Con una orquesta sinfónica detrás y el oficio intacto del trovador que canta con una guitarra, Ismael Serrano regresa a Rosario. Llega con un show ambicioso y sensible que reimagina sus canciones desde otro lugar, pero sin perder la raíz. En esta entrevista habla de todo: el peso simbólico de la música en tiempos oscuros, la amenaza de las inteligencias artificiales, la transición española, la juventud que vota con bronca, y los discursos de odio que degradan la democracia. “No se trata de caer en el pesimismo, sino de entender que la ternura también es un acto de resistencia”, dice con la claridad de quien canta y piensa con la misma intensidad.
“Vamos con muchas ganas porque es un proyecto además diferente y ambicioso. Rosario es una ciudad generosa, con una impronta y un bagaje cultural que la convierte en referencia en ese sentido. Ciudad de músicos, escritores e intelectuales. Llegamos con muchas ganas y felices de regresar, siempre es una alegría estar en Rosario”, dice.
–Sinfónico es un proyecto ambicioso que reimagina tus canciones con una gran orquesta ¿qué te motivó a dar ese paso siendo un tipo tan hábil, tan cálido y tan sensible sólo con la guitarra también.
–Hacer un sinfónico en general es una fantasía recurrente entre los músicos. Es verdad que yo reivindico el canon del cantautor, el tipo en el escenario solo con una guitarra y creo que basta a veces con eso para emocionar e incluso para imprimir épica, pero es verdad que una orquesta sinfónica subraya esa épica y casi la convierte en algo cinematográfico, le da otra mirada a las canciones.
–¿Cómo será el concierto?
–Tiene un carácter de celebración, de reivindicación del género y del repertorio. Es muy emocionante cantar con una orquesta sinfónica que de alguna manera te llevan volando, se hace que interprete las canciones desde otro lugar y le imprime una épica muy especial a canciones que tú has creado en la intimidad la habitación con tu guitarrita. En tiempos como estos, tan difíciles, tan oscuros, no está mal imprimir un poco de épica a lo cotidiano, a esos elementos cotidianos en los que finalmente uno se inspira para para escribir canciones. Es un concierto muy emocionante por eso, porque tiene mucho de celebración de lo compartido, del tiempo compartido de toda una carrera y por lo tanto de todo un tiempo compartido con un público que siempre ha sido muy generoso conmigo.
–Tenés una remera que en centro tiene la figura de Atahualpa Yupanqui y hablás de oscuridad, ¿qué cosas te iluminan en los tiempos oscuros?
-El pesimismo a veces tiene una intencionalidad política, que es la de desmovilizarnos y hacernos pensar que no podemos hacer nada para cambiar las cosas. Hay que resistirse a la tentación de caer en el pesimismo, de pensar que lo único camino que nos queda es crear islas de resistencia con nuestras cosas, nuestros afectos, nuestros libros, nuestras canciones y aislarse del mundo mientras la tormenta pasa. Yo creo que el optimismo, sin caer en la ingenuidad, me parece una herramienta de resistencia, ser capaz de levantar la mirada, porque si no de otra forma difícilmente nos vamos a encontrar los unos a los otros si no somos capaces de levantar la mirada. Y se trata también de eso, de generar espacios de resistencia que nos hagan entender que no estamos solos, cosa que nos hace más fuertes ante la adversidad, nos permite entender que tenemos más capacidad para influir en el inicio de los acontecimientos de lo que realmente creemos, porque yo creo que el sistema, uno de esos mecanismos de defensa es ese, el despojarnos de esa capacidad, esa capacidad de ver que tenemos más capacidad de influencia de la que creemos.

–En entrevistas recientes hablabas de la inteligencia artificial ¿Cómo te llevas con los avances tecnológicos? Una persona como vos que compone tocando con sus manos guitarras o pianos.
–Hay una suerte de ciber fetichismo, una adoración absoluta por el avance tecnológico, que hace que desdeñemos el debate que merecería la velocidad de esos avances. Como no sucede al final la tecnología impone sus avances como un hecho consumado sin que tengamos en consideración las repercusiones que puede tener en nuestra vida, que muchas son positivas evidentemente pero que también tiene consecuencias, hay daños colaterales que debiéramos considerar.
–¿Es difícil discutirle a ese avance?
–Si, claro. Nos ha pasado en las redes sociales donde hemos dado por hecho que las dinámicas tienen que ser así, que tiene que estar presente en nuestra vida, que tiene que ser omnipresente, que la renuncia a nuestra privacidad en redes sociales es algo que tenemos que dar por hecho, que es incontrolable los contenidos, que las redes sociales no tienen por qué hacerse responsables de los contenidos que alojan, que el déficit de atención es algo que tenemos que asumir absolutamente como algo. Damos por hecho todo sin debate. Entonces con las inteligencias artificiales ocurre algo parecido, parece que van mucho más rápido que el debate que merecen porque va a suponer una transformación profunda en nuestras vidas y sobre todo también en nuestros trabajos.
–¿Les das valor al uso?
–Sí, claro. Se está subestimando la capacidad que tienen las inteligencias artificiales para hacer canciones, siempre se habla de que el alma de una canción que hace un ser humano nunca se va a poder comparar con lo que hace una inteligencia artificial, yo creo que se equivocan fundamentalmente porque muchas de las canciones que se escuchan hoy de alma tienen poca cosa. Muchas canciones son bastante imitables por parte de una inteligencia artificial y en un contexto de turbocapitalismo en el que la velocidad de generar necesidades todo el rato es cada vez mayor, las inteligencias artificiales en eso son campeonas y sobre todo en lo que tiene que ver con las expresiones artísticas. Van a estar generando volúmenes incuantificables de canciones y van a saber sobre todo también leer muy bien las exigencias del algoritmo a la hora de torcerle el brazo para situarse de manera privilegiada en los buscadores, para que se les relacionen con según que artistas, para ocupar espacios de visibilidad que difícilmente podemos obtener el común de los mortales.
–¿Te acordás el momento del inicio de la composición de «Papá cuéntame otra vez», tu canción más difundida de tu obra?
–Bueno, es una canción que puse junto con mi hermano Daniel y yo recuerdo vagamente el momento en el que él me pasa un texto, yo empiezo a modificarlo, a encajarlo, a convertirlo en una estructura de canción. Es una canción sin estribillo, con lo cual es un anti-hit. Era un contexto en el cual a nosotros nos parecía que muchos en España se jactaban de haber estado luchando contra la dictadura o que habían estado corriendo delante de los gendarmes en el Mayo Francés y demás. Se había construido un relato que muchas veces era una sobreactuación o la proyección de una fantasía que nos ajustaba mucho a la realidad, porque si hubiera habido tanta resistencia al franquismo en según qué momentos, quizás Franco no se hubiera muerto en la cama. La canción es una mezcla de reproche y de reconocimiento. El reconocimiento de tanta gente que se jugó el tipo para luchar por las libertades de las cuales gozamos luego nosotros, pero también es un reproche porque el relato que se escribió en torno a ese momento omitía una parte de renuncia que para nosotros merecía también ser contada. La transición española tuvo mucho de lucha heroica, pero también mucho de renuncia.
–¿Qué quedó de aquello hoy?
–Y gran parte de las consecuencias del déficit que a día de hoy padece nuestra democracia en España tienen que ver con esas renuncias. Que la justicia haga todo lo posible para debilitar gobiernos del PSOE, por ejemplo, está conectado con una transición que pasó de puntillas por lugares, como la judicatura, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y demás.
–¿La primera vez que la cantaste?
-Fue en una toma de la universidad. Estábamos encerrados en la universidad en protesta por la suba de tasas. No me acuerdo muy bien cuál era la reivindicación, pero me acuerdo que estábamos encerrados en la facultad y había un muchacho cantando canciones de Silvio (Rodriguez) y mis amigos me empujaron para que, estaba mi hermano Daniel también, para que cantara una canción mía. Yo agarré esa guitarra y canté Papa cuéntame otra vez. Recuerdo que se hizo un silencio en esa asamblea de estudiantes y después de cantarla hubo una ovación genuina e inesperada, que mis amigos y yo no nos quedábamos los unos a los otros como flipando, alucinando y diciendo ¿qué ha pasado? Ahí empezamos a intuir que esa canción podía llegar de manera muy especial a la gente y bueno, luego empecé a tocar en los cafés de Madrid, grabé mi primera maqueta, llegó una compañía de discos y empecé a grabar aquel primer disco que me ha traído casi hasta aquí.
Rosario es una ciudad generosa, con una impronta y un bagaje cultural que la convierten en referencia
–¿Cómo lo estás viendo al presidente argentino?
–Estas políticas que está implementando ya han demostrado no ser demasiado eficaz a la hora de resolver los problemas a largo plazo. Estos procesos conllevan destrucciones a cámara lenta de las cuales recuperarse es sumamente difícil. Los derechos cuesta mucho ganarlos, pero cuesta muy poco perderlos. A mí no solamente me preocupa el hecho de que aplique políticas que a mí me parece que ya se han probado y que no han funcionado en ningún lado, sino lo que supone en términos de convivencia democrática un discurso tan agresivo. La crítica es legítima y defenderse también de ellas. Lo que no es tan legítimo es caer en el insulto y en las dinámicas tóxicas de las redes sociales. No podemos trasladar las dinámicas de las redes sociales de X a la política parlamentaria o a los medios de comunicación. Milei habla de zurdos de mierda y a mi jamás se me ocurriría hablar de “fachas de mierda”, porque no creo que se deba hablar así.
–¿Entendés el voto de jóvenes a Milei?
–Trato de atenderlo. Esos jóvenes que han votado a Milei son gente a la que le han robado. Sienten que nunca han sido tenidos en cuenta y quieren darle una patada al tablero para empezar de nuevo. Puedo tratar de entender el rencor desde el cual ejercen su derecho a votar a quien les apetezca. Pero a mí lo que me parece tramposo, como digo, es esa suerte de asimetría, como en el caso de Lali Espósito. Lali es una música, es una artista que tiene derecho a pensarse políticamente y no puedes establecer una simetría entre el jefe de Estado y un músico. El músico se expresará con más fortuna o menos, pero el cargo que representa la Jefatura de Estado requiere otra altura. Fundamentalmente para no desgastar. Porque ese tipo de expresiones tan agresivas llevan a una deshumanización que tiene consecuencias muy jodidas y que legitiman cierto tipo de conductas violentas que no favorecen para nada, como digo, la convivencia.
…
Ismael Serrano habla como canta: con pausas, profundidad y cierta dulzura que no esquiva la crítica. En cada respuesta deja la huella de alguien que ha pensado el mundo, que lo ha cantado y que insiste en la ternura como bandera. En su regreso a Rosario, esa ciudad que siempre lo abraza, propone un viaje sinfónico y emotivo, un refugio compartido en tiempos donde, más que nunca, hay que levantar la mirada.