El encuentro más importante de periodismo narrativo del continente empezó en Bogotá, capital de Colombia, con una noticia que eclipsó el clima festivo. “Mataron a un periodista que iba a participar de este foro”, informó Jaime Abello, el director de la Fundación Gabo (que creó junto al Nobel de literatura Gabriel García Márquez hace tres décadas). 

Rafael Moreno estaba amenazado e iba a ser parte de un taller para compartir historias prohibidas en el Festival Gabo 2022, realizado del 21 al 23 de octubre. Es el tercer periodista asesinado en ese país este año y el primero que estaba bajo la protección del Estado. Se trata de una situación extrema pero no aislada. De hecho, tiene un punto de contacto con el escenario de Rosario, donde se dejó una amenaza de “matar periodistas” frente a Canal 5, una semana antes de ese hecho.

“El asesinato de un periodista es la forma más extrema de censura”, afirmó Pedro Vaca, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en diálogo con Desde la Redacción, el podcast de Rosario3.

El abogado con más de doce años de experiencia en el ámbito de los derechos humanos señaló además el efecto de “autocensura” que genera un crimen de ese tipo en sus colegas. 

“En este 2022 (hasta el 22 de octubre) son 35 periodistas asesinados en el continente y ya es el año más letal para la prensa desde que existe una Relatoría especial para la libertad de prensa, en 1997”, agregó.

Por otro lado, consideró que la situación de Rosario es de “alta gravedad” por los antecedentes, “la literalidad y la crudeza” de la amenaza y por lo “disruptivo” que fue para la ciudad. 

La Relatoría no compara lo que ocurre con otros países, ni siquiera con otras ciudades. La sola intimidación ya arrebata “un trozo de democracia” porque genera miedo e influye en la actividad profesional y por lo tanto en el derecho de la ciudadanía a estar informada. 

Si bien señaló que la evolución del crimen organizado puede indicar que Rosario aún no vivió lo peor en materia de violencia, destacó que hay posibilidades de revertir esa proyección. Al margen de la protección policial, destacó como clave fortalecer la justicia y evitar la impunidad, que favorece la repetición de hechos o incluso agravar la crisis.

El crimen de Rafael Moreno y el año más letal

  

–El punto de partida es que en una democracia la libertad de expresión es fundamental para que se dé el debate público y el asesinato de un periodista es la forma más extrema de censura. 

Colombia es un país con riesgos para la prensa y eso se acentúa con los periodistas que no están en las grandes capitales, como es el caso de Rafael Moreno. Y frente a eso el Estado tiene tres responsabilidades. La primera es la prevención: hay muchos asesinatos y formas de violencia que se pueden prevenir, por ejemplo la estigmatización es una forma de acelerar las violencias y es una falta al deber de prevención. La segunda es la de protección, si hay un periodista que por su trabajo está en riesgo el Estado debe acudir. Y la tercera es la investigación, que los casos no queden impunes.

El Estado tiene tres responsabilidades: la prevención, la protección y la investigación

El crimen de Rafael es paradigmático en la historia de Colombia porque es un Estado que desde el año 2000 cuenta con un mecanismo de protección, año a año invierte recursos para proteger periodistas y ese mecanismo ha salvado vidas. Nunca vamos a poder trazar cuántas muertes se han evitado pero estoy seguro que este mecanismo contribuye.

Rafael era beneficiario de ese mecanismo de protección pero fue insuficiente para evitar la letalidad e interpela el despliegue público. Coincide con el Festival Gabo y es muy doloroso que unos de los integrantes de este foro no haya llegado por las circunstancias que se denunció.

Me preocupa que la prensa que está en las regiones, en los territorios, en número son pocas personas y el asesinato de un periodista afecta severamente el derecho de una sociedad informada y genera un efecto de autocensura en el resto de colegas.

¿Qué mensaje le queda a los colegas cuando matan a un periodista que denunciaba determinado asunto? Bueno, a lo mejor lo piensan dos veces y esto está ocurriendo en muchos lugares del continente en donde el poder político, legal e ilegal no está dispuesto a que se cuenten ciertas historias, y sí dispuesto a aleccionar, amedrentar e intimidar el trabajo de la prensa; y eso va en aumento.

En este 2022 (hasta el 22 de octubre) son 35 periodistas asesinados en el continente y ya es el año más letal para la prensa desde que existe una Relatoría especial para la libertad de prensa (Cidh), desde 1997.

Censura, poder y democracia

 

–La censura es una golosina del poder, del poder legal o ilegal, todo actor poderoso encuentra en la censura un aliado. El poder solo es democrático si hay libertad de prensa. Y ahí está una parte de los desafíos y también de las promesas rotas de la democracia, que le pide a las y los periodistas profundidad, que pongan luz donde hay oscuridad, háganme saber lo que sin su trabajo yo como ciudadano no podría saber, que el debate público tenga una base cierta, con puntos de vistas plurales con contexto y contrastación. 

La censura es una golosina del poder, legal o ilegal. El poder solo es democrático si hay libertad de prensa

Sin embargo, con fenómenos de criminalidad, de tráfico de droga, de cooptaciones ilegales de entornos sociales, el periodismo puede cubrir su promesa de cubrir estos temas pero en contraprestación la democracia está llamada a proteger a periodistas que están haciendo ese trabajo. Y cuando tenemos a 35 periodistas asesinados en áreas donde funciona el crimen organizado, con la impunidad de esos grupos, yo creo que hay una promesa rota de la democracia con la prensa.

Hay además otras violencias contra la prensa: amenazas, intimidaciones, secuestros, atentados contra periodistas o contra infraestructuras de medios de comunicación o toda una sala de redacción. También existe la criminalización de periodistas que están en prisión o con procesos legales espurios para silenciarlos del debate público. Hay un éxodo de periodistas de muchos Estados, como en Nicaragua o Venezuela. Deben trabajar desde fuera de sus países y esa es una dimensión que no se ha reflexionado tanto. También hacemos un seguimiento de violaciones a la reserva de fuente, de procesos judiciales. Trabajamos para tener una conciencia hemisférica de la importancia del derecho a la libertad de prensa.

La situación de Rosario en el radar

 

–La amenaza en Rosario es de alta gravedad. Si algo me deja este tiempo mirando la región es que el termómetro de la libertad de prensa no es trasladable de un país a otro, o incluso de una ciudad a otra. Si vamos a medir la calidad de la democracia y del debate público casi que hay un termómetro por localidad.

A principios del mes de septiembre tomé conocimiento de amenazas contra varios periodistas de Rosario y de cierta sensación de desprotección, incluso antes de este panfleto dejado en un canal, donde se hablaba de “matar periodistas” de forma textual. Esa literalidad y esa crudeza le da también gravedad.

Argentina no es un Estado que esté acostumbrado a que llegue un panfleto en donde dice que van a matar periodistas, eso es disruptivo, es grave

Eso implica una vulnerabilidad muy fuerte y el hecho de que maten 15 periodistas en México no tiene que ser referente de lo que pasa en Rosario. Argentina no es un Estado que esté acostumbrado a que llegue un panfleto en donde dice que van a matar periodistas, eso es disruptivo, es grave, y también hay que darle la estatura de gravedad.  Es importante impedir que eso crezca, que las autoridades también reflexionen.

Desde nuestra oficina vimos que hubo reacción de autoridades, rechazando o condenando los hechos, animando a que haya investigaciones. Proteger la labor periodística desde el discurso público es muy importante cuando hay periodistas amenazados, que el Estado en su conjunto cierre filas alrededor de la libertad de prensa y que el periodismo y los medios lo hagan alrededor de los periodistas amenazados; y esto ocurrió. Y sí, además tiene que haber un esclarecimiento, ojalá pronto.

El miedo y la autocensura

 

–Hay un derecho a libertad de expresión, también hay un derecho a tener miedo. No todos los periodistas enfrentan este tipo de episodios de la misma manera, si alguien tiene hijos impacta más que si no los tiene o si recién habló con una fuente que podría estar en riesgo. Hay un universo de la violencia y de cómo se tramita el miedo en el cual la autocensura puede ser una medida de autoprotección en donde fracasa la democracia.

De hecho, el objetivo de una amenaza es callar el debate público, que haya suficiente miedo para que los periodistas escriban como si fueran el jefe de prensa de una banda de gangsters. (John Maxwell) Coetzee tiene un ensayo sobre la censura en donde plantea que empezamos a ver el mundo desde el lente del censor y llega un momento en donde ni siquiera es necesaria la amenaza. 

La repetición de la violencia, la ausencia de protección y la impunidad hacen que se deje de hablar de ese actor censor

Eso lo he visto aquí en Colombia y en otros Estados. La repetición de la violencia, la ausencia de protección y la impunidad hacen que se deje de hablar de ese actor censor. Que la prensa esquive un asunto que está en el centro de la plaza pública. Entonces el Estado tiene que estar, los hechos de violencia tienen que ser investigados. Hay que exigirle a las autoridades prontas respuestas, eso es una primera medida.

El rol de la Policía y el dilema de la custodia

 

–El propósito que debe perseguir la sociedad es una prensa libre no una escoltada. Una prensa escoltada no es libre. Pero en determinadas circunstancias el acompañamiento de determinada unidad estatal puede significar la diferencia entre salir vivo o no de una cobertura.

Hay confusión cuando se habla de protección: no es crear una burbuja blindada al periodista para que no le pase nada en sus desplazamientos. Puede ser uno de los ingredientes. Pero hay medidas de protección con bajo costo que son altamente protectivas. Cuando una voz pública reconoce la importancia de la prensa y hace un rechazo enfático, entonces se toma en serio que hay bandas funcionando y que hay que desmantelarlas para que otras bandas sepan que hay consecuencias por amenazar a la prensa. 

El propósito que debe perseguir la sociedad es una prensa libre no una escoltada. Una prensa escoltada no es libre

Muchas veces cuando hablamos de protección estamos hablando de un Estado que entienda la dimensión de lo que está ocurriendo. No es cuidar a un periodista con anteojos y pinta de intelectual, lo que estamos hablando es de recuperar un trozo de democracia que la violencia nos está quitando. Porque ese trozo de democracia, y acá vuelvo a Rosario, sí se arrebata en parte con esa amenaza.

Es algo que nos interpela a todos, porque tenemos que tener confianza de participar de lo público. El gobierno del miedo es una dimensión muy profunda, es muy importante que las salas de redacción sean empáticas y la solidaridad del gremio. La soledad es compleja porque muchas veces se denuncia y salen comunicados pero después esa persona vuelve a su casa o vive sola o a lo menor no concilia el sueño y eso impacta a futuro.

Sobre la frase: “En Rosario aún falta vivir lo peor”

 

–Creo que estoy de acuerdo con eso pero también tengo que marcar una terca resistencia y tomar distancia frente a aspectos que se pueden modificar. Si miramos por ejemplo Colombia con bandas ilegales, crimen organizado y conflicto armado, el Estado y la sociedad no tienen ninguna herramienta para determinar el nivel de expansión que tiene un grupo pero sí puede responder mejor.

Cuando se dice que “falta vivir lo peor”, si se lo mira desde la variable del crimen organizado ciertamente estoy de acuerdo pero por otro lado se puede mirar qué se hizo mal o qué se dejó de hacer. Colombia invierte, la última cifra que tengo fue del año 2018, alrededor de 9 millones de dólares al año en protección a periodistas. Argentina no tiene un mecanismo de protección y es hora de que lo consideren, al menos que se discuta en determinadas áreas, antes de que empiece a haber las cifras que anticipábamos.

Porque el riesgo del ejercicio profesional no es el riesgo que tengo yo acá de que me roben un celular, es un riesgo asociado a una labor que se hace para el resto de la sociedad.

Hay síntomas que dicen que lo peor está por venir en Rosario pero también hay una historia que podemos ver de lo que se hizo en otros Estados

Una de las cosas que se han hecho mal en otros Estados, o no se han hecho, es la impunidad. Cuanto más pronto se esclarezca el origen y autores de esta amenaza en Rosario, más pronto se recuperarán las condiciones de libertad de prensa. Entonces, hay síntomas que dicen que lo peor está por venir pero también hay una historia que podemos ver de lo que se hizo en otros Estados y cómo se ha evitado que las cosas se deterioren. 

Por un lado, es un momento de considerar si determinada provincia requiere mecanismos de protección y, segundo, de inyectar recursos humanos y financieros a la investigación porque cuanto antes se determinen las responsabilidades se reconstruyen esas condiciones. Hay una frase de Relatoría que es: “No hay nada más permisivo a la repetición de las violencias que la inmunidad de la violencias”. El rol del Poder Judicial es central, es la llave a que esto se repita o no.