María Julia Oliván lleva 45 días internada tras el grave accidente doméstico que sufrió. Con graves quemaduras en su cuerpo, la periodista que sigue en el Hospital Alemán grabó una profunda reflexión que compartió con sus seguidores.
“Hoy hace un mes y medio que estoy en el Hospital Alemán después de que me quemé en casa. Ya saben ustedes el accidente. Pasé por 14 intervenciones quirúrgicas para curar en toda la pierna, mi pierna y mi mano, que ya está muy bien. Estuve hasta hace tres o cuatro días en terapia intermedia. Realmente me divertí mucho allí. Lloré, sufrí, me reí”, resumió.
Emocionada, contó en quienes se refugia. “Vinieron un montón de amigos que hacía mucho que no veía... a mi mamá, siempre cerca, bancando todas las operaciones; en Ariel, cuidando al nene; en mis suegros, todos los fines de semana. Mi hermana, una crack. Siempre cerca mío, mi sobrino. Bueno, la verdad que mis amigos…”, dijo.
"¿Cómo una cosa tan de mier… puede hacerte encontrar con valores y con momentos tan lindos? Nunca se hace tiempo para nada. No puedo ir allá. No puedo ir a Monte Grande, donde están los que me quieren desde que era chica. No puedo hacerme un tiempo para encontrarme con otros amigos. Este de acá de capital, no puedo, no quiero, no llego, no estoy. Siempre ando corriendo y qué suerte que se canceló todo. No se canceló todo porque Border siguió funcionando con un equipazo que tengo también”, reflexionó. En ese sentido, agregó: “Y este accidente me hizo ver el equipazo que tengo. No estoy hablando de todo Borders, sino que estoy hablando de los que se pusieron la camiseta. Dijeron: ‘Loco, Juli se lastimó. Vamos a darlo todo’”.
“Me cuentan que muchos en las redes se reían diciendo que cómo era que yo había sido maldecida. La pasé, y la sigo pasando, porque no sé cuánto me falta acá. Ahora ya estoy extrañando groso a mi gordo, mi bebé, que está súper charlatán, súper piola. Lo amo, lo extraño con todo mi corazón. También fue un descanso estar acá, porque no me quedó otra que estar”, confesó.
Casi al final del descargo, la periodista se preguntó: “¿Cómo no perderse esas cosas lindas que por apuro dejamos pasar? ¿Y cómo hacer que no se nos escape la vida?". Fue entonces cuando profundizó en los vínculos. “Ver a mi mamá sentada ahí, al lado de mi cama, como si yo fuese una nena, cuidándome y viniendo a hacer masajes, como cuando era chiquita, en los pies y en las manos mientras esperábamos una operación; y recuperar el amor de una hermana que está siempre corriendo también como yo. Y ahora paró y también me cuidó. O de mi sobrino, que teóricamente está estudiando siempre, vino a verme. Te das cuenta de que la gente que tenés al lado es de oro…”.