En noviembre de 2016 se realizó el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Roma, Italia. Aquella vez, el Papa expresó su apoyo a las distintas organizaciones populares, entre las que se destacó la participación de la Cooperativa Cartoneros Unidos de Rosario. Tras la muerte del sumo pontífice, una de las rosarinas que estuvo allí, recordó cómo fue y qué les pidió Francisco en ese momento.
Si de algo se habla tras la partida de Francisco, es de su lado social, humanitario, por los marginados, los invisibilizados. En comunicación con el programa Podría ser peor (Radio 2) Mónica Crespo, representante de la Cooperativa Cartoneros Unidos de Rosario e integrante de la Federación de Cartoneros, contó cómo fue ese contacto con el Santo Padre, la historia de cómo terminó trabajando como recicladora, la mirada del otro y la estigmatización por ese trabajo.
Según relató, salió a las calles a “cartonear” por necesidad, después de aportar, incluso jubilarse, como empleada de comercio. Hoy, sigue trabajando como recicladora, a sus 66 años, en barrio Industrial. También maneja un comedor, y le da todos los días a los chicos una chocolatada, una leche caliente.
“En ese momento, nos juntamos en los distintos barrios y empezamos a ver cómo salir de esa situación. Decidimos salir a cartonear. Desde ahí, empezamos a hacer ver a nuestro trabajo por eso, por lo que es, un trabajo. Somos recicladores”, explayó.
Y siguió: “Conocer al Papa nos afianzó más en eso de sentirnos parte de ese sistema, del que no queremos caer, porque laburamos toda la vida. En Roma, Francisco nos dijo que éramos artesanos de la vida, porque habíamos inventado nuestro propio trabajo”.
“También nos pidió que oremos por él, que cuidemos a la madre Tierra y que nos manifestemos y organicemos para defender nuestros derechos. Simples palabras que reflejan lo que era el Papa. A Francisco le dolía el dolor ajeno. No era argentino, era del mundo. Le dolían las guerras, las criaturas que morían, le dolía ver que nos está faltando tanto amor en esta sociedad”, profundizó.
Al ser consultada sobre la mirada del otro en la sociedad respondió que, pese a que haya una inclusión a ese trabajo, “se sigue estigmatizando”. “Hoy somos recicladores. Trabajamos con promotoras ambientales, tenemos circuitos, tratamos con los vecinos a diario, nos reconocen, saben nuestros nombres. Es un sistema de recolección con inclusión social”, señaló.
No obstante, aclaró que “se sigue estigmatizando al que menos tiene, el que quiere seguir laburando y llevando el plato de comida dignamente a la mesa. Es triste que lo miren como algo malo. Quisiera saber si alguna de las personas que juzga, está dispuesta a ponerse en los zapatos de un cartonero, salir a reciclar, revolver en las basuras, para poder llevar el plato de comida a tu mesa”.
“El Papa nos dejó un mandato que teníamos desde la cuna. Trabajo, estudio. En mi caso, trabajé muchos años como empleada de comercio y de repente me quedé en la nada y supe que no tenía que aflojar. Y la verdad, es que a veces duele que nos tilden de vagos”, siguió.