Al principio, es solo una línea delgada en el horizonte. Apenas una sombra ondulante, imperceptible, que parece flotar en el aire justo en el punto donde el cielo se une con el mar. Pero crece. Se levanta. Toma forma. Rápidamente, la línea se convierte en una pared, una montaña líquida que arrastra la furia de mil tormentas en un rugido que se vuelve insoportable.
Su velocidad es engañosa. Parece lenta desde la distancia, pero con cada segundo que pasa, esa masa colosal devora kilómetros de océano con una voracidad implacable. El suelo tiembla. Las aves huyen. Algunos miran paralizados, otros corren sin rumbo, pero todos sienten lo mismo: que están frente a algo imposible de detener.
Así, como un tsunami, es la irrupción de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo. Silenciosa al principio, casi invisible, pero con una fuerza descomunal que avanza con ritmo inexorable. Y al igual que los bañistas desprevenidos que siguen jugando en la orilla mientras el mar se retira, muchos sectores todavía creen estar a salvo, confiados en la idea de que “eso” llegará más adelante, o que a ellos no los va a afectar. Pero la crecida ya empezó.
Darío Amodei, director ejecutivo de Anthropic -una de las principales empresas de IA y competidor directo de OpenAI- advirtió en una entrevista a fines de mayo, que la inteligencia artificial podría eliminar la mitad de todos los trabajos administrativos y profesionales de nivel inicial entre los próximos dos y cinco años, subrayando que tanto las empresas de IA como los gobiernos deben dejar de edulcorar un escenario que se empieza a materializar cada vez más rápido y que podría llevar a picos de desempleo de hasta un 20%.

El futuro se vuelve especialmente incierto para los universitarios que están por terminar sus estudios y preparan su ingreso al mercado laboral. Los trabajos de nivel inicial en ámbitos como el Derecho, el sector bancario y financiero o el desarrollo de software -por nombrar algunos- solían ser la puerta de entrada para muchos jóvenes profesionales. Sin embargo, la inteligencia artificial ya puede realizar más del 50% de las funciones típicas de estos puestos, que usualmente implican tareas repetitivas o de bajo valor agregado, y donde los recién llegados solían “pagar el derecho de piso”.
Según datos de la consultora británica Oxford Economics, en los Estados Unidos el desempleo entre los universitarios recién graduados aumentó en los últimos meses hasta un 5,8 %, un número inusualmente alto, mientras que la tasa de subempleo —es decir, graduados trabajando en empleos que no requieren título universitario— alcanzó el 41,2 % en el último año según la misma fuente.

SignalFire, una empresa californiana de capital de riesgo que invierte en startups tecnológicas, observó una disminución en la contratación de nuevos graduados por parte de grandes tecnológicas, con una caída superior al 50% respecto a los niveles prepandemia de 2019, mientras que en el mismo período, las startups redujeron sus incorporaciones en más de un 30%. Un análisis de Revelio Labs reveló que, desde el lanzamiento de ChatGPT en 2022, la proporción de tareas automatizables en las ofertas de empleo disminuyó un 19%, y que la mayor parte de esta baja se debe a que las empresas están dejando de contratar para puestos que ahora pueden ser cubiertos por inteligencia artificial.
En un enfoque conocido como “IA Primero” (AI First), las empresas están limitando el ingreso de personal en áreas donde la automatización puede hacerse cargo del trabajo. La plataforma canadiense de comercio electrónico Shopify, por ejemplo, implementó políticas que exigen a los gerentes demostrar que la IA no es capaz de realizar una tarea antes de solicitar la incorporación de nuevos empleados. Duolingo, por su parte, anunció que dará prioridad a la IA en tareas que antes hacían personas, y que adaptará sus procesos internos de contratación y evaluación de desempeño para acompañar este cambio.

"IA First" significa que la inteligencia artificial deja de ser una herramienta complementaria para convertirse en el núcleo estratégico de todas las operaciones empresariales, y el motor de este cambio son los agentes de IA, programas capaces de tomar decisiones, resolver problemas y ejecutar tareas sin supervisión constante. En otras palabras, hacer el trabajo de los humanos pero sin descanso, a una velocidad mucho mayor y a un costo infinitamente menor.
Muchos de estos agentes ya están operando dentro de las empresas, escribiendo código, redactando textos, distribuyendo contenidos, realizando análisis financieros, atendiendo a clientes, gestionando flotas de vehículos o desarrollando investigaciones de todo tipo. Y todo indica que, en el corto plazo, serán cada vez más.
En enero, Mark Zuckerberg dijo en el podcast de Joe Rogan que, probablemente, en algún momento de 2025 tanto Meta como otras empresas contarán con una inteligencia artificial capaz de funcionar como un ingeniero de nivel intermedio. Esto, advirtió, reduciría la necesidad de que ese trabajo sea realizado por humanos. No se trataba de un presagio esotérico. Apenas unas semanas después, Meta anunció una reducción del 5% de su personal.

A comienzos de mayo, la empresa de ciberseguridad CrowdStrike también comunicó un recorte del 5%, equivalente a aproximadamente 500 empleados, como parte de un plan estratégico para mejorar la eficiencia operativa y alcanzar los 10 mil millones de dólares en ingresos anuales. Según destacó el CEO George Kurtz en una carta a sus empleados, la inteligencia artificial fue una pieza fundamental para optimizar los procesos internos. Días más tarde, el 21 de mayo Walmart anunció una reestructuración similar, con la eliminación de 1.500 puestos corporativos en los Estados Unidos en áreas como tecnología, comercio electrónico y marketing digital. La decisión se alinea con la estrategia de Walmart de adoptar IA para reducir costos y hacer más eficiente su funcionamiento general.
Actualmente, los modelos de IA se utilizan para asistir a las personas en su trabajo, volviéndolas más eficientes y permitiéndoles delegar ciertas tareas. Pero a medida que estos sistemas se vuelven más sofisticados, la frontera entre asistir y reemplazar empieza a desdibujarse, y cada vez más empresas comienzan a inclinarse hacia la automatización total. Lo que hasta hace poco era una herramienta de apoyo ahora se convierte en un agente autónomo de un rendimiento incomparable, capaz de funcionar sin descanso y a una fracción del costo humano.

Mientras tanto, los bañistas siguen en la orilla. Algunos ya sienten cómo la arena se escurre bajo sus pies, pero muchos otros continúan jugando, sin advertir que el mar ya se retiró demasiado. Ya no se trata de si la ola llegará, sino de cuánto tiempo nos queda para encontrar un terreno elevado. Porque, esta vez, nadie podrá correr más rápido que el agua.