El budismo no es solo una filosofía espiritual, también puede ser una guía práctica para quien quiera vivir con más calma, propósito y empatía. Para quienes buscan convertirse en una mejor versión de sí mismos, hay varios principios que se pueden aplicar en la vida diaria sin necesidad de meditar en el Himalaya.
En este aspecto, desde esta filosofía se alienta a:
-Practicar la atención plena: La famosa “mindfulness” no es moda pasajera, sino una herramienta esencial del budismo. Se trata de estar presentes en lo que se hace, sin juzgar ni dejarse llevar por el piloto automático. Ya sea al comer, trabajar o hablar con alguien, prestar atención genuina mejora las relaciones y baja los niveles de ansiedad.

-Apelar a la generosidad (sin hacer foco en "lo que debería recibir"): Uno de los pilares más importantes del budismo es la generosidad. Y no tiene que ver solo con lo material. Escuchar a alguien con atención, compartir tiempo o simplemente ofrecer una sonrisa sincera también cuentan. Ayudar sin esperar retribución cambia la energía de quien da y de quien recibe puesto que la atención cambia de sentido.
-Aceptar que todo cambia: Nada es permanente. Las emociones, los problemas, los logros, todo está en constante movimiento. Comprender esto ayuda a soltar el apego y tolerar más la frustración cuando las cosas no salen como uno quiere. Practicar el desapego no es indiferencia, sino una forma sabia de dejar ir lo que ya no está.
