La crónica es un testimonio que pervive a quien la escribe. En el caso de Sonia Tessa, periodista, feminista y una de las pioneas del periodismo con perspectiva de género en Rosario, reunir su trabajo —reconocido con premios locales y nacionales– y compilarlo en un libro, permite recuperar no solo los hechos allí narrados y sus contextos, sino una parte de la historia configurada por voces invisibilizadas.

La periodista rosarina editó el último agosto Invisibles nunca más. Notas en el mar de los procesos colectivos 2004-2021 (Editorial Brumana) en que compila una treintena de crónicas publicadas en medios locales y nacionales en ese plazo. La también periodista y escritora Luciana Peker, y la escritora y tallerista rafaelina Dahiana Belfiori prologaron el ejemplar.

El libro de la buena memoria


“La idea del libro surgió de las editoras, Laura Rossi y Carolina Mussa", señala Sonia Tessa a Rosario3 sobre Invisibles nunca más, que se publicó el último agosto tras un proceso de recopilación fechado entre fines de 2021 y principios del 2022.

“Fue un trabajo colaborativo –añade–. Yo tenía la idea de recuperar algunas notas más añejas, de antes de 2010, que me parecían interesantes, y las más nuevas fueron propuestas por las editoras”.

La línea cronológica parte del 6 de febrero de 2004 ("Explotadores y explotadas", Las 12) y llega hasta el 17 de diciembre de 2021 ("Los cuepos en las calles, Las 12). En ella, las crónicas de Invisibles enhebran femicidios, abortos negados y clandestinos, la lucha de identidades feminizadas y diversidades, las demandas por la autonomía de los cuerpos y cómo habitarlos, las audiencias de los Juicios por delitos de lesa humanidad en Rosario y la región. En ese entramado, están los nombres: Acevedo, Cabrera, Suppo, Guerrieri, Simoncini, Echenique, Ferrari, Beletti, Perassi (la lista sigue).

El libro es un pantallazo de los temas que suelo trabajar, aunque no siempre estén en la agenda periodística más dura

En todos esos escritos, el hilo común es la empatía. A la par, está la convicción en el valor de las historias para denunciar las violencias (cotidianas y estructurales) e intervenir en una realidad anudada en los vínculos de un orden desigual y patriarcal.

“En las 37 notas y el texto que escribí para el catálogo de la muestra Revolucionistas ("Huellas en el mar", 2019) hay un pantallazo de los temas que suelo trabajar, que siento que vale la pena escribir, aunque no siempre estén en la agenda periodística más dura”, advierte Sonia, periodista distinguida de la ciudad, reconocida por el Inadi y ganadora de varios premios Juana Manso, además de un Lola Mora.

Los textos que conforman esta suerte de libro de la buena memoria permiten reconstruir hechos y contextos de las últimas dos décadas que, en algunos casos, vienen acompañados de una posdata que los “actualiza”.

“En un primer momento, habíamos pensado (la autora y las dos editoras) en poner todo en tiempo pasado. Después, cuando decidimos que las notas iban tal y como habían sido publicadas, pensamos en actualizar lo que había ocurrido desde su publicación”, reseña Tessa, al tiempo que da cuenta de “las muy limitadas correcciones de estilo” que surgieron a partir de entender que esas notas habían sido escritas en “la urgencia” de lo cotidiano.

Respecto de las sensaciones que surgieron en el proceso de revisión de las crónicas, la autora recordó, entre otras, la del fallecimiento de Alejandra Soledad, “una piba de 19 años que murió por un aborto clandestino (“La clandestinidad que mata”, Las 12, marzo de 2005). Pude entrevistar a su mamá, Julia. Releerla me volvió a atravesar el cuerpo. También me conmovió la historia de Carina, una mujer de 30 años que falleció en 2009 por la misma causa (“Crónica de una muerte anunciada”, Las 12, febrero de 2009). Por entonces, pude entrevistar a las hermanas (“Retrato de una chica con proyectos e ilusiones”, Las 12, febrero de 2009).”

Fue muy movilizador pensar en todos estos años de hacer casi lo mismo y que, sin embargo sea tan diferente. Lo que no se repite es la masa con la que trabajamos quienes hacemos periodismo, que es la realidad

Fue muy movilizador pensar en todos estos años de hacer casi lo mismo y que, sin embargo sea tan diferente. Me refiero a que, a lo largo de los años, uno ve que las preocupaciones y las inquietudes puede ser que se repitan, pero no la masa con la que trabajamos quienes hacemos periodismo: la realidad. Siento que el periodismo tiene que ver con poner en escena y amplificar voces que no se escuchan o que no son consultadas habitualmente”, abunda.

El abrazo colectivo


Sonia Tessa presentó Invisibles nunca más en la 25ª edición de la Feria Internacional del Libro de Rosario. Si bien la elección de la sala auguraba el marco ideal por el nombre, “la Beatriz Guido”, el espacio quedó chico, con gente afuera. Adentro, entre lágrimas, risas y palabras de gratitud, hubo abrazo colectivo. La segunda presentación, que contó con la presencia de Luciana Peker, fue el último sábado en el Auditorio de Radio Nacional.

“El otro día, una amiga y colega que tiene 20 años menos que yo, me dijo: «Bueno, Tessa, ahora estoy leyendo tus notas… Yo era muy chiquita pero, qué impresionante». Y pienso que es la manera de recuperar una historia, incluso del periodismo feminista en Rosario. No es que yo haya sido la única ni nada de todo eso. Siempre hubo compañeras haciendo periodismo con perspectiva género, feminista. En realidad, siempre hubo compañeras haciendo periodismo. Al principio, tenía dudas sobre el valor que podía tener poner una nota atrás de otra en un libro, pero bueno, ahora el valor me lo dan las demás personas. La devolución es hermosa”.

La “urgencia en la escritura” que Sonia menciona en dos oportunidades en la entrevista choca con la dimensión ajena de su trabajo. 

“No puedo creer lo que pasa con el libro. La gente que lo quiere leer (risas). La repercusión, sobre todo de mujeres, que vienen con elogios o con interés... Eso me hace feliz. Aunque siempre siento que hay cosas que hoy reescribiría. Me acuerdo de que (ya con la publicación encaminada) hice una corrección y Laura Rossi me dijo: «Sonia, la maqueta no se reescribe». Todo lo que me pasa es muchísimo”.