La esperada adaptación de El Eternauta, el clásico de la novela gráfica argentina de Héctor Germán Oesterheld, fue un éxito inmediato. Lanzada en Netflix el 30 de abril, en apenas dos días se convirtió en la serie más vista de la plataforma en Argentina y, para el 4 de mayo, ya lideraba el ranking global de series no habladas en inglés. En su primera semana acumuló casi 11 millones de visualizaciones, ingresando al Top 10 de Netflix en 87 países y alcanzando el primer puesto en 27 de ellos, entre los que se destacan Alemania, Italia, España, Brasil, México, Turquía, India y Bangladesh.
Este meteórico ascenso a la cima de las preferencias del público mundial no es una casualidad, ni se explica únicamente por la potencia magnética de la historia original. El fenómeno de El Eternauta también se apoya en una puesta en escena de calidad superlativa, con un nivel de producción visual a la par de obras de Hollywood con presupuestos varias veces millonarios. Escenarios digitales hiperrealistas, nieve radioactiva que envuelve la ciudad y un despliegue técnico sin precedentes en la industria argentina convierten a los efectos especiales en protagonistas silenciosos de esta epopeya postapocalíptica.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . Los supervisores de Efectos Visuales de la serie, Ignacio Pol y Pablo Accame, coordinaron el trabajo de múltiples estudios y equipos técnicos, tanto argentinos como internacionales, en una propuesta visual que combinó herramientas digitales de última generación con efectos prácticos tradicionales -como explosiones, humo, nieve simulada y maquillaje prostético- gestionados por un equipo liderado por Nicanor Enríquez, supervisor de efectos especiales. Por su parte, Ezequiel Rossi, coordinador de postproducción, fue responsable de distribuir y administrar miles de planos entre los diferentes estudios globales participantes, encargados de reemplazar los cromas (pantallas verdes o azules) por escenarios digitales, o integrar elementos generados por computadora con las tomas reales. El Eternauta se destaca por un uso intensivo de efectos visuales digitales, tanto para recrear una Buenos Aires devastada y hostil como para darle vida a los emblemáticos cascarudos alienígenas. Uno de los pilares fue la adopción de la técnica de Virtual Production, utilizada en películas como Avatar 2 y Black Panther: Wakanda Forever, o series como The Mandalorian, y que combina en tiempo real motores de videojuegos como Unreal Engine, pantallas LED gigantes de altísima definición, cámaras con seguimiento de posición y renderizado en vivo, para crear entornos digitales que parecen reales directamente en el set de filmación. Así, lo que se proyecta en las pantallas gigantes forma parte de la imagen final capturada directamente por la cámara, integrándose con los actores y los elementos físicos presentes en el estudio. Gracias a los sistemas de trackeo y sincronización, la perspectiva de los fondos digitales se ajusta en tiempo real al movimiento de la cámara, logrando una integración convincente entre los actores y los escenarios virtuales. Esto permite, por ejemplo, grabar escenas distintas con climas diferentes en un mismo set, acelerando el proceso de producción. Para lograr estos fondos urbanos hiperrealistas, el equipo escaneó con drones, cámaras y LiDAR (una tecnología que utiliza pulsos de luz láser para medir distancias con gran precisión y crear modelos tridimensionales detallados) locaciones reales de Buenos Aires, aprovechando las calles vacías durante la pandemia. Posteriormente, esta enorme cantidad de imágenes se combinó en un software especializado para generar un modelo 3D minucioso, creando un “doble digital” de la ciudad y conservando las imperfecciones auténticas, como graffitis y paredes manchadas para aumentar el realismo. El nivel de reproducción digital de la ciudad fue tan masivo que incluso en algún momento se evaluó la posibilidad de convertir este universo en un videojuego. La composición digital fue otro recurso clave en El Eternauta, que permitió combinar locaciones reales con escenarios generados por computadora de manera casi imperceptible para el espectador. Algunas escenas fueron filmadas en calles reales utilizando fondos parciales de pantalla azul, para luego ampliar digitalmente el entorno en postproducción, sumando elementos que completan el paisaje apocalíptico o extendiendo artificialmente el horizonte. Aunque gran parte de la magia se logró digitalmente, la serie también hizo un extenso uso de efectos especiales tradicionales, integrados cuidadosamente con efectos visuales generados por computadora. Uno de los más destacados fue la “nieve mortal”, elemento absolutamente central y protagónico en la historia. No se trata solo de un recurso escenográfico o un punto de partida narrativo: en el universo de El Eternauta la nieve es la causa directa del apocalipsis. Su comportamiento es peculiar, ya que los copos no se derriten y caen lentamente, como una especie de ceniza espesa, y recrearla en la pantalla implicó un largo trabajo de investigación y experimentación con diferentes materiales durante varios meses. El equipo de efectos especiales recurrió a distintos tipos de nieve falsa, cada uno con una función específica en el set. Para la ambientación general se utilizó sal entrefina, elegida no solo por su bajo costo y disponibilidad, sino también por su aspecto, más parecido al de la ceniza que al de la nieve tradicional. A lo largo del rodaje se usó la increíble cifra de casi 900 toneladas, entre sal nueva y reciclada, para ambientar los escenarios en los que transcurre la serie. Para situaciones específicas se utilizó polvo de celulosa, gel absorbente de pañales de bebé, guata, perlita volcánica y hasta espuma de jabón, además de nieve agregada digitalmente en los modelos 3D. Otra aplicación destacada de los efectos prácticos fue la construcción de utilería a gran escala, como una muralla de autos formada por diez vehículos reales apilados uno sobre el otro en el set. Esta estructura servía como fondo inmediato para los actores en planos cortos, pero mediante escaneo tridimensional fue replicada digitalmente para extender la imagen, creando la ilusión de cientos de autos abandonados bloqueando la autopista. Esta estrategia mixta de combinar elementos físicos con CGI se aplicó en varias escenas, construyendo lo esencial físicamente y luego multiplicándolo virtualmente según las necesidades narrativas. Argumentalmente, la serie requería mostrar calles repletas de cadáveres de víctimas de la nevada, para lo que se organizó una sesión de escaneo de actores y extras en diferentes poses de personas fallecidas. El director, Bruno Stagnaro, indicó qué posturas específicas necesitaba (personas caídas, protegiendo algo, abrazadas), y más adelante estos modelos digitales se usaron para poblar escenas a gran escala. También, claro, hubo cuerpos reales de extras maquillados y acostados inmóviles en sets cubiertos de nieve falsa para planos más cercanos. El logro técnico y artístico de El Eternauta fue posible gracias a la colaboración y el compromiso de artistas y profesionales de numerosos estudios, tanto argentinos como internacionales, coordinados bajo la gestión de K&S Films, la productora local responsable del proyecto para Netflix. No solo rinde tributo a un clásico de la historieta, sino que también exhibe el enorme potencial creativo y tecnológico de la industria audiovisual argentina ante los ojos del mundo.