El papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus dominical desde la capilla de su residencia vaticana y no desde la ventana del Palacio Apostólico para sanar un resfriado y como "precaución" antes de la Navidad.

"Queridos hermanos y hermanas, buenos días. Lamento no estar con vosotros en la plaza. Estoy mejorando pero se deben tomar precauciones", empezó el papa, con una voz algo afectada y con tos, en su mensaje retransmitido por la Santa Sede.

El pontífice argentino, que acaba de cumplir 88 años, apareció sentado tras una mesa delante del altar de la capilla de la Casa Santa Marta, su residencia, junto a una figura del Niño Jesús regalada, según dijo, por el arzobispo de Santa Fe y realizada por aborígenes ecuatorianos.

El mensaje fue emitido en las pantallas de la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde le escuchaban cientos de personas, entre estas muchos niños que este día acuden al lugar para la tradicional bendición de los 'bambinelli', las figuras del Niño.

Por eso, habló de la maternidad y la infancia en su mensaje previo al Ángelus y recordó cuando, antes de ser papa y tomaba el autobús, veía cómo se cedía el asiento a las mujeres embarazadas: "Era un gesto de esperanza y respeto", dijo.

Francisco evitó asomarse a la ventana sobre la Plaza de San Pedro y el frío del invierno para curarse de un resfriado antes de la Navidad, que arrancará este martes con la misa de Nochebuena en la basílica de San Pedro.

Una tarde en la que además inaugurará oficialmente el Jubileo con la apertura de la Puerta Santa de la basílica vaticana, para ofrecer la indulgencia de los pecados a quienes la crucen durante el 2025.

La última semana, Francisco reconoció estar "muy resfriado" durante una audiencia en la que se le pudo escuchar muy cansado y ayer, aunque mantuvo su agenda, mostró una voz todavía algo ronca y tomada durante su tradicional mensaje a la Curia Romana.