En una de las audiencias más importantes de los últimos tiempos en materia penal, un equipo de tres fiscales ventiló evidencia contra cinco acusados de llevar a cabo, en distintos grados de participación, los crímenes de cuatro trabajadores a comienzos de marzo, el intento de homicidio de otro colectivero, la balacera a la comisaría 15ª y el despliegue de un trapo con amenazas al Maximiliano Pullaro y a Pablo Cococcioni en un ingreso a Rosario.

Intimidación pública y coacciones. El trapo de Oroño y Circunvalación.

El móvil de la saga ocurrida entre el 5 y el 9 de marzo y que puso en vilo a la ciudad, se dijo, fue “causar conmoción pública para torcer decisiones del Poder Ejecutivo provincial”. A la par, en la Justicia de Menores tramita la situación de los adolescentes involucrados en la presunta autoría material de los hechos. 

Hay dos prófugos mayores de edad identificados. Y en las últimas horas fue detenido otro adolescente, apodado Duraznito. Mientras, hay un centenar de celulares a peritar.

Los fiscales Adrián Spelta, Patricio Saldutti y Franco Carbone expusieron una sórdida trama y sindicaron a los ideólogos, instigadores y autores de los delitos. 

Como artífices de los hechos ubicaron a Alejandro “Chuky Monedita” Núñez, alojado en el pabellón 28 de la cárcel de Piñero. Y –en teoría, porque no fue imputado– a Claudio “Morocho” Mansilla”, que está alojado en el penal de Ezeiza. 

Monedita, considerado uno de los ideólogos de los homicidios de trabajadores.

Y, a partir de indicios, también mencionan al hampón Esteban Lindor Alvarado, apenas nombrado en ciertos tramos de la audiencia. 

Un dato: los tres ya poseen un largo historial de delitos cometidos desde el encierro.

Si en algún momento se especuló que las zapatillas que quedaron junto a los coches de los taxistas asesinados constituían un mensaje mafioso, ello quedó descartado. Así lo dice el testimonio de DG, principal testigo de la Fiscalía. El testigo está sindicado como autor material de los crímenes de Héctor Figueroa, Bruno Bussanich y tal vez de Diego Celentano. Es no punible y entró al programa de protección de testigos.

Las zapatillas pertenecían a otros dos menores involucrados en la saga –CT y Michel C.– que en sendos episodios salieron raudamente de las escenas de los crímenes y perdieron, cada uno, una zapatilla marca DC shoes y otra Nike. 

En el primer caso, ocurrido en Flammarion y Lamadrid el 5 de marzo, existía la misión de dejar un escrito con amenazas, pero el recado no se cumplió. DG por poco mata de un tiro a su cómplice, que estaba en el asiento trasero y no pudo dejar el escrito. DG habría recibido 300 mil pesos por el encargo, según el testigo.

El día 6, indicaron los fiscales, DG y Michel C. abordaron el taxi de Diego Celentano en Lamadrid al 400 bis. Quien pidió el viaje, Raúl Justino Pereyra, ya se encuentra preso desde marzo, imputado como partícipe del crimen. En la intersección de Garmendia y Marcelo T. de Alvear, los adolescentes acribillaron desde el asiento trasero a Celentano. Así lo dice el testimonio de uno de los protagonistas, respaldado por algunos testigos visuales.

Los fiscales expusieron una gran cantidad de información en la audiencia de este martes (Alan Monzón/Rosario3)

Por este crimen, los dos adolescentes recibieron 200 mil pesos cada uno, señala la evidencia.

La fiscalía habló de un “tridente” en la logística de los hechos. Chuky Monedita ordenaba los crímenes a su pareja Brenda “Cote” o “Doña” Pared, que posee prisión domiciliaria por una causa federal en Funes. Su único contacto con el exterior. 

Pared, a su vez, delegaba las instrucciones a su gente de Tiro Suizo. Gustavo “Gusti” Márquez y su pareja Macarena Muñoz. Estos encargaban los hechos a los adolescentes DG, CT, Michel C. y Matías “Matute” M., hermano de Macarena.

A este grupo, además, se le atribuye la balacera a la comisaría 15ª del 8 de marzo. 

“Pidieron balear una farmacia, una comisaría o un camión recolector”, dice un testimonio. ´Quien habría disparado sería el adolescente Matute.

La otra seguidilla –el intento de homicidio de un colectivero de la 122; el crimen de Marcos Daloia, el crimen del playero y el despliegue de un trapo en Oroño y Circunvalación–, está atribuida a la rama de Santa Lucía que, a su vez, hizo uso de DG para matar a Bruno Bussanich. La instigación, dijeron los investigadores, vino de los presos federales. Aquí entra en escena otro de los imputados en la jornada, Axel "Franco" Rodriguez, considerado gente del Morocho Mansilla.