Hace unos días el Papa Francisco cumplió 88 años y se lo vé rozagante. Se ha adaptado a la silla de ruedas y el mundo a verlo en ella. Ha perdido autonomía más no autoridad. Este viernes se publicó una entrevista que le hizo una periodista argentina y se lo escucha tan lúcido y preciso como siempre. Logró ser el pontífice de mayor edad en ejercicio desde 1902. Si bien su salud lo asustó un poco este último tiempo –tuvo un 2023 complicado– durante este año sólo lo aquejaron algunas gripes durante los primeros meses.
El 2024 empezaba con un grave enfrentamiento entre el ala progresista y el ala conservadora de la iglesia católica. El Papa es muy consciente de que su institución tiene que llevar a cabo reformas que los acerque más a los fieles y se adapte a los tiempos actuales. Pero no pueden ser demasiado radicales porque provocarían una grieta tan grande, mayor a la actual, que llevaría a un nuevo cisma. Y que podría ser la semilla de su propia destrucción. Ese es el verdadero dilema que encuentra su papado.
Para ayudarlo en esta tratativa, Francisco incorporó en julio de 2023 al cardenal cordobés Víctor “Tucho” Fernández. Su cargo es de prefecto de la Doctrina de la Fe y es el encargado de realizar cambios y reajustes doctrinales un poco más progresistas dentro de la Iglesia. Es éste un lugar que supo ocupar Joseph Ratzinger. El fallecido Papa emérito –un reconocido teólogo conservador y brazo derecho de Juan Pablo II–dejó a las facciones más tradicionalistas sin un líder.
A fines de 2023 –ideada por Tucho y con la firma del Papa– se aprobó la declaración “Fiducia Suplican” que permite la bendición pastoral a parejas homosexuales. Entonces llovieron las protestas. En un documento firmado por 781 obispos africanos rechazan la instrucción considerándola “no apropiada e inaceptable”. También, las redes sociales de la derecha católica difundieron un agresivo mensaje anónimo acusando a Francisco de causar “confusión y crisis” y lo atacan por defender un “estilo de gobierno autocrático”.
El Papa ya tiene en sus espaldas el fracaso del Sínodo Mundial sobre la Amazonia en 2019, donde no se atrevió a aprobar las reformas propuestas por los obispos por ser demasiado liberales. Por eso llamó al “Sínodo de los Sínodos”. Esta gran asamblea de obispos mundiales, comenzó en octubre de 2023, y fue completada en octubre de este año. Aunque, según él hay cuestiones que aún no están “maduras”. Los temas más controvertidos como el diaconado femenino, el celibato eclesiástico y las cuestiones sobre orientaciones sexuales han sido postergadas. Por ello, se crearon comisiones especiales que sesionarán sobre estos temas durante 2025.
En febrero, en Argentina se estuvo muy pendiente del primer encuentro con Javier Milei –luego de haber calificado al Papa como “el representante del maligno en la tierra”–. Aunque tuvo expresiones más desagradables y de peor gusto. El cara a cara inaugural fue a mediados de ese mes, en la ceremonia de canonización de Mama Antula, como la primera santa argentina. Allí, el Sumo Pontífice se acercó hasta el lugar donde se encontraba el Presidente. Fue un gesto que sorprendió al libertario y que marcó el tono de inicio de la relación.
Al día siguiente ocurrió la audiencia programada a solas, que duró 70 minutos. Los memoriosos recuerdan que Francisco le dedicó apenas 22 minutos a su primer encuentro con Mauricio Macri en 2016. En el comunicado del Vaticano se informó que “durante las cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado, se expresó satisfacción por las buenas relaciones entre la Santa Sede y la República Argentina y el deseo de reforzarlas aún más”. Ambos demostraron haber tenido un acercamiento satisfactorio.
Aunque luego de este sorprendente y cordial encuentro inicial, la relación pareciera que no hizo más que deteriorarse. Hay quienes consideran que el Papa fue frío cuando se volvió a encontrar con Milei días después en la cumbre del G-7 en Italia. Luego, en septiembre Francisco, ante delegados de movimientos populares, expresó aludiendo a la Argentina pero sin nombrarla que “en vez de pagar la justicia pagó el gas pimienta”. Fue una clara referencia a la represión de la administración libertaria a los jubilados.
A pesar de ello el pontífice siempre recibió a funcionarios del Gobierno, entre ellos a la vicepresidenta, sin presentar objeciones. Por eso fue considerado un enorme desaire de Javier Milei que, ni él ni ningún alto funcionario, haya asistido a la conmemoración del 40º aniversario del tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile. Fue uno de los más grandes éxitos diplomáticos de la Iglesia utilizando la mediación para evitar una guerra. Francisco no perdió la oportunidad para destacar que en 2009 –el 25º aniversario– las presidentas Michelle Bachelet y Cristina Kirchner estuvieron presentes.
Durante 2024, en cuestiones diplomáticas, el papado de Jorge Bergoglio ha continuado con sus buenos oficios en dos cruentas guerras: Ucrania y Franja de Gaza. La máxima autoridad de la iglesia católica apostólica romana no se ha cansado de expresar que “cualquier guerra es una derrota”.
En relación a Ucrania, el Papa sigue reuniéndose con Zelensky a quien, en marzo de 2024, instó a “tener valentía” para alzar la “bandera blanca” y negociar la guerra con Rusia, expresó: “Que no tengan vergüenza de negociar antes de que empeore”. El gobierno fue muy duro con la respuesta. La embajada ante el Vaticano manifestó que durante la Segunda Guerra Mundial nadie habló “de negociaciones de paz con Hitler”. Desde la Santa Sede aclararon que el Papa habló de bandera blanca como voluntad de negociar y no de rendición. De allí en más, Francisco moderó sus declaraciones.
En octubre y, por segunda vez desde el inicio de la guerra, el cardenal Matteo Zuppi –considerado entre los favoritos a suceder a Francisco– ha vuelto como enviado a Moscú y consiguió que lo reciba el ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov. El Vaticano busca obtener el regreso a su hogar ucraniano de la mayor cantidad posible de niños y adolescentes trasladados a Rusia para ser sometidos, al parecer, a su rusificación. Entre los últimos pedidos del pontífice está el que “no se deje a los ucranianos morir de frío” por falta de energía y ayuda alimentaria.
En relación a la guerra que Israel emprendió en Franja de Gaza las declaraciones de Francisco han sido muy contundentes. Esto disgustó a los líderes israelíes más allá de que siempre ha reivindicado también su causa. En una de sus biografías, próximas a publicarse, el pontífice expresó: “Lo que está sucediendo en Gaza, que según algunos expertos parecería tener las características de un genocidio, debería ser investigado con atención”.
También, se conoció que el Papa llama por teléfono, prácticamente todos los días, a la iglesia de la Sagrada Familia y habla con el sacerdote argentino Gabriel Romanelli. Se trata de la única iglesia existente en la Franja de Gaza que da refugio a 600 personas. Durante el Sínodo de Obispos en el Vaticano, Francisco organizó una colecta espontánea entre los cientos de cardenales, obispos, sacerdotes y laicos reunidos y rápidamente juntaron 60 mil euros. Una suma enorme para los refugiados gazatíes.
Uno de los últimos gestos del argentino fue rezar en un pesebre realizado por artesanos de Belén, entregado por el embajador palestino ante la Santa Sede. La estatuilla del niño Jesús reposaba sobre un kefiah, un pañuelo a cuadros blancos y negros. Un fuerte símbolo de la lucha pueblo palestino. Luego, misteriosamente ambos desaparecieron del pesebre navideño. Un rabino genovés señaló que la kefiah “representa el sufrimiento solo de una parte, es unilateral” y que el episodio “daña las relaciones interreligiosas”.
Finalizando el año, Francisco ha nombrado a 21 nuevos cardenales. Son ellos los que elegirán al próximo pontífice. Estos representan a 17 países y aseguran la presencia de los cinco continentes dentro de la Iglesia. De esta manera, se eleva a 253 el número de miembros del colegio cardenalicio. De los cuales, actualmente hay 140 con derecho a voto, es decir tienen menos de 80 años. Con estos nombramientos, Bergoglio busca asegurar una iglesia progresista una vez que ya no esté en el poder.
A las puertas de un nuevo año, el Papa argentino sigue siendo un hombre con las mismas convicciones que cuando inició su pontificado. Su influencia en cuestiones sociales y diplomáticas siguen siendo muy importantes en un mundo dividido. Aunque carga con el peso de una institución que busca reconciliar tradición y cambio. Su legado, aún en construcción, será juzgado no solo por sus gestos y reformas, sino por la capacidad de mantener unida a una Iglesia en constante tensión. La pregunta que queda abierta es ¿podrá ésta adaptarse al futuro sin perder su esencia?