre seis y doce ingresos mensuales, para lo que tendríamos que poner entre cuatro o cinco años, y no debemos usarlo para irnos de vacaciones ni para cambiar el auto, sino como respaldo por si dejamos de generar. Yo sugiero ponerla en una cuenta comitente para no perder ante la depreciación de la moneda y porque, a diferencia del plazo fijo, tendríamos acceso inmediato a la liquidez”.

Finalmente, dejó una reflexión: “Vivimos en un mundo muy superficial. Pareciera que la apariencia de tener un buen auto, una buena casa o a dónde vas de vacaciones te hace ser mejor persona. Y no es así: si a vos, el 10% de tus ingresos que destinás al disfrute te da para irte a Mar del Plata y no a Miami, tendrías que irte a Mar del Plata. Ahora, ¿te podés ir a Miami? Por supuesto, pero tenés que saber que después vas a estar un año y medio sufriendo por esos 10 días de goce. Le quitarás dinero a tu ‘yo’ futuro para vivir tranquilo, porque en algún momento vamos a dejar de ser productivos, y llenarás de dudas e intranquilidad a tu ‘yo’ presente”.

Entre sugerencias, fórmulas y hábitos saludables, la propuesta de Gabriela Totaro no es evitar las deudas a toda costa, sino aprender a gestionarlas con conciencia, sin culpa, con lápiz en mano y los pies sobre la tierra. Siempre en la medida de lo posible.