Un recluso de la cárcel ubicada en 27 de Febrero al 7800 fue imputado por haber arrojado una bomba molotov a otro detenido, que sufrió gravísimas quemaduras en su celda. En la audiencia de este viernes por el delito de tentativa de homicidio, el fiscal Lisandro Artacho expuso que el incidente carcelario pudo haber estado motivado por el hecho de que la víctima fue personal policial en el pasado, y porque había ingresado al penal esa misma noche acusado de un delito sexual.

El caso, del que ya dio cuenta Rosario3, tuvo lugar en la Subunidad Nº 1 del Complejo Penitenciario Nº 5 del extremo oeste de Rosario. En la noche del 9 de octubre allí fue alojado el ex policía Alejandro Sixto Julín, quien ya había purgado una condena por homicidio, pero su detención estaba relacionada con una denuncia de abuso sexual, cuya investigación está a cargo de la fiscal Alejandra Raigal.

El personal del Servicio Penitenciario lo ubicó en la celda número tres del pabellón dos, en la planta baja. En un calabozo superior, dijo el fiscal, estaba alojado Enzo Monzón (46), un veterano del delito que cumple prisión preventiva por un hecho de robo en el Cordón Industrial.

No está claro si existía una bronca previa entre ambos detenidos, o simplemente –como especuló el fiscal– Monzón obró motivado por la aversión que le produjo el hecho de que Julín haya sido policía y se encuentre acusado de violación. Según un penitenciario entrevistado por Asuntos Internos, cuando Julín ingresó algunos presos “lo comenzaron a llamar por su nombre y lo recibieron bien; lo conocían de alguna comisaría”.

Lo cierto es que a poco de haber ingresado al penal, a Julín quisieron hacerle daño. Las cámaras de seguridad del pabellón indicaron que el autor del ataque contra su persona fue Monzón, dijo el fiscal.

Para ello, agregó Artacho, Monzón comenzó a preparar un artefacto casero con la intención de prender fuego la celda de Julín, valiéndose de una botella que ató con telas, formando una soga para poder balancear e ingresarla en la celda de la planta inferior.

“A la botella le colocó tela prendida fuego y algún líquido acelerante”, indicó el fiscal. No está claro, sin embargo, cómo un recluso tuvo acceso a combustible.

Con la botella lista, la bajó por la ventana de su celda, la que comunica a un patio común.

Una vez que la molotov improvisada llegó a la altura que deseaba, comenzó a balancearla hacia la celda de Julín.

“Lo intentó varias veces sin conseguirlo y causó un foco ígneo en el patio”. Finalmente, logró su cometido, haciendo que la botella encendida roce las cortinas de la ventana de Julín y las incendie, lo que provocó incineración de gran parte de la celda y severas quemaduras en la víctima, que estuvo un mes en terapia intensiva.

En un principio, otros dos reclusos que compartían celda con Monzón estuvieron bajo investigación. Pero las cámaras tomaron los tatuajes del brazo del acusado, y descartaron, en principio, la participación de los otros dos presos.

Al momento de resolver, el juez Pablo Pinto aceptó la imputación por tentativa de homicidio simple y dictó prisión preventiva para Monzón.

Alejandro Julín, quien supo trabajar en la extinta Comisaría 33ª de barrio Hume, había sido protagonista de la crónica roja en la década pasada. Estando en disponibilidad por alguna irregularidad, en 2012 ya se ganaba la vida como remisero. Y fue en esas circunstancias en que mató a un pasajero llamado Pedro Fabián Vallejos que, según una versión, intentó asaltarlo en Cabín 9. Pero la pesquisa determinó que el hecho pudo haber estado relacionado a “problemas de polleras”. Por ese homicidio, Julín purgó una pena de 12 años de prisión.